"El proximo a?o, en Jerusal¨¦n"
La palabra gueto se utiliza corrientemente en los pa¨ªses del Golfo -incluso en la Prensa- para denominar aquellos barrios en los que se reagrupa, la mayor parte de los palestinos. Si callejeamos por Hawali y Nughra, en Kuwait, habitados por m¨¢s de 150.000 almas, comprenderemos el porqu¨¦ de esta denominaci¨®n. Los habitantes que salen de esos ruinosos inmuebles, peque?os burgueses menesterosos, son, en m¨¢s de un aspecto, distintos de los aut¨®ctonos. Van vestidos a la europea, sus mujeres no llevan velos y van maquilladas, hablan su dialecto de origen, a menudo con el acento del terru?o; si se disfruta de su hospitalidad se descubre que su ¨¢cido humor, as¨ª como sus recetas culinarias, son espec¨ªficamente palestinos.Los j¨®venes nacidos en el exilio apenas se diferencian de sus mayores, la generaci¨®n de los emigrados, si no es por un ardor nacionalista m¨¢s acentuado. Hablan de la tierra de sus antepasados como si la hubieran dejado la v¨ªspera, y muchos llevan colgada del cuello una r¨¦plica, en oro o plata, de la patria ocupada. Frecuentan clubes exclusivamente palestinos y buscan su alma gernela entre los nuestros. Sienten horror por los matrimonios mixtos, es decir, con otros ¨¢rabes, aunque sean de la misma confesi¨®n religiosa.
La vida social gravita alrededor de la c¨¦lula familiar, particularmente s¨®lida, si se juzga por la baj¨ªsima tasa de divorcio que se da entre ellos (*).
Un ciudadano de Qatar nos explicaba la ausencia de afinidades entre palestinos y los otros ¨¢rabes por la diferencia de costumbres, as¨ª como por la susceptibilidad de los primeros, "que tienen tendencia a interpretar la m¨¢s anodina observaci¨®n relacionada con ellos como una solapada manifestaci¨®n de antipat¨ªa u hostilidad". En particular, soportan mal que se ataque a la OLP, mientras que ellos, entre s¨ª, no se privan de criticar violentamente tal o cual aspecto del comportamiento de la central de los fedayin.
La adhesi¨®n a la OLP
Cualquier observador puede percibir los m¨²ltiples signos de la casi un¨¢nime adhesi¨®n de la di¨¢spora a la organizaci¨®n de Arafat. Las razones de esta adhesi¨®n son simples. La OLP, un frente de organizaciones y personalidades independientes, que van de la derecha isl¨¢mica a la extrema izquierda marxista, es una especie de espejo en el que cada una de ellas puede reconocerse.
Su ideolog¨ªa nacionalista est¨¢ fundada en una idea, el derecho a la autodeterminaci¨®n, y en otras dos reivindicaciones que se derivan de aqu¨¦lla: el derecho al retorno (al awdah) de los refugiados y el de establecer un Estado independiente en Palestina. M¨¢s all¨¢ de este programa, Arafat y sus compa?eros dejan a sus compatriotas la libertad de imaginar la0 naturaleza de su futuro Estado, las estructuras pol¨ªticas, econ¨®micas y sociales de que el mismo estar¨ªa dotado.
"Yo desapruebo la pol¨ªtica de la OLP en numerosos puntos y no estoy seguro de que sus dirigentes sean nuestros mejores portavoces, pero la apoyo incondicionalmente porque encarna nuestra unidad nacional", dice Al¨ª Yasir, riqu¨ªsimo empresario en Abu Dhabi. No ha militado nunca en una organizaci¨®n palestina, ni siquiera cuando viv¨ªa con su familia en un campo de refugiados en Beirut, y "sigue sin hacer pol¨ªtica". Pero el cheque que mensualmente entrega a la OLP se cifra en decenas de millares de d¨®lares.
Todos los palestinos del golfo P¨¦rsico cotizan, cada uno seg¨²n sus posibilidades; el tope inferior fijado es del 5% del salario neto (o 3,5% del bruto), que los Gobiernos y muchas de las empresas retienen en origen, como si se tratase de un impuesto. La OLP funciona ya como un Gobierno. El Fondo Nacional Palestino (a imitaci¨®n del Fondo Nacional Jud¨ªo de antes de la creaci¨®n del Estado de Israel) financia, en gran parte, las actividades de los diversos ministerios.
Las contribuciones de la di¨¢spora vienen a sumarse a los subsidios de los Estados ¨¢rabes para construir escuelas y centros de formaci¨®n profesional, para el sostenimiento de cl¨ªnicas que dispensan cuidados gratuitos, para acoger e instalar a los nuevos emigrantes necesitados, a los que se les entrega un certificado de buenas costumbres -equivalente a un certificado de antecedentes penales-, que les permitir¨¢ emplearse con mayor facilidad.
El aparato militar de la OLP se encarga del reclutamiento de j¨®venes, que todos los veranos son enviados a los campos de entrenamiento existentes en L¨ªbano y Sir¨ªa o a los campos de batalla, si la situaci¨®n lo exige, como es el caso actualmente en L¨ªbano.
La OLP est¨¢ presente en la vida cotidiana de los palestinos de la di¨¢spora. A trav¨¦s de sus afiliados democr¨¢ticamente elegidos, anima los sindicatos, las asociacione profesionales y culturales, que rea grupan a decenas de millares de miembros, as¨ª como a cientos de clubes esparcidos por todos los pa¨ªses del Golfo.
Asegura tambi¨¦n la distribucion de la Prensa nacional, publicada en Beirut, en especial Falastine AlThawra (La Revoluci¨®n Palestina) Al Ard al-Mohtalla (El Territorio Ocupado) y Palestine, revista de lengua inglesa destinada a los angl¨®fonos, en particular a los expatriados indo-paquistan¨ªes, numerosos en la regi¨®n. Por ¨²ltimo, la OLP organiza las elecciones para el Consejo Nacional Palestino (CNP) -el Parlamento de la resistencia-, que actualmente comprende alrededor de ochenta representantes de la di¨¢spora del Golfo sobre los 350 miembros que componen esta asamblea.
Un aparato de Estado
Dotada de un aparato de Estado, la OLP mantiene embajadas en todos los pa¨ªses del Golfo, en los que sus representantes disfrutan de estatuto diplom¨¢tico. Circulan en suntuosos autom¨®viles de Servicio que enarbolan la bandera nacional palestina, son recibidos con respeto en las canciller¨ªas e invitados a las recepciones de sus colegas occidentales y orientales.
Paralelamente a estos funcionarios, varios dirigentes de Al Fatah -la principal organizaci¨®n de la OLP, que, seg¨²n se dice, goza de la confianza del 90% de los palestinos del Golfo- residen permanentemente en la regi¨®n, habida cuenta de la importancia de ¨¦sta.
Uno de los fundadores de Al Fatah, actualmente miembro de su Comit¨¦ Central y vicepresidente del Consejo Nacional Palestino Selim el Zaanun, llamado Abul Adib, hace las veces de alto comisario para los pa¨ªses del Golfo. Sus servicios, que ocupan todo un inmueble moderno en Kuwait, se su -perponen a los de la OLP en la gestt¨®n de los asuntos en el plano regional.
Lleno de redondeces, con fino bigote y gafas de concha, instalado en un lujoso despacho climatizado, Abul Adib tiene el aspecto y el comportamiento de un diplom¨¢tico profesional de alto rango. Los elogios que hace de los Gobiernos hu¨¦spedes, muy matizados a primera vista, parecen sinceros.
Los fondos provenientes del Golfo son los que alimentan esen cialmente las cajas de la resistencia palestina, permiti¨¦ndole especialmente la adquisici¨®n de costosos armamentos. Los Gobiernos de la regi¨®n son los m¨¢s dispuestos a apoyar pol¨ªticamente a la OLP, a veces contra sus propias convicciones.
Han condenado sin apelaci¨®n los acuerdos de Camp David, han roto sus relaciones diplom¨¢ticas con Egipto, han aprobado y luego rechazado el plan Fahd. para un arreglo pac¨ªfico, seg¨²n el fluctuante parecer de la central de los fedayin, financian la presencia militar de Siria, aliada de la OLP, en L¨ªbano, a pesar de que la mayor parte de estos Gobiernos sienten aversi¨®n por el r¨¦gimen de Damasco; denuncian a Estados Unidos, critican la Francia de Mitterrand, tratan con miramiento a la Uni¨®n Sovi¨¦tica a causa de las posiciones propalestinas de esta ¨²ltima.
La influencia de la di¨¢spora del Golfo no tiene nada de oculta. "No es m¨¢s misteriosa que la que ejercen los sionistas en Estados Unidos y, de una manera m¨¢s general, en Occidente", oye decir repetidamente el observador de paso. La sensibilidad de los jeques que gobiernan la regi¨®n no se ha visto determinada solamente por su arabidad y su pertenencia al Islam; tambi¨¦n ha sido modelada en sus a?os j¨®venes por preceptores palestinos y, posteriormente, por consejeros altos funcionarios, grandes hombres de negocios, convertidos en amigos, que no ocultan sus simpat¨ªas por la OLP.
De igual modo que la joven generaci¨®n de intelectuales aut¨¢ctonos no escapa a la ideolog¨ªa nacionalista difundida por los mass media, de los que todo el mundo est¨¢ de acuerdo en decir que est¨¢n dominados por numerosos periodistas palestinos con talento. Pero permanecen vigilantes.
Gratitud y desconfianza
Microcosmos del mundo ¨¢rabe, los reinos y principados del Golfo son sensibles como sism¨®grafos a cualquier sacudida que se produzca en uno cualquiera. de los pa¨ªses de la regi¨®n. M¨¢s que cualquier otro, el problema palestino constituye una espada de Damocles, en la medida en que es generador de agitaci¨®n, de revoluciones, de: guerras que ponen en peligro de conmover hasta los cimientos a unos reg¨ªmenes fr¨¢giles y vulnerables.
No hay duda alguna de que los Gobiernos del Golfo desean ardientemente un arreglo pac¨ªfico, de preferencia negociado con la OLP, el ¨²nico capaz de otorgar a la paz un car¨¢cter duradero. Pero, al mismo tiempo que apoyan a la organizaci¨®n de Arafat, retroceden ante cualquier medida que pudiera poner en peligro su prosperidad o su estabilidad. Aqu¨ª, m¨¢s que en otras partes, los intereses de Estado van por delante de los sentimientos de los gobernantes. Estos ¨²ltimos toman, en consecuencia, medidas preventivas o represivas para afrontar el peligro palestino, mucho m¨¢s potencial que real en el actual estado de cosas.
Esta dualidad de comportamiento suscita en los palestinos una actitud ambivalente con respecto a los pa¨ªses hu¨¦spedes: reconocimiento por la hospitalidad recibida, pero tambi¨¦n una s¨®lida desconfianza hacia los ¨¢rabes, cuya solidaridad verbal lo m¨¢s corriente es que sea percibida como un enga?o. En per¨ªodo de crisis, como la provocada por la invasi¨®n de L¨ªbano, la amargura se transforma en indignaci¨®n ante la pasividad de los Gobiernos que se niegan a decretar represalias econ¨®micas contra los c¨®mplices de Israel, Estados Unidos en primer lugar.
Se desgranan entonces todos los rencores soterrados, las traiciones de que piensan se han hecho culpables todos los Estados ¨¢rabes, desde Marruecos a Arabia Saud¨ª, pasando por Jordania, Siria e Irak, a partir del abandono de los insurgentes palestinos contra el ocupante ingl¨¦s en los a?os treinta, hasta la paz separada egipcio-israel¨ª. "Nosotros somos los jud¨ªos de los ¨¢rabes", murmuran, desenga?ados, multitud de palestinos, incluidos altos responsables de la OLP.
El clima pol¨ªtico ha cambiado mucho entre los palestinos del Golfo. Maximalistas hace poco la mayor parte de ellos, se opon¨ªan discretamente, pero con firmeza, al proyecto concebido en 1974 por la direcci¨®n de la OLP de resignarse a aceptar un Estado en Cisjordania y Gaza. Quienes se pusieron a la cabeza de la contestaci¨®n confiesan hoy que es preferible un mini-Estado, aunque sea castrado, a un exilio prolongado.
Aprovechando las lecciones de estos ¨²ltimos a?os, evaluando la relaci¨®n de las fuerzas internacionales, muchos de ellos -sobre todo los que han sobrepasado la cincuentena- desesperan de ver realizarse este compromiso durante su vida. Aunque ninguno duda de quie, a m¨¢s largo plazo, "la entidad racista de Israel" ceder¨¢ la plaza a una "Palestina reunificada", binacional o no, seg¨²n que ese Estado fuera fundado por med¨ªos pac¨ªficos o por la violencia.
Si hubiera que llevar la comparaci¨®n m¨¢s lejos de lo que generalmente ellos lo hacen, podr¨ªa sostenerse que los palestinos de la di¨¢spora no son menos sionistas que los jud¨ªos, que durante siglos no han dejado de repetir en sus plegar¨ªas rituales: "Hachana haba ba Yeruchalayim" ("El a?o pr¨®ximo, en Jerusal¨¦n...").
* El Palestian Statistical Abstract 1981, publicado en Damasco por la Oficina CentraI de Estad¨ªsticas de la OLP, indica, por ejemplo, que en Kuwait, sobre 66.556 parejas, s¨®lo se hab¨ªan divorciado 175 en 1975. Es digno de atenci¨®n tambi¨¦n el hecho de que la poligamia pr¨¢cticamente ha desaparecido entre los palestinos musulmanes.
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