Andr¨¦ Laurens: "Quiero seguir haciendo simplemente 'Le Monde"
En el primer piso del edificio de Le Monde, a dos pasos de la Opera de Par¨ªs, existe un despacho, rectangular, casi feo, con cara de vigilia, desamueblado, en el que se puede meditar o hacer footing. Es el despacho m¨¢s admirado y temido de todos los medios de comunicaci¨®n galos. Todo el mundo sabe que aqu¨ª, a las ocho de la ma?ana de cada d¨ªa, una docena de cerebros del equipo dirigente de Le Monde elabora la doctrina que va a repartir, sin fotos y con letra peque?a, a la una del mediod¨ªa de la misma jornada. Acto seguido, si "Le Monde lo ha dicho" o "Le Monde no lo ha dicho", con raz¨®n o sin ella, pesar¨¢ como pesan los gestos, las muecas o los pensamientos de eso que se llama una instituci¨®n.En este cobijo nos recib¨ªa el hombre "m¨¢s modesto del mundo", el "hombre tranquilo", el periodista cuasi an¨®nimo que, de jefe adjunto de la secci¨®n de pol¨ªtica del peri¨®dico, tras veinte a?os de servicios, ha pasado a director, como si nada. El mismo dice que en la asignatura que m¨¢s ha brillado es en "el arte de pasar desapercibido". En un n¨²mero extraordinario, ir¨®nico, editado para conmemorar el acontecimiento del traspaso de poderes, sus compa?eros lo caricaturizan as¨ª: es "el desconocido de la casa", es "el gran mudo". El otro d¨ªa lo sometieron a un cuestionario-test y afirm¨® que cre¨ªa que "uno m¨¢s uno suman dos", se?al¨® al torturador como al hombre m¨¢s despreciable de la humanidad, consider¨® posible una guerra nuclear "por la simple raz¨®n de que las armas nucleares existen", y en un abanico pol¨ªtico de la derecha a la izquierda, cuya calificaci¨®n vaya de uno a diez, se situ¨® al nivel de 7,33. Este Laurens nacido en Montpellier, nieto de espa?oles por parte de su madre, conocedor de la Espa?a no tur¨ªstica, sobre todo sonriente sin estridencias, educado sin afectaci¨®n, simple y ali?ado de algo que retiene, el viernes pasado, como si no tuviera nada que hacer, dialog¨® un buen rato con su interlocutor y colega.
Pregunta. En Francia se dice que s¨®lo hay dos despachos por los que merece la pena levantarse a las seis de la madrugada: el del palacio del El¨ªseo, donde trabaja el presidente de la Rep¨²blica, y el de Le Monde. ?Qu¨¦ impresi¨®n le ha producido el ocupar este ¨²ltimo?
Respuesta. No se pueden comparar las dos funciones. Le Monde, como todos los ¨®rganos de Prensa, juega un papel pol¨ªtico, testimonia, pero no act¨²a, como lo hacen los pol¨ªticos. En todo caso, ser¨ªa comparable el inter¨¦s de los despachos y, de ser as¨ª, merece la pena, en efecto, levantarse pronto. Por lo dem¨¢s, encontrarme en este despacho me halaga, ya que me han elegido mis compa?eros por gran mayor¨ªa. Pero me inquieta el preguntarme si estoy o no a la altura necesaria. De momento, sigo siendo periodista y empiezo a enterarme de lo que es la gesti¨®n.
P. ?Qu¨¦ va a cambiar en Le Monde con usted?
R. No habr¨¢ muchos cambios, no son necesarios, porque el peri¨®dico goza de prestigio y de una imagen de marca en Francia y en el extranjero. Habr¨¢ cambios, claro: los que conlleva la informatizaci¨®n que estamos implantando y la llegada de nuevas generaciones, que aportan su sensibilidad espec¨ªfica. Pero lo que yo quiero hacer, sobre todo, es Le Monde, simplemente.
P. Desde que llegaron al poder los socialistas, hace poco m¨¢s de un a?o, se dice que Le Monde, al apoyarlos, ha cedido en su independencia pol¨ªtica. El primer comentario suyo, el pasado jueves, criticando severamente al Gobierno a causa de su nuevo Estatuto para la villa de Par¨ªs, ?significa un cambio en la pol¨ªtica de mantener distancias respecto al poder?
R. Es excesivo decir que estamos con el Gobierno actual. Es cierto que este peri¨®dico se comprometi¨® al considerar que era necesario el cambio pol¨ªtico y esto, aunque s¨®lo sea por coherencia, conlleva una cierta complacencia. Pero nosotros hemos sido cr¨ªticos, sobre todo, en el terreno econ¨®mico. Y he de decir que, en 1974, cuando gan¨® Giscard, tambi¨¦n fuimos favorables a sus reformas de los primeros tiempos. Le Monde es independiente, econ¨®mica y pol¨ªticamente, y seguir¨¢ si¨¦ndolo mediante el ejercicio del papel natural, de contrapoder, que le corresponde. Esta es la vocaci¨®n de la Prensa. Sobre mi art¨ªculo del otro d¨ªa, fue una coincidencia. Si en este sill¨®n hubiese estado mi antecesor, tambi¨¦n habr¨ªa criticado esa decisi¨®n gubernamental.
P. En 38 a?os de vida, el peri¨®dico s¨®lo ha tenido tres directores, con usted. Esta continuidad de la direcci¨®n es un elemento importante en el ¨¦xito de Le Monde.
R. S¨ª, la permanencia de los directores ha garantizado la continuidad del esp¨ªritu del diario. Yo tambi¨¦n espero ser un elemento de esa permanencia, porque, como le he dicho, lo que quiero hacer es Le Monde. El ¨¦xito, globalmente analizado, se debe a que se ofrece una informaci¨®n completa, rica, seria, a un p¨²blico determinado que la necesita. Un lector nuestro puede no estar de acuerdo con el peri¨®dico, pero encuentra en ¨¦l los elementos necesarios para crear ¨¦l su juicio. Yo dir¨ªa que el ser un instrumento de trabajo como lo es Le Monde equivale al ¨¦xito.
P. ?C¨®mo ve el panorama de la Prensa escrita?
R. Existen problemas, en efecto. Cada d¨ªa es mayor la cultura de las gentes, pero la cultura audiovisual nos roba los lectores potenciales. Por ello entiendo que los peri¨®dicos como Le Monde ser¨¢n los que se beneficiar¨¢n de esa masa diversamente intelectual que necesita este tipo de periodismo. Los dem¨¢s ¨®rganos de la Prensa escrita encontrar¨¢n dificultades crecientes.
P. ?No es posible la colaboraci¨®n entre la Prensa escrita y la audiovisual?
R. S¨ª lo es, y nosotros ya lo practicamos algo y pensamos desarrollar esa colaboraci¨®n con la radio y la televisi¨®n.
P. Introducir¨¢ usted las fotos en el austero Le Monde.
R. El problema est¨¢ ah¨ª, palpable, pero no est¨¢ previsto. Yo creo que las fotos da?ar¨ªan esa imagen de austeridad que nos caracteriza.
P. ?Qui¨¦n es m¨¢s liberal con la Prensa, la derecha que gobern¨® o la izquierda que gobierna en Francia?
R. En primer lugar, hay que decir que, en Francia, ha habido libertad antes y ahora. El giscardismo fue m¨¢s liberal que el gaullismo. Y, hoy, la izquierda, en realidad, no lo puede hacer mucho mejor, puesto que, como le dec¨ªa, ha existido siempre una cota respetable de libertad. Ahora bien, personalmente, pienso que, con la derecha o con la izquierda, el periodista tiene que conquistar la informaci¨®n, porque los que la poseen siempre est¨¢n tentados por retenerla.
P. ?C¨®mo ve el director de Le Monde esa agresividad permanente que caracteriza las relaciones franco-espa?olas?
R. Esa agresividad es coyuntural. Existe el problema vasco, que, antes o despu¨¦s, se resolver¨¢. Y luego, las cuestiones econ¨®micas, que confrontan intereses, sin duda, pero que tambi¨¦n deben superarse. Pienso realmente que el acercamiento entre los dos pa¨ªses se producir¨¢ a m¨¢s o menos corto plazo.
El par¨¦ntesis que signific¨® la dictadura se sufre hoy, pero cuando pienso que se ha superado el grave contencioso hist¨®rico franco-alem¨¢n, no puedo creer que Espa?a y Francia no salvar¨¢n sus dificultades presentes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.