El eterno 'delfin' se dispone a pasar el Rubic¨®n
Landelino Lavilla, este hombre impenetrable, fr¨ªo, inteligente, de pulcra apariencia y que, en sus 47 a?os de vida, "habr¨¢ sonre¨ªdo, a lo sumo, una docena de veces", en frase de un amigo personal, ha sido presentado por la Prensa, en no pocas ocasiones, como "el delf¨ªn". Primero, fue considerado el delf¨ªn de Adolfo Su¨¢rez; ahora, de Leopoldo Calvo Sotelo. Su nombre suena siempre en casos de crisis como el del gran salvador que suscita los m¨¢ximos acuerdos de todos. Y, sin embargo, sigue: siendo el gran desconocido, tanto para la opini¨®n p¨²blica como para la clase pol¨ªtica, incluso para los m¨¢s pr¨®ximos ideol¨®gicamente. Landelino Lavilla Alsina es, a¨²n hoy, un enigma. Pero quienes conocen bien su trayectoria no dejan de subrayar el paralelismo que su carrera pol¨ªtica mantiene con personas que, en la actualidad, han determinado seguir rumbos diferentes del puro centro pol¨ªtico. Porque la trayectoria pol¨ªtica de Lavilla est¨¢ muy ligada a la de hombres como Oscar Alzaga o Miguel llerrero de Mi?¨®n, quienes, de alguna manera, fueron sus "disc¨ªpulos".
La biograf¨ªa de Lavilla est¨¢ cuajada, desde ¨¦poca muy temprana, de ¨¦xitos profesionales: n¨²mero uno en las oposiciones a letrado del Consejo de: Estado y censor letrado del Tribunal de Cuentas. Empieza pronto en la Administraci¨®n -colabora con la Secretar¨ªa General T¨¦cnica de la Presidencia del Gobierno, detentada por Carrero-, sin, por ello, olvidar conectarse s¨®lidamente al sector privado: a los 29 a?os ya ocupaba un despacho en la planta noble del Banco Espa?ol de Cr¨¦dito, del que, poco despu¨¦s, ser¨ªa nombrado director adjunto. Su carrera empresarial incluye tambi¨¦n consejos de administraci¨®n en Campsa, Acerinox y Uninsa.
En 1974 llega a la Subsecretar¨ªa de Industria. Era uno m¨¢s de los hombres de la Asociaci¨®n de Propagandistas que ocupaba altos cargos en la Administraci¨®n franquista. Las vinculaciones de Lavilla con el Instituto Le¨®n XIII, con el Colegio Mayor San Pablo y con la Editorial Cat¨®lica (lleg¨® a presidir su Consejo de Administraci¨®n), no dejan lugar a dudas respecto a su procedencia, pese a que, tras el congreso centrista de Palma de Mallorca (febrero de 1981), se alejase un tanto de sus correligionarios democristianos, cuya representaci¨®n lleg¨® a asumir mientras encabez¨® la oposici¨®n cr¨ªtica. A¨²n era subsecretario cuando se forma, gracias a una iniciativa del director de la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), Jos¨¦ Luis Guti¨¦rrez, el grupo T¨¢cito que, a trav¨¦s de sus colaboraciones period¨ªsticas, supone un principio de oposici¨®n p¨²blica y moderada al franquismo. All¨ª formaron hombres como el actual ministro de Agricultura, Jos¨¦ Luis Alvarez, el diputado Jos¨¦ Luis Ruiz Navarro y vel¨® sus primeras armas el joven Oscar Alzaga. Los t¨¢citos constituir¨ªan, m¨¢s tarde, el embri¨®n del Partido Popular, que ser¨ªa el aglutinante de Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico. Lavilla formaba parte de la tripulaci¨®n en todas estas embarcaciones, pero siempre desde su distante puente de n¨²mero uno" y de ex subsecretario. En julio de 1976, antes de la formaci¨®n de UCD, y cuando la reforma pol¨ªtica a¨²n era casi un proyecto, Adolfo Su¨¢rez le nombra ministro de Justicia. Lavilla, y su secretario general t¨¦cnico, Miguel Herrero Rodr¨ªguez de Mi?¨®n, preparan la reforma del C¨®digo Penal, la supresi¨®n del Tribunal de Orden P¨²blico, la amnist¨ªa, el intento de reforma penitenciaria y la Ley Org¨¢nica del Poder Judicial. Paralelamente, Lavilla participa en los primeros intentos para llegar a una Constituci¨®n democr¨¢tica; pero su rigidez le har¨ªa un interlocutor inv¨¢lido para los socialistas, y acabar¨ªa siendo Herrero de Mi?¨®n quien, algunos meses despu¨¦s, representase lo que alguien llam¨® la sabidur¨ªa jur¨ªdica landeliniana en las reuniones de los padres de la ley fundamental.
Un ilerdense en Ja¨¦n
En 1979 Lav¨ªlla se inscribe en la UCD de L¨¦rida, su ciudad natal, con la intenci¨®n de presentarse a las elecciones generales, algo que no hizo en 1977, cuando fue nombrado senador real. Pero, al final, y por razones a¨²n no bien explicadas, Su¨¢rez le envi¨® a Ja¨¦n, provincia con la que nada ten¨ªa que ver, y en la que sus escasas dotes para protagonizar un m¨ªtin y para el contacto popular le garantizaban escasos ¨¦xitos futuros. Tras las elecciones, Lavilla es designado presidente del Congreso de los Diputados, y pasa algunos meses absorto en esta tarea. Habr¨¢ que esperara junio de 1980 para que, en una cena en el club siglo XXI, su amigo y seguidor Oscar Alzaga pida a Landelino que "pase el Rubic¨®n". Es decir, que se lance, por fin, a la "operaci¨®n alternativa" frente a Su¨¢rez.
La historia, desde entonces, se muestra llena de oscilaciones y vacilaciones: es bien sabido que Lavilla perdi¨® una oportunidad de convertirse en presidente del Gobierno en la reuni¨®n de la Hamada Casa de la Pradera donde ni ¨¦l ni los barones del partido se atrevieron a dar el paso final, pidiendo a Su¨¢rez la dimisi¨®n. Otra ocasi¨®n perdida tuvo lugar en Palma de Mallorca, cuando los cr¨ªticos, cuyo liderazgo asumi¨® finalmente, fueron ampliamente derrotados por los fieles.a Su¨¢rez y el sector azul. Desde entonces, la estrella de Lavilla parec¨ªa haberse oscurecido, con rachas peri¨®dicas de brillo fulgurante, como los discursos con motivo de la investidura de Calvo Sotelo -a cuya designaci¨®n Lavilla se opuso, absteni¨¦ndose a la hora de la votaci¨®n- y del tercer aniversario de la Constituci¨®n. A partir de la crisis surgida tras las elecciones auton¨®micas de Andaluc¨ªa, Lavilla, que no salv¨® a su partido de una derrota estrepitosa en su feudo de Ja¨¦n, ha vuelto a ser considerado como el salvador del partido, su nombre ha vuelto a estar presente en todas las combinaciones, ha participado en todas las reuniones "en la cumbre" y ha esperado "su" ocasi¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.