Un melodrama en tono de aficionados

Cultivar la afici¨®n de la m¨²sica, y de la ¨®pera en particular, es empresa loable. Pero la afici¨®n, por paradoja, no s¨¦ cultiva desde la afici¨®n, y afici¨®n y no m¨¢s ha sido el tono del segundo t¨ªtulo del Ciclo de Opera de C¨¢mara", que tiene lugar en Valencia.

Il campanello, ¨®pera de pasatiempo, compuesta con precipitaci¨®n, como tantas otras, por Gaetano Donizetti, y estrenada en N¨¢poles en 1836, un a?o despu¨¦s de la Luc¨ªa, es m¨²sica de buen oficio para un entrem¨¦s de comicidad elemental. Un elixir discreto que, servido con gusto y tino, puede hacer las delicias del auditorio-espectador.

Una puesta en escena de fin de curso escolar para una trama inocente, como la del boticario que no goza su noche de boda a causa de los clientes, supone, por m¨¢s que el p¨²blico benevolente r¨ªa, un m¨ªnimo gasto de ingenio. Pero puede pasar.

Lo que no puede pasar es la mediocridad de una lectura musical en donde los profesionales condescienden, con simpat¨ªa, pero sin ensayos, al nivel de los aficionados. Porque las voces, algunas con buen timbre, cantaron con generosidad los aires cantables: no as¨ª los recitativos, en un ralent¨ª que desangela la m¨¢s aguda comicidad.

Pero en vano. La Orquesta Municipal, reducida con riesgo a orquesta de c¨¢mara, tuvo buen cuidado de cubrir con un imp¨ªo, que no piadoso velo, a ratos impenetrable, el juego de las voces madre, como es sabido, de este cordero que es la ¨®pera buffa italiana.

Como entretenimiento inofensivo de los saciados de cultura, con o sin raz¨®n, Dios lo sabe, vale; como solaz de sedientos, no.