Mejor, el Bombero Torero
Era la Corrida del Mundial y, por tanto, televisada a los dos hemisferios; es decir, la ocasi¨®n que ten¨ªan los taurinos para presumir de fiesta en el ancho mundo; la ¨²nica en la vida, pues mundiales no volver¨¢ a haber en este pa¨ªs por lo menos en cien a?os. Y lo organizaron tan bien -el que fuera, con toda probabilidad la empresa de Las Ventas-, que para empezar se les cay¨® del cartel la m¨¢xima figura, y Juego la ganader¨ªa hubo de ser remendada. El resultado fue un espect¨¢culo entre mediocre y decadente, m¨¢s bien aburrido, del que nadie podr¨¢ presumir. Mejor habr¨ªa sido que televisaran al Bombero Torero. Ese, por lo menos, hace reir, que es bueno para la salud.En realidad, tampoco hay por qu¨¦ quejarse demasiado. Una fiesta mejor habr¨ªa sido mentira. Lo que sali¨® anoche en pantalla fue reflejo de lo que tenemos. Los toros se caen, salvo excepciones; los torer¨¢s son unos pelmas, tambi¨¦n salvo excepciones, y cuando a uno de los coletudos le sale un torillo pastue?o y para aprovechar la feliz circunstancia echa la casa por la ventana, la imaginaci¨®n s¨®lo le alcanza para pegar derechazos. Esto fue lo que hizo, precisamente el torero de m¨¢s calidad y oficio de la terna, Julio Robles, con el toro mejor de la noche, que fue el cuarto: pegar derechazos. Los naturales, los kikirik¨ªes, eso, no le sal¨ªan bien.
Plaza de Las Ventas
26 de junio. Corrida del MundialTres toros de Jandilla (los tres ¨²ltimos), bien presentados y nobles; tres de El Campillo, discretos de presencia, mansurrones. Todos muy flojos. Uno de rejones de El Campillo, manso. Julio Robles: Pinchazo y bajonazo descarado (silencio). Bajonazo (oreja con protestas). Jorge Guti¨¦rrez: Estocada perpendicular atravesada y dos descabellos (aplausos y saludos). Cuatro pinchazos y estocada corta (palmas) Tom¨¢s Campuzano: Pinchazo bajo y descabello (protestas y palmas cuando saluda). Media contraria y descabello (silencio) Joao Moura, en el de rejones: aplausos.
Si hacemos abstracci¨®n de pico, de que citaba con la pierna contraria retrasada y de esa propensi¨®n que tienen los toreros de hoy a ahogar las embestidas, dire mos que los derechazos los peg¨® buenos, en el sentido de que prolongaba el viaje contemple y gusto. Pero no hay por qu¨¦ emocio narse demasiado con la faena de Julio Robles, pues la nobleza del ejemplar que le embisti¨® ped¨ªa toreo bueno, el de verdad, y no me diocridad disimulada con derechazos. Para acabarlo de arreglar, mat¨® de un bajonazo.
El primero era un inv¨¢lido con el que apenas se acopl¨®. Toda la corrida estaba inv¨¢lida. La afici¨®n, que no perdonaba movimiento mal hecho desde su atalaya de la andanada, gritaba "?a picar, a picar!", porque los picadores, por no dejar fuera de combate a los de la cornamenta, simulaban la suerte, y el presidente, haciendo caso a quienes protestaban, obligaba a que hubiera cuatro encuentros con el caballo, en lugar de los tres habituales. En cambio no les hac¨ªa caso cuando ped¨ªan que devolviera esos inv¨¢lidos al corral. El presidente hac¨ªa juego con ciertos ¨¢rbitros que hemos visto en el mundial.Tambi¨¦n arbitraba a favor de casa; es decir, de la empresa.
El mexicano Jorge Guti¨¦rrez ten¨ªa muchos partidarios en el tendido, que le animaban. Cuando le correspond¨ªa actuar, se escuchaba, "?Viva M¨¦xico!" y "?Viva Jorge!". Correspondi¨® con un bonito quite, una faena aseada de corte cl¨¢sico y otra de corte americano, aderezada de revueltas y espaldinas. Anda bien este torero, aunque no apunte nada del otro jueves. Campuzano tore¨® bien a la ver¨®mica, le equivoc¨® la faena a un manso reserv¨®n que se iba a tablas, y al otro, que era manejable, le peg¨® pases desligados y destemplados, que aburrieron al personal.
La actuaci¨®n de Joao Moura tuvo inter¨¦s por la torer¨ªa, el sentido de las distancias y el conocimiento de los terrenos que emple¨® para sacar de tablas a un manso declarado. En cambio, para clavar, si bien citaba de frente, reun¨ªa a la grupa. Como es habitual en este torero, utiliz¨® de mala manera los rejones de muerte, y hubo de intervenir el sobresaliente. Es decir, que tampoco con el caballito hubo fiesta.
La fiesta estaba en el tendido, donde abundaban los clientes propios del Mundial; ex¨®ticas caras, variedad de razas, muchos suramericanos, mexicanos con sus grandes sombreros de enorme ala, y rebosando simpat¨ªa, contagiosa simpat¨ªa que en seguida prendi¨® en el p¨²blico de alrededor. La afici¨®n estaba de u?as, y m¨¢s por el rid¨ªculo que hac¨ªa el espect¨¢culo taurino, vaya espect¨¢culo, y eran muchos los que se lamentaban de que no hubieran televisado al Bombero Torero. Por lo menos nos habr¨ªa hecho reir. Los for¨¢neos del Mundial debieron salir la plaza convencidos de que aquella no era la fiesta del arte y del valor. Y los telespectadores de los dos hemisferios, seguramente apagar¨ªan el televisor, a?orando el Mundial. Para colmo, la nochecita era serrana, y nos pelamos de fr¨ªo. Otra como esta, no, nunca, (la de la Prensa tambi¨¦n ser¨¢ de noche)
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