Se puede tener alguna satisfacci¨®n
En contra de lo que apunta la famosa e inevitable canci¨®n de los Rolling Stones, -I can't not satisfaction-, la tarde tuvo innumerables satisfacciones, la primera cuando sali¨® al escenario el conjunto J. Geils Band, que toc¨® durante 45 minutos y supo calentar al personal con gran habilidad y muy buen sonido. Aunque no posea el carisma de los Rolling, esta banda norteamericana tiene un buen desparpajo y la imagen de quien se sabe con categor¨ªa para superar el papel de telonero.Pero satisfacciones aparte (que las hubo desde el principio ante el solo espect¨¢culo de la concurrencia: cuarentones en traje de ba?o, treinta?eras en bikini, j¨®venes que no volver¨¢n a ser rebeldes pero que quieren volver a vivir una segunda-juventud, y una gran mayor¨ªa que est¨¢ todav¨ªa en la primera), no faltaron los esperados inconvenientes. Por ejemplo, medio centenar de lipotimias, seis de las cuales fueron r¨¢pidamente evacuadas en ambulancias de la Cruz Roja, dos peleas de alguna importancia, la detenci¨®n de media docena de rateros y unas colas interminables porque los organizadores se empe?aron en no abrir todas las puertas y hubo que tomar al abordaje las disponibles para no llegar con retraso al espect¨¢culo. Menos mal que a las seis de la tarde, en lugar de los teloneros, sali¨® una voz por los altavoces pidiendo paciencia "porque hay miles de personas que todav¨ªa no han podido entrar". "Como la J. Geils Band son muy buenos, vamos a esperar un rato para que no se lo pierdan los que est¨¢n fueras", se disculp¨® la voz. Pero la espera dur¨® m¨¢s de una hora, que fue otra m¨¢s entre actuaci¨®n de teloneros y grupo estelar.
Ni una protesta airada. Ni mutis alguno cuando empez¨® a llover. Quienes a¨²n no se hab¨ªan quitado la camisa, tuvieron la oportunidad o su disculpa. Antes hab¨ªan abundado las coca-colas, incluso para regarse la cabeza con ellas, o las botellas de agua -nada de cristal, s¨®lo pl¨¢stico, aunque los cacheos a la entrada eran muy leves para evitar lo contrario-, mientras los m¨¢s enterados se dirig¨ªan hacia los servicios del estadio para remejarse utilizando el agua de las cisternas de los retretes. Sobre el c¨¦sped, que no sufri¨® otros desperfectos que los previsibles por las pisadas de varios millares de personas, la espera se consumi¨® mirando a los espectadores de las gradas que hac¨ªan lo propio con los que se sentaban en la hierba. Y no faltaron los valientes que, a¨²n teniendo lugar a la sombra a aquellas horas prefirieron aprovechar, antes de la lluvia, las dos mil pesetas que cos taba el recital para tomarse tambi¨¦n un generoso bronceado.
Lo dem¨¢s fue m¨²sica
Pasadas las ocho de la tarde, con una hora de retraso sobre el programa previsto, segu¨ªa habiendo colas para entrar e iba complet¨¢ndose el n¨²mero de espectadores. Imposible el c¨¢lculo, ni a¨²n apelando al billetaje vendido. Para los organizadores, m¨¢s de 70.000 personas. Para los servicios de seguridad, hab¨ªa que a?adir unos pocos miles. Para los porteros, gente como nunca: unas 100.000 personas. Eso sin contar los 500 polic¨ªas municipales o los 600 miembros de la Polic¨ªa Nacional, que rodeaban el estadio o patrullaban por el interior del campo, imperturbables y r¨ªgidos, aunque sin excesivo trabajo. S¨®lo alguno se permiti¨® el relajo de tomarse en p¨²blico un vaso de cerveza en pl¨¢stico y el no menor atrevimiento (teniendo en cuenta que afuera quedaban compa?eros a caballo y el ruido gratuito de algunas sirenas) de sonre¨ªr ante el llamativo espect¨¢culo de los no escasos extravagantes que merodearon el concierto. Y hasta hubo quien segu¨ªa el ritmo, fusil en mano, con el rock por clavel revolucionario.
Lo dem¨¢s fue m¨²sica, satisfacci¨®n (alguna vez se puede conseguir lo que quieres, desmintiendo otra de sus), y el corolario que suele poner Mick Jagger a sus actuaciones: "Soberbios, como de costumbre". El sonido que la Administraci¨®n Nacional para la Aerona¨²tica y el Espacio -la NASA estadounidense-, ha preparado para el conjunto permiti¨® a los del estadio y a quienes aguantaron en el exterior volver a casa con la seguridad de no haber perdido el tiempo: Rolling Stones sonaron mil metros a la redonda.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.