Acoplamiento del sistema cognoscitivo con el sistema econ¨®mico
Por cierto, que se puede intentar mantener un sistema artificial cualquiera, por ejemplo, una f¨¢brica o un comercio, de manera rutinaria; pero ello no es aconsejable en una sociedad en que todo lo dem¨¢s cambia r¨¢pidamente. Las nuevas necesidades y la competencia estimulan la inventiva, y la innovaci¨®n confiere ventajas tanto en la competencia como en la cooperaci¨®n.No s¨®lo hay un flujo incesante de informaci¨®n de la ciencia a la t¨¦cnica y de ¨¦sta a la econom¨ªa, sino que tambi¨¦n hay un reflujo. El laboratorio usa instrumentos, materiales, drogas e incluso animales de experimentaci¨®n producidos en masa y uniformemente por la industria. La ciencia aplicada y la t¨¦cnica proveen a la ciencia b¨¢sica de nuevos materiales y le proponen problemas interesantes. En fin, cada uno de los componentes que figuran en el cuadro 2 act¨²a sobre todos los dem¨¢s, sin contar con las dem¨¢s ramas de la cultura y con la pol¨ªtica. Se trata, pues, de todo un sistema caracter¨ªstico de la ¨¦poca contempor¨¢nea: el sistema de la producci¨®n y circulaci¨®n de conocimientos, artefactos y servicios.
Si se analizan las cosas un poco m¨¢s profundamente, se advierte que los mencionados no son los ¨²nicos componentes del sistema. Tambi¨¦n est¨¢n la filosof¨ªa y la ideolog¨ªa. En efecto, la filosof¨ªa inspira problemas, m¨¦todos y teor¨ªas cient¨ªficos. (Recu¨¦rdese que la revoluci¨®n cient¨ªfica del siglo XII fue precedida por una revoluci¨®n filos¨®fica que desplaz¨® a la fe y coloc¨® a la raz¨®n y la experiencia en el centro de las preocupaciones intelectuales.) Y la ideolog¨ªa determina, para bien o para mal, tanto valores como finalidades: es la que determina qu¨¦ vale la pena hacer y qu¨¦ es menester evitar, y con ello sugiere un estilo de vida. (Por ejemplo, si se aprecia la riqueza, el servicio p¨²blico o el conocimiento, se adopta un estilo de vida activo, en lugar de buscar refugio en una ermita.) La figura 1 representa esquem¨¢ticamente el sistema total de producci¨®n y circulaci¨®n de conocimientos, artefactos y servicios.
Basta que uno de los componentes del sistema sea d¨¦bil o funcione mal para que el sistema ¨ªntegro funcione mal o no se desarrolle. En particular, para que el sistema sea estable, es necesario, aunque, desde luego, no suficiente, que el componente cient¨ªfico sea vigoroso: que haya investigaci¨®n permanente y aut¨®gena en lugar de espor¨¢dica y emprendida siempre por encargo de la producci¨®n o del Estado. Y para esto se necesita una filosof¨ªa amiga de la ciencia, que la ayude en lugar de obstaculizarla. Por ejemplo, una filosof¨ªa enemiga de la raz¨®n predispone en contra de la investigaci¨®n te¨®rica, y una filosof¨ªa subjetivista descorazona la investigaci¨®n emp¨ªrica.
Si queremos desarrollar la ciencia y la t¨¦cnica, deberemos comenzar por distinguirlas entre s¨ª; esta es una tarea t¨ªpica de la filosof¨ªa de la ciencia y de la t¨¦cnica. Tambi¨¦n es preciso que, una vez que hayamos aprendido a distinguir la ciencia de la t¨¦cnica, averig¨¹emos c¨®mo est¨¢n relacionadas entre s¨ª y con las dem¨¢s actividades, en particular las econ¨®micas, y este es un problema t¨ªpico de la sociolog¨ªa de la ciencia y de la t¨¦cnica.
Otro requisito del desarrollo cient¨ªfico y t¨¦cnico es poner al d¨ªa nuestra tabla de valores. En particular, debemos abandonar la actitud filistea que hace de la ciencia b¨¢sica un lujo pecaminoso o, a lo sumo, una sirvienta de la t¨¦cnica, tolerable cuando promete frutos pr¨¢cticos inmediatos, pero intolerable cuando no hace sino explorar el mundo y amueblar el cerebro. Es indispensable comprender que las naciones atrasadas lo est¨¢n no s¨®lo econ¨®mica y pol¨ªticamente, sino tambi¨¦n culturalmente, y que el adelanto cient¨ªfico es una componente obligada del desarrollo global, tanto por su valor intr¨ªnseco como por ser palanca de la t¨¦cnica.
No hay duda de que no se puede constituir o reforzar un sistema cient¨ªfico-t¨¦cnico si no se entrena un n¨²mero suficiente de investigadores b¨¢sicos y aplicados, as¨ª como de t¨¦cnicos. Por este motivo, nuestros pa¨ªses debieran dar prioridad a la formaci¨®n de investigadores. Ahora bien, esto requiere ciertas reformas institucionales paralelas. Una de ellas es organizar las universidades por departamentos antes que por facultades, a fin de eliminar los obst¨¢culos al flujo de informaci¨®n entre cient¨ªficos y t¨¦cnicos. Otra barrera que habr¨¢ que derribar es la existente entre la universidad y la sociedad, en particular la econom¨ªa. Esta divisi¨®n, m¨ªnima en los pa¨ªses avanzados, es herencia de los viejos tiempos, cuando el bachiller no se mezclaba con la chusma. Es indispensable abrir la universidad a los problemas de la econom¨ªa y la pol¨ªtica. Pero esta apertura, para ser eficaz, deber¨¢ ser cient¨ªfica, no ret¨®rica: no se trata de organizar reuniones de protesta dentro de los recintos universitarios, sino de investigar seriamente los problemas sociales. Los ciudadanos podr¨¢n hacer uso de los resultados de tales investigaciones para su actuaci¨®n pol¨ªtica, pero la pol¨ªtica no debiera avasallar a la universidad.
es profesor en la McGill University, de Montreal.
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