Las finanzas del Vaticano
?C¨®mo est¨¢ compuesto el laberinto de las finanzas vaticanas? Es una cosa bastante compleja, pues funcionan toda una serie de peque?os reinos aut¨®nomos y sin comunicaci¨®n entre ellos. Pablo VI fue el primero que intent¨® poner un poco de orden e incluso publicar los balances de las finanzas de la Santa Sede, como hacen todos los Estados. Pero no lo consigui¨®. Fue ¨¦l quien cre¨®, sin embargo, la llamada Prefectura de los Asuntos Econ¨®micos de la Santa Sede (PAE). La presidencia pertenece a la Secretar¨ªa de Estado.Pero, ?qu¨¦ es lo que controla concretamente la PAE? Nominalmente, la Administraci¨®n de la Sede Apost¨®lica (PSA) tiene dos secciones: la ordinaria y la extraordinaria. La primera controla el n¨²cleo original de los bienes de la Santa Sede, sobre todo el patrimonio de inmuebles, una parte del cual est¨¢ exenta de contribuci¨®n, seg¨²n el art¨ªculo 16 de los Pactos Lateranenses. La segunda recoge la Administraci¨®n especial, creada por P¨ªo XI en 1929 para utilizar los fondos recibidos por Mussolini como indemnizaci¨®n. Se trata de un patrimonio ingente compuesto por t¨ªtulos, obligaciones, dep¨®sitos bancarios, etc¨¦tera, que en 1978 constaba de unos 1.200 millones de d¨®lares.
Es aut¨®noma la administraci¨®n llamada Obolo de San Pedro, que vive de donaciones y de fondos que no se conocen. Y lo es tambi¨¦n Propaganda Fide, que costea los gastos de la congregaci¨®n para la evangelizaci¨®n de los pueblos. Vive de t¨ªtulos y propiedades inmuebles urbanas y rurales.
La PSA controla tambi¨¦n los ingresos del Estado del Vaticano, que oficialmente vive de la venta de sellos, medallas y billetes de ingreso a los museos, m¨¢s las ganancias del famoso economato vaticano, donde se venden productos extranjeros que no pagan IVA.
Otra fuente de ingresos, aunque algo m¨¢s peque?a, la constituyen las bendiciones papales, que pasan al Servicio Asistencial del Santo Padre. Se trata del dinero en moneda que el Papa tiene en su despacho para hacer obras de caridad personal. No debe de ser mucho porque una sobrina de Juan XXIII, religiosa, directora de una cl¨ªnica romana, cont¨® a EL PA?S la siguiente an¨¦cdota: "Fui un d¨ªa a pedirle a mi t¨ªo un poco de dinero para la comunidad, y ¨¦l, riendo, me dijo: ?Te crees que eres sor Pasqualina? Mira todo el dinero que le dan al Papa en el Vaticano", y, abriendo un caj¨®n, le ense?¨® lo que ten¨ªa: 30.000 pesetas.
Finalmente est¨¢ el famoso y cacareado IOR (Instituto de obras de Religi¨®n) o Banco Vaticano, que no est¨¢ bajo el control de la Prefectura. Oficialmente controla los capitales y bienes "destinados a obras de religi¨®n y de cristiana piedad".
Funciona como un banco y acepta cuentas s¨®lo de dependientes del Vaticano, institutos y con gregaciories religiosas, diplom¨¢ticos acreditados ante la Santa Sede y seglares que se comprome tan a dedicar parte de su dinero a obras de religi¨®n. Ha sido ¨²ltimamente este banco el que se ha hecho cargo de todas las deudas de la Santa Sede, que el a?o pasado ascend¨ªan a los 1.700 millones de pesetas.
La inc¨®gnita es si, ¨²ltimamente, con la quiebra de Sindona y despu¨¦s con el embarazoso caso Calvi, el Vaticano ha perdido de verdad muchos millones. Aqu¨ª es donde se haya el aut¨¦ntico misterio. Hay, quien asegura que estas dos operaciones han sido un desastre para el IOR y que, por eso el Papa llam¨® a Roma a los cardenales para que le ayudaran. Pero otros, entre ellos el mismo Marcinkus, han dicho siempre que el Vaticano ha sido muy h¨¢bil y que no s¨®lo no ha perdido, sino que, en realidad, ha ganado dinero. Aqu¨ª s¨ª que se puede decir, como afirmaba con mucho sentido del humor un monse?or joven del Vaticano, que "s¨®lo Dios lo sabe", porque parece ser que ni el Papa conoce toda la verdad.
Mientras tanto, en el mundo laico se estudian los simbolismos del famoso puente Blackfriars, de Londres, donde apareci¨® ahorcado Roberto Calvi, a quien la prensa inglesa bautiz¨® como banquero de Dios. Se dice que el lugar escogido para el suicidio no pod¨ªa ser mejor. El nombre del puente, Blackfriars (frailes negros), se lo dieron los frailes dominicos, llamados hermanos negros por el color de sus h¨¢bitos (los miembros de la masoner¨ªa se suelen llamar entre s¨ª hermanos). El convento de Blackfriars fue muy floreciente durante tres siglos, desde 1200 a 1543 (cuando Enrique VIII cerr¨® los monasterios). Era en su tiempo uno de los m¨¢s ricos de Londres. Los pobres hac¨ªan cola para recibir su raci¨®n de rancho. Eran tantos que, seg¨²n las cr¨®nicas, una vez murieron cincuenta, aplastados unos contra otros. Destruido el convento y la iglesia, qued¨® en pie s¨®lo el cementerio de Sainte Anne, que hoy aparece circundado por oficinas. En 1666, durante el gran incendio de Londres, la zona de Blackfriars fue completamente destruida y se convirti¨® en un lugar de miseria al lado del barrio de los grandes negocios. Fue famoso aquel lugar por los ladrones y prostitutas, y all¨ª surgieron cuatro c¨¢rceles. Para sanear la zona se decidi¨® construir all¨ª el tercer puente de Londres; volvi¨® a ser destruido cuando lleg¨® el ferrocarril, y aque lla zona se convirti¨® definitivamente en el lugar de las grandes oficinas y de los grandes diarios, entre ellos el prestigioso Times.
Comentando las vicisitudes del puente, bajo el cual apareci¨® sin vida el cuerpo de Calvi, Il Manifesto, con un humor casi ingl¨¦s, afirma que aun en el caso de que los asesinos de Calvi no conocieran a fondo la historia del puente, sin embargo, todos estos detalles forman parte de la "misteriosa historia del banquero".
?Por qu¨¦?Seg¨²n el diario romano, porque no se pod¨ªan encontrar m¨¢s s¨ªmbolos: un convento de religiosos, filas de pobres; despu¨¦s, lugar de ladrones, sede del primer diario ingl¨¦s. Y Calvi, banquero de Dios, ligado al Vaticano, que quiso comprar el primer diario italiano, en connivencia con la mafia y la masoner¨ªa, que muere bajo este puente con los s¨ªmbolos de la masoner¨ªa en sus bolsillos y de la mafia en la forma de muerte ejemplar; con monedas de muchos pa¨ªses en su cartera y las cuatro viejas c¨¢rceles alrededor de Blackfriars, para recordar, dice Il Manifesto, que el se?or Calvi, y con ¨¦l muchos otros, deber¨ªan ser hu¨¦spedes de las italianas: con el permiso, naturalmente, de los "hermanos negros (?masones?) y de la Magistratura".
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