Recrudecimiento del ambiente antiespa?ol en Gibraltar
El nuevo aplazamiento de la reapertura de la verja y la soluci¨®n del conflicto de las Malvinas han colocado a la poblaci¨®n gibraltare?a en una posici¨®n m¨¢s antiespa?ola y probrit¨¢nica que nunca. "Hay que cambiar la verja por una tapia de cuarenta pies de alto" claman los llanitos. En los balcones, los geranios alternan con las banderas inglesas, y en las calles, los comentarios contra Espa?a son un¨¢nimes.
La peque?a y conservadora sociedad gibraltare?a presenta estos d¨ªas m¨¢s contradicciones que nunca. Ya no son s¨®lo los bobbies de intachable aspecto que te indican una direcci¨®n con el m¨¢s correcto acento gaditano quienes te producen una sensaci¨®n indefinible. Ahora es la celebraci¨®n de un m¨ªtin antiespa?ol, dirigido por Joe Bossano, l¨ªder del partido laborista y de los sindicatos, y que se dirige a sus seguidores en castellano para obtener de ellos, con ¨¦xito, una reafirmaci¨®n probrit¨¢nica. O es un joven de aspecto andaluz, portador todav¨ªa de una camiseta con un letrero que pide fondos para la lucha de las Malvinas (Falkland task force found), que te dice: "Yo zoy ingl¨¦, picha".
El ambiente que se recoge estos d¨ªas en Gibraltar es, desde luego, p¨¦simo hacia Espa?a. La posibilidad de la apertura hab¨ªa sido contemplada desde el otro lado de la verja con ciertas reticencias por lo que eso pod¨ªa suponer de abandono por parte de Inglaterra y de incertidumbre hacia el futuro, pero se deseaba salir de un aislamiento que crea una inevitable sensaci¨®n de claustrofobia a los 25.000 habitantes del Pe?¨®n; cuyos movimientos est¨¢n limitados a la carretera de siete kil¨®metros que rodea la Roca. La nueva negativa ha hecho estallar un fuerte despecho. Hasta aquellos que m¨¢s deseaban volver a abrazar a sus familiares en La L¨ªnea o que confiaban en la apertura para mejorar su actividad comercial aseguran ahora estar para siempre dispuestos a prescindir de la comunicaci¨®n por tierra con Espa?a, y no tienen inconveniente en arrojar a la cara del espa?ol que les pregunta por el asunto las ventajas que a su juicio tiene el aislamiento: "Aqu¨ª no hay delincuencia, y cuando entremos en comunicaci¨®n con Espa?a, ya veremos. Ahora puede usted dejar el coche abierto, que nadie se lo robar¨¢, y tampoco encontrar¨¢ a nadie que haya tenido que comprar una puerta blindada para su casa. Eso aqu¨ª no existe. S¨®lo se ha pensado en medidas de seguridad cuando hablaron de abrir."
La nueva situaci¨®n garantiza adem¨¢s para los gibraltare?os una ampliaci¨®n temporal de su dependencia de Inglaterra, de la que se sienten satisfechos. La guerra de las Malvinas (aqu¨ª todo el mundo dice Falkland) ha servido para tranquilizarles en dos aspectos. Por un lado, han comprobado que el Reino Unido es capaz de llegar hasta las ¨²ltimas consecuencias para defender una colonia, cosa de la que no estaban seguros cuando se produjo la invasi¨®n argentina, y por otra, conf¨ªan en que el n¨²mero de barcos averiados en las batallas del Atl¨¢ntico sur justifique durante alg¨²n tiempo la superviviencia del arsenal, piedra angular de la econom¨ªa de la colonia.
Los astilleros
Hace aproximadamente un a?o que el ministerio ingl¨¦s de Defensa hab¨ªa anunciado su intenci¨®n de cerrar los astilleros militares, conocidos como el arsenal, lo que fue contemplado por los gibraltare?os como un primer paso para el abandono de la colonia a su propia suerte. Aunque s¨®lo unas dos mil personas trabajan en ¨¦l, su cierre afectar¨ªa a la totalidad de la econom¨ªa gibraltare?a y supondr¨ªa la necesidad de buscar unas nuevas v¨ªas para sostenerse. La posibilidad de que tras una primera fase de negociaciones Espa?a hubiera comprado los astilleros a fin de crear una dependencia econ¨®mica de los gibraltare?os cara a su futura integraci¨®n era contemplada con intranquilidad.
La situaci¨®n ahora, tras el nuevo aplazamiento, es muy otra. El futuro del arsenal, como queda dicho, parece garantizado para un plazo prudencial de tiempo. La soluci¨®n de la crisis de las Malvinas y la exigencia de Espa?a respecto a la soberan¨ªa ha colocado a los l¨ªderes m¨¢s probrit¨¢nicos en una posici¨®n de ventaja.
Joe Bossano, que siempre rechaz¨® el acuerdo de Lisboa por considerarlo como un primer paso para la entrega de Gibraltar a Espa?a y asegur¨® una y otra vez que la soberan¨ªa era el primer y ¨²nico objetivo espa?ol, se ha anotado un ¨¦xito importante.
Sir Joshua Hassan, primer ministro, y Peter Isola, l¨ªder de la oposici¨®n, que confiaban en las negociaciones, han quedado en una posici¨®n dificil, si bien tratan de taparse con la soluci¨®n final del asunto, la supresi¨®n de las conversaciones ante la exigencia espa?ola. Y Jos¨¦ Manuel Triay, el l¨ªder del Partido de la Autonom¨ªa, defensor del entendimiento con Espa?a, es el gran derrotado por la nueva situaci¨®n, e incluso habla de recurrir a la comisi¨®n pro Derechos Humanos de la ONU.
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