El f¨²tbol y el proteccionismo
LAS VICTORIAS de la selecci¨®n italiana de f¨²tbol contra Argentina, Brasil y Polonia le han abierto el camino de la final y la posibilidad de proclamarse, por tercera vez en la historia de ese deporte, campeona del mundo. La ocasi¨®n es apropiada para comentar algunos curiosos nexos, no siempre visibles, entre el deporte y las relaciones laborales dentro de la Comunidad Econ¨®mica Europea y para relanzar la sempiterna pol¨¦mica sobre las ventajas e inconvenientes del proteccionismo futbol¨ªstico.Hace algunos a?os, la Federaci¨®n Italiana de F¨²tbol, preocupada por el bajo rendimiento de su selecci¨®n internacional, decidi¨® prohibir la importaci¨®n de jugadores extranjeros con la esperanza de enderezar a plazo medio las p¨¦simas actuaciones de la squadra azzurra. La medida fue un ¨¦xito, pero los intermediarios del balompi¨¦, asesorados por h¨¢biles letrados, denunciaron a Italia ante las autoridades de la Comunidad Econ¨®mica Europea, argumentando que el Tratado de Roma hab¨ªa sido violado por esa pol¨ªtica proteccionista y que la libre circulaci¨®n de trabajadores quedaba lesionada con esta prohibici¨®n. Aunque a los redactores del tratado posiblemente ni se les hab¨ªa pasado por la imaginaci¨®n la eventualidad de ese curioso litigio, los abogados consiguieron que el Tribunal de Justicia de la Comunidad fallara a su favor y sentenciara que un futbolista es un trabajador m¨¢s, con derecho a desplazarse libremente desde Holanda o Alemania hasta Italia.
En consecuencia, la prohibici¨®n fue levantada en 1980, y desde entonces, Italia ha mantenido sus fronteras abiertas a las estrellas extranjeras del balompi¨¦. La decepcionante actuaci¨®n de los azzurri en la primera ronda del campeonato fue atribuida por algunos periodista! a la circunstancia de que la liberalizaci¨®n de las importaciones de futbolistas, hab¨ªa diezmado la espl¨¦ndida squadra que derrot¨® en el ¨²ltimo Mundial al equipo argentino, proclamado campe¨®n m¨¢s tarde con la colaboraci¨®n de los ¨¢rbitros y de la selecci¨®n peruana. A esa cr¨ªtica se un¨ªa el recuerdo del esc¨¢ndalo de las quinielas ama?adas, en el que hab¨ªan participado estrellas como Paolo Rossi, inhabilitado durante dos a?os a consecuencia de ese asunto. Pero los triunfos en los tres ¨²ltimos partidos de la squadra azzurra han demostrado que la siembra de los setenta hab¨ªa dado sus frutos.
La CEE contin¨²a manteniendo alejada de sus puertas. la Espa?a. De esta forma quedan tambi¨¦n bloqueadas las oportunidades de nuestros trabajadores para circular libremente hacia los pa¨ªses m¨¢s ricos e industriales de la Comunidad. Algunos opinar¨¢n, mitad en serio, mitad en broma, que una forma simb¨®lica de responder a ese bloqueo ser¨ªa imitar el abolido proteccionismo deportivo italiano, a fin de intentar el resurgimiento del pobre f¨²tbol espa?ol. As¨ª, el nuevo portazo comunitario tendr¨ªa, al menos, la utilidad de que nuestra selecci¨®n pudiera hacer un papel m¨¢s decoroso en Colombia dentro de cuatro a?os.
Sin embargo, no ser¨ªa f¨¢cil que los aficionados espa?oles se resignasen a una pol¨ªtica proteccionista de efectos a medio o largo plazo que les privase, en el intervalo, de la posibilidad de contemplar el juego de Maradona, Schuster, Valdano o Stielike, capaces, de a?adidura, de ense?ar los secretos del oficio a sus compa?eros de equipo. De otra parte, las medidas restrictivas tropezar¨ªan con la enemiga de los presidentes de los grandes clubes espa?oles, algunos de los cuales, al igual que sus equivalentes italianos, han convertido la pr¨¢ctica del f¨²tbol profesional en una copiosa fuente de beneficios indirectos, econom¨ªas externas y tr¨¢fico de influencias, cuya ¨²nica justificaci¨®n ante los socios y seguidores es garantizar, al precio que sea, el atractivo del espect¨¢culo y los ¨¦xitos en los torneos. Tampoco cabe olvidar las grotescas e innobles manipulaciones paraguayas de anta?o, cuando los intermediarios, para orillar las prohibiciones proteccionistas, falsificaban partidas de nacimiento o buscaban falsos padres espa?oles, a fin de hacer pasar por oriundos a jugadores latinoamericanos. Una Liga sin extranjeros tal vez potenciar¨ªa las posibilidades espa?olas en las competiciones internacionales a cuatro u ocho a?os vista, pero a corto plazo amenazar¨ªa con vaciar, por aburrimiento, nuestros estadios.
Tras los reiterados tropiezos de nuestra selecci¨®n en los torneos internacionales, la medicina habitualmente aplicada ha sido la modificaci¨®n, en sentidos diametralmente opuestos, de la pol¨ªtica a seguir con los jugadores extranjeros. Cuando el rev¨¦s en un mundial coincid¨ªa con una ¨¦poca de pl¨¦tora de jugadores extranjeros, el remedio adoptado era restringir o prohibir su importaci¨®n. Por el contrario, cuando la derrota se produc¨ªa tras un per¨ªodo proteccionista, el recurso era levantar la medida prohibitiva para que los extranjeros ense?aran a los es pa?oles a jugar mejor al f¨²tbol. Despu¨¦s del rotundo fracaso de nuestra selecci¨®n en el Mundial-82, la pol¨¦mica volver¨¢ a resurgir, presumiblemente, con todo vigor. Mucho nos tememos, sin embargo, que la le?a arrojada sobre esa hoguera sirva fundamentalmente para desplazar el fuego de la discusi¨®n hacia un terreno lateral que permita ocultar los aut¨¦nticos problemas de nuestro f¨²tbol profesional, dominado por una continuista red caciquil de s¨®rdidos intereses y de resonantes vanidades y necesitado de una operaci¨®n de saneamiento, moralizaci¨®n y reforma. Ni los cuantiosos dineros del f¨²tbol pueden seguir siendo administrados por directivos irresponsables que endeudan sin garant¨ªas a sus clubes ni la Federaci¨®n Espa?ola debe seguir en las incompetentes y aprovechadas manos de quienes han organizado la cat¨¢strofe del Mundial-82.
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