La 'squadra', en estado de gracia
El triunfo de la selecci¨®n italiana en el Mundial ha sido redondo, inobjetable. Una a una, desde la fase segunda hasta la final, ha ido apartando a las selecciones que figuraban como favoritas para el t¨ªtulo de campe¨®n mundial: Argentina, Brasil, Alemania Occidental y hasta la que en segundo t¨¦rmino apareci¨® en el plano final: Polonia, y ha ganado la Copa del Mundo libre de la objeci¨®n que pudo hacerse a las dos ¨²ltimas selecciones que la ganaron: la de la Rep¨²blica Federal de Alemania, en Munich, y la de Argentina, en Buenos Aires, dentro de los t¨¦rminos rigurosos del sistema de copa, que requiere que la selecci¨®n vencedora no haya perdido ning¨²n encuentro. En Espa?a, la fenomenal carrera italiana ha estado exenta de esta m¨¢cula y reluce limpia y clara como una medalla.Se trata de una realidad aplastante que rebasa todos los argumentos. Lo primero que vemos en ella es que el ¨¦xito es de aquellos que, como el que anunciaba el c¨¦lebre cartel teatral, sorprenden a la propia empresa. La selecci¨®n italiana ven¨ªa al Mundial de Espa?a envuelta en un clima de escepticismo y de frustraci¨®n de las antiguas esperanzas que hab¨ªan saludado el nacimiento de esta misma formaci¨®n en el Mundial anterior, donde lleg¨® al cuarto puesto despu¨¦s de una primera fase esperanzadora. Pero luego no mantuvo su l¨ªnea, porque si gan¨® a los austriacos, empat¨® con Alemania Occidental y perdi¨® con Holanda, y en la final de consolaci¨®n cay¨® ante Brasil. Con la adici¨®n de Bettega -cuya ausencia ahora levantaba tanto pesimismo en Italia-, era b¨¢sicamente la squadra que ha arrasado en el Mundial espa?ol en la hora de la verdad, all¨ª estaban desde Zoff hasta Rossi y los nombres b¨¢sicos de 1982: Antognoni, Scirea, Gentile, Tardelli, Cabrini y Causio (que en Espa?a apareci¨® de suplente algunos minutos, superado por la juventud de Conti), y su clasificaci¨®n fue honorable, pero no respondi¨® a las esperanzas que hab¨ªa levantado.
Luego, esta misma selecci¨®n b¨¢sica, dos a?os despu¨¦s, en la propia Italia, localizaci¨®n que hab¨ªa buscado para ella Artemio Franchi en la UEFA para el new look de las finales de la Copa de Europa de las Naciones, no logr¨® pasar del cuarto puesto. Ello, la ausencia de Rossi -alejado del f¨²tbol por su participaci¨®n indudable en el sucio negocio de las quinielas paralelas- y la trayectoria de sus andanzas para la clasificaci¨®n de grupo para venir a Espa?a, que Hev¨® consigo una derrota en Dinamarca y un empate contra Grecia en campo italiano, esparci¨® en torno a las posibilidades de Italia un ambiente de escepticismo que hostig¨® desde la Prensa y la opini¨®n a Enzo Bearzot, que no disipaba la reincorporaci¨®n de Rossi, una inc¨®gnita que volvi¨® del fr¨ªo, ni mucho menos los tres oscuros empates en Vigo no hace un mes, con dos goles a favor y dos en contra (ante Per¨² y Camer¨²n), no levantaron, sino que corroboraron.
El pron¨®stico que apartaba a la squadra azzurra de los lugares de honor era correcto, pero fue inmediatamente corregido por el propio f¨²tbol italiano, que despleg¨® en una l¨ªnea que no se quebr¨® jam¨¢s, y de no favorecerle ni en su primer partido de segunda fase, contra Argentina, tuvo un vuelco espectacular cuando elimin¨¦ al campe¨®n universalmente preconizado: Brasil. Derrotando a Argentina cab¨ªa aquella excusa que el famoso Acisclo Karag, cuya larga vida se extingui¨® durante el Mundial, sol¨ªa decir cuando los resultados contradec¨ªan los suyos: "No me he equivocado; son los equipos los que se equivocan". Despu¨¦s de Brasil hubo que pasarse con armas y bagajes al bando opuesto. En la final, pronosticar a favor de la Rep¨²blica Federal de Alemania revelaba pura rutina.
El f¨²tbol italiano ha jugado mejor que nunca cuando nadie loesperaba. Una bomba que estaba para explotar hace cuatro a?os ha estallado cuando menos se esperaba, como con espoleta retardada o como esas que matan a unos cuantos inocentes al ser desenterradas equis a?os despu¨¦s en lo que Ibe campo de batalla. No hay razones l¨®gicas que lo abonen y el resultado est¨¢ dentro de la zona misteriosa, milagrosa, que nadie puede explicarse: la forma -el estado de gracia del f¨²tbol- de un jugador o, mucho m¨¢s dif¨ªcil, el de un conjunto que cuando llega "nadie sabe c¨®mo ha sido", como la primavera, y hasta con m¨¢s incertidumbre, porque la primavera llega siempre y la forma puede no aparecerjam¨¢s, como el rayo verde en el horizonte marino.
S¨ª, la squadra azzurra se ha revelado en Espa?a s¨²bitamente como poseedora de una de las formaciones m¨¢s perfectas que ha tenido un equipo, un momento cenital y posiblemente fugaz, como suele. Lucir en el campo como un soneto perfecto de versos y palabras irremplazables. Su estado de gracia se mostraba en iluminar los defectos de sus contrarios a su lado: los argentinos ense?aban su obstinaci¨®n en jugar lento sobre Maradona; los brasile?os, las mellas fundamentales en la formaci¨®n y, la infatuaci¨®n de su t¨¦cnica; los alemanes, la tozudez en querer someter su realidad declinante a sus esquemas mentales. Los polacos mostraron simplemente su inferioridad ante el milagro del f¨²tbol italiano, ante su forma irresistible, como un estado de gracia, de inspiraci¨®n, que explica lo inexplicable, lo que la l¨®gica no puede explicar porque las cuentas no salen.
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