'Pascual Duarte' no encuentra la paz
La casona de Tudanca (Tablanca en la novela perediana Pe?as Arriba) es una de las m¨¢s hermosas de Cantabria, con su solana en la fachada, la capilla abajo, la torre en la parte de atr¨¢s, los blasones que ennoblecen la pared principal y la biblioteca, tina de las m¨¢s raras y valiosas de Espa?a, en Cantabria s¨®lo superada por la que leg¨® a Santander Men¨¦ndez Pelayo.A medio camino entre Puentenansa y Polaciones, rodeada de imponentes monta?as, con los Picos de Europa blanqueando en su horizonte rneridional, la casona fue, en vida de Jos¨¦ Mar¨ªa de Coss¨ªo, un centro de peregrinaje de innumerables escritores que all¨ª crearon, al aire del recogimiento del lugar (un pueblo de medio centenar de vecinos) y de la conversaci¨®n del anfitri¨®n, algunos poemas, el final de un libro o la cr¨®nica deun viaje. Le ocurri¨® a Unamuno, hizo lo propio Ridruejo y hasta Miguel Hern¨¢ndez se sinti¨® tentado por la zona, pues se le ofreci¨® a Coss¨ªo para andar de pastor (si no se le encontraba trabajo mejor) por aquellos serrujales. No iba a tener tiempo el pobre poeta de Orihuela, pues volvi¨® a caer preso y morir¨ªa poco despu¨¦s.
Qu¨¦ amistad, qu¨¦ mecenazgo ofreci¨® Coss¨ªo a tantos escritores es cuesti¨®n sobre la que podr¨ªa escribirse detenidamente. Lo cierto es que su casona de Tudanca fue visitada por gentes tan distintas y
distantes como Alberti y Ortega, , M¨¢rquez con Cien a?os de soledad como Unamuno y Lorca, como Cela y Manuel Machado; y que en su biblioteca se fueron acumulando manuscritos de los mejores escritores del siglo, desde un romancero lorquiano al Pascual Duarte.
La publicaci¨®n de la primera novela (le Cela (Iria-Flavia, La Coru?a, 1916), hace cuarenta a?os, supuso un acontecimiento en el desolado paisaje de las letras de posguerra, y signific¨® la aparici¨®n de uno, de los escritores m¨¢s importantes de la lengua castellana. Escrita por Cela a los veinticinco a?os, Pascual Duarte es, antes que El Quijote, la novela espa?ola traducida a m¨¢s idiomas (veintiuno hasta la fecha) y una de las que tiene mayor n¨²mero de ediciones.
Sin embargo, el manuscrito del Pascual Duarte tiene una historia de tribulaciones tan disparatada como el propio protagonista de la novela. Y no es la menor la que sufri¨® antes de encontrar editor en una modesta empresa de Burgos fundada por un militar, el coronel Aldecoa, cuyo hijo, Rafael, de la misma edad que Cela, enga?¨® al padre con el contenido de un original que iba a soportar no pocas embestidas de la censura de la ¨¦poca. Antes de dar, casi por casualidad, con la editorial Aldecoa, Cela hab¨ªa recorrido los despachos de varias editoriales, que fueron rechazando, una tras otra, su original (le iba a pasar lo misino, a?os m¨¢s tarde, a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez con Cien a?os de soledad); y hab¨ªa puesto en conocimiento de algunos amigos de mayor influencia el objetivo de sus preocupaciones. Uno de esos amigos, mucho mayor que ¨¦l pero de manifiesta jovialidad y tendencia generosa al mecenazgo, iba a ser el tudanco Jos¨¦ Mar¨ªa de Coss¨ªo, de familia pudiente y, sobre todo, irifluyente en la estrechez pol¨ªtica de la reci¨¦n instaurada dictadura franquista.
Coss¨ªo tom¨® -como har¨ªa con otros m¨¢s necesitados aun que Cela, casi con problemas de hanibre, como Miguel Hern¨¢ndezcomo propia la preocupaci¨®n de Cela y di¨®, al poco tiempo, con un editor para el Pascual Duarte, y adem¨¢s un editor de nombre: Jan¨¦s. Pero el novelista gallego ya se hab¨ªa comprometido con Aldecoa. En todo caso, iba a pagar el inter¨¦s de Coss¨ªo regal¨¢ndole el manuscrito y poni¨¦ndole una cari?osa dedicatoria: "Para Jos¨¦ Mar¨ªa de Coss¨ªo, culpable m¨¢ximo de que esto haya llegado a publicarse".
El manuscrito tiene 164 hojas de papel cuadriculado en cuadernillos escolares. Guardado en una caja que imita un libro, est¨¢ en perfecto estado de conservaci¨®n a excepci¨®n de la primera p¨¢gina, que presenta un boquete -una quemadura del puro que fumaba, inevitablemente, el se?or de la casona-, y su descanso no es definitivo, a lo que parece. Ahora no son los censores, que tanto odiaron su contenido. Ahora es su progenitor, que le quiere a su lado.
Babelia
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