El Victorino, indultado, no quer¨ªa volver al corral
Plaza de Las Ventas. 19 de julio. Corrida de la Prensa, concurso de ganader¨ªas.Toros de Eduardo Miura (protestas), Hern¨¢ndez Pl¨¢ (gran ovaci¨®n), Victorino Mart¨ªn (indultado), Salvador Guardiola (ovaci¨®n), Ferm¨ªn Boh¨®rquez (aplausos) y Celestino Cuadri (pitos).
Manolo Cort¨¦s: Dos pinchazos (protestas). Pinchazo, media tendida y descabello (bronca).
Jos¨¦ Antonio Campuzano: Pinchazo y estocada (algunos pitos). Pinchazo hondo y dos descabellos (pitos).
Ortega Cano: Simula la suerte de matar con una banderilla (gran ovaci¨®n y salida a los medios). Pinchazo y estocada baj¨ªsima atravesada (silencio).
Lleno "hasta la bandera". Presidi¨® la infanta do?a Mar¨ªa de las Mercedes, madre del Rey, desde el palco real.
Indultaron al Victorino, que fue un buen toro, aunque no tan bravo como para semejante premio. La gente est¨¢ con los Victorino, desde hace a?os, pero m¨¢s a¨²n desde la memorable corrida de la pasada feria de San Isidro. Y como el toro del ganadero favorito demostr¨® clase, pidi¨® el indulto, que el inefable jurado y la no menos inefable presidencia se apresuraron a conceder. Luego, el Victorino c¨¢rdeno, serio y encastado, se neg¨® a volver al corral y durante cerca de dos horas tuvo detenido el festejo.
La mala doma de los cabestros, la impericia del cabestrero y la tozudez del Victorino, en perfecta amalgama, produjeron un par¨¦ntesis lleno de incidencias, en el que se hizo casi de todo para que el toro volviera al corral; desde soltar un perrito simp¨¢tico y valiente, que puso en fuga a los mansos y se encaraba con el bravo, hasta apagar la luces de la plaza, dejando encendidas las de chiqueros. Tambi¨¦n abrieron otras puertas, por si al indultado le apetec¨ªa salir por ellas. Pero lo que le apetec¨ªa era quedarse y ni poniendo la escoba boca arriba se iba. Al fin, cuando le dio la gana, se meti¨® en chiqueros, y el p¨²blico lanz¨® un rugido como si la selecci¨®n hubiera metido gol.
El Victorino hab¨ªa tomado la primera vara por su cuenta, cerca de toriles, y sac¨® al caballo hasta los medios, donde derrib¨®. Despu¨¦s acudi¨® de largo a dos puyazos m¨¢s, en el segundo de los cuales cabece¨®. El siguiente encuentro era imprescindible para calibrar la bravura real del toro, pero la presidencia cambi¨® el tercio, en medio de la protesta general. Encastado y noble para la muleta, Ortega Cano le hizo una faena valiente, en la que embarc¨® las embestidas con temple y hondura.
El torero exhibi¨® la calidad del Victorino y eso fue, quiz¨¢, lo que le falt¨® al de Hern¨¢ndez Pl¨¢, pues Jos¨¦ Antonio Campuzano le hizo una faena superficial, un punto desconfiada, siempre muy por de bajo del toro, que embest¨ªa con codicia y fijeza. Era terciado ese toro, incluso peque?o, pero con trap¨ªo, muy en el tipo de la ganader¨ªa. No tan espectacular en varas como el Victorino, se arrancaba de largo a banderilleros y peones y no par¨® de embestir hasta su muerte. Tambi¨¦n era un gran toro el Hern¨¢ndez Pl¨¢.
En general, la corrida dio un alto nivel de presentaci¨®n y casta. El Guardiola, manso, pero con llamativos cambios en la prueba del caballo, pues unas veces se iba suelto y otras se crec¨ªa al castigo, acab¨® noble, aunque con esa viveza en la acometida que es caracter¨ªstica del toro encastado. Manolo Cort¨¦s no se atrevi¨® a aguantarla y cuantos pases intent¨® le salieron embarullados. Con el Miura, manso, inv¨¢lido, vulgar y manejable, tampoco se acopl¨® Cort¨¦s, que est¨¢ en pleno declive de su vida profesional.
Emocionante fue la lidia del Boh¨®rquez, otro ejemplar de trap¨ªo, encastado y poderoso. No bravo, pues se iba suelto del caballo, pero se arrancaba espectacularmente de largo, y Ram¨®n Bejarano El Avispa, que hizo la suerte de manera impecable, le paraba con una valor impresionante, metiendo la vara arriba. Derrib¨® dos veces el Boh¨®rquez y acab¨® congestionado, sin faena posible. Campuzano intent¨® darle pases, pero era in¨²til; el toro, quiz¨¢ ni ve¨ªa.
El Cuadri, largo, hondo y armado, manso pregonao, empeor¨® a medida que transcurr¨ªa la lidia. Ortega Cano se lo quit¨® de en medio por el socorrido procedimiento de la "pu?al¨¢". Hab¨ªa sido un toro de peligro y Moci¨®n, con el cual se cerr¨® una interesant¨ªsima corrida concurso, casi cuatro horas despu¨¦s de haber comenzado. Medianoche era cuando soltaron vaqui llas y una masa de aficionados que abarrotaba el ruedo se divirti¨® horrores corri¨¦ndolas y capote¨¢ndo las. La corrida de la Prensa hab¨ªa sido un gran acontecimiento. Vicente Zabala, que la organiz¨®, se apunta un diez.
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