Un desperdicio de toros nobles
Toros nobles cr¨ªan en lo que llaman Cortijoliva, pero lo mismo les habr¨ªa dado criar bueyes. Para el fin que tuvieron ayer, daba lo mismo. Un desperdicio de torazos, hermosos, con arrobas y estampa. Y despu¨¦s de asustar a la salida de los chiqueros, relajaban los ¨¢nimos del p¨²blico pues se les apreciaba buenos, fijos en los enga?os, entregaditos a las habilidades que quisieran hacerles.Relajaban los ¨¢nimos de los espectadores, pero no los de la torer¨ªa contratada para la tarde de calor; torer¨ªa inh¨¢bil, vulgar, quiz¨¢ desilusionada. Jos¨¦ Luis Parada, que en su anterior actuaci¨®n en Las Ventas result¨® cogido de mala manera, en esta reaparici¨®n vino sin ganas de arrimarse. El que ten¨ªa ganas de arrimarse, en cambio, era un moreno; moreno de los de sol, del foro, bajito y con labia, al que le cayeron al lado dos turistas a¨²n de buen ver, con a?os y reda?os, y hac¨ªa a un lado y a otro. No par¨® de arrimarse en toda la tarde.
Plaza de Las Ventas
25 de julio.Cinco toros de Cortijoliva, nobles; algunos flojos. Cuarto de Garc¨ªa de la Pe?a, manso. Todos con gran trap¨ªo. Jos¨¦ Luis Parada. Cuatro pinchazos y media estocada ca¨ªda (silencio). Media estocada baja y cuatro descabellos (protestas). Paco Ojeda, que confirm¨® la alternativa. Pinchazo y bajonazo (vuelta protestada). Estocada (divisi¨®n cuando sale a saludar). Gallito de Zafra: Metisaca, pinchazo, media trasera tendida -aviso con retraso-, y otro pinchazo (silencio). Cuatro pinchazos -aviso,- y descabello (silencio).
Dichoso ¨¦l, porque el resto permanec¨ªamos en el tendido como de penitencia, esperando que a los de luces, por propia iniciativa o por casualidad, les saliera alg¨²n lance o alg¨²n pase que mereciese la pena. Paco Ojeda alent¨® nuestras esperanzas cuando al toro de la alternativa le instrument¨® una trincherilla preciosa y lig¨® despu¨¦s cuatro muletazos en redondo, de irreprochable suavidad y largura. Pero a continuaci¨®n se empe?¨® en intentar circulares, y sobre todo se empe?¨® en ahogar las embestidas.
Ahog¨® las embestidas a ese toro, que fue uno de los mejores, y al quinto, que tambi¨¦n ten¨ªa nobleza. Ambos eran tardos, y m¨¢s tardos los hizo el diestro, que se colocaba a cent¨ªmetros de los pitones, mientras pendulaba el enga?o por detr¨¢s de su persona. Ese es el t¨ªpico no-toreo de efecto, que encandila principalmente a turistas, pero los turistas, que abundaban en el tendido, no parecieron excesivamente impresionados.
Como un hurac¨¢n se hizo presente Gallito de Zafra. Su anterior actuaci¨®n en Madrid hab¨ªa merecido pl¨¢cemes por el arrojo con que se midi¨® a reses del colmillo retorcido. Ayer, en cambio, aunque dispon¨ªa de boyante g¨¦nero, ¨²nicamente fue eso, un hurac¨¢n. Pero un hurac¨¢n en sentido literal. Hac¨ªa flamear los enga?os, como el abanderado del S¨¦ptimo de Caballer¨ªa lanzado al ataque; levantaba polvareda, zascandileaba de ac¨¢ para all¨¢. Los enganchones se suced¨ªan.
Desde la larga cambiada de rodillas con que recibi¨® al nobil¨ªsimo tercero hasta el ¨²ltimo muletazo que dio al sexto, no par¨® de destemplar. Destajista consumado, tambi¨¦n cogi¨® los palos, y tal como los cogi¨®, los perdi¨®. En su primero s¨®lo consigui¨® prender uno. En su segundo, despu¨¦s de cinco entradas, tres. A Gallito no le iban los Cortijoliva. Ni a sus compa?eros. Desperdician el toro bueno, quiz¨¢ por falta de costumbre.
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