La OLP opera en Sid¨®n pese a la ocupaci¨®n israel¨ª
"Est¨¢ prohibido. Tengo ¨®rdenes", repite mon¨®tonamente el soldado israel¨ª al conductor del autom¨®vil que intenta penetrar en el centro de Sid¨®n, la capital del sur de L¨ªbano. Mes y medio despu¨¦s de la entrada en la ciudad del Ej¨¦rcito israel¨ª el recrudecimiento de las actividades guerrilleras palestinas ha obligado al ocupante a prohibir circular a la poblaci¨®n del centro de la aglomeraci¨®n urbana, donde viven unos 250.000 habitantes, y a adelantar dos horas el toque de queda en su periferia, donde residen otras 250.000 personas.
Vistas desde sus inmediaciones, las principales arterias de Sid¨®n, como la calle Riad El Solh, estaban el domingo totalmente vac¨ªas y ni siquiera transitaban por ellas veh¨ªculos militares o soldados israel¨ªes.La impresi¨®n de que la ausencia de jeeps o de camiones de las fuerzas armadas de Israel se deb¨ªa a la colocaci¨®n de minas en las calles por combatientes palestinos qued¨® pr¨¢cticamente confirmada cuando un coche con matr¨ªcula diplom¨¢tica forz¨® un control israel¨ª y los soldados gritaban en ingl¨¦s desde sus puestos: "Vuelvan inmediatamente. Est¨¢n locos. Es peligroso", sin explicar en qu¨¦ consist¨ªa el peligro.
En el resto de la ciudad, sometida al toque de queda a partir de las siete de la tarde, los escasos transe¨²ntes que se atreven a hablar, lejos de la mirada de los militares israel¨ªes, aseguran que el viernes, de madrugada, la explosi¨®n de una mina destruy¨® un carro de combate israel¨ª y, acaso tambi¨¦n, un veh¨ªculo de transporte de tropas. Dos soldados israel¨ªes resultaron muertos y otros dos heridos.
Pero el atentado m¨¢s grave fue perpetrado esa misma madrugada, afirman los habitantes interrogados por los periodistas, cuando combatientes clandestinos atacaron con armas anticarro RPG la sede del Gobierno militar israel¨ª, trasladada al edificio oficial liban¨¦s del Serail, cerca del puerto.
El n¨²mero de v¨ªctimas, por parte israel¨ª, oscila entre cinco y once, seg¨²n los testimonios, pero de lo que no cabe duda es que la mayor¨ªa de los integrantes del comando lograron huir.
Para intentar capturarlos, las autoridades militares israel¨ªes, que ordenaron inmediatamente el cierre de las salidas del centro de la ciudad, obligaron, esa misma madrugada y despu¨¦s el s¨¢bado por la ma?ana, a la poblaci¨®n masculina entre doce y sesenta a?os de edad a concentrarse en las playas, donde, con la ayuda de denunciantes an¨®nimos con la cara tapada por un pasamonta?as y el cuerpo cubierto con una sabana, seleccionaron a cerca de doscientos sospechosos, que fueron transportados a un lugar desconocido.
"Mientras los hombres esperaban en las playas, los soldados registraban numerosos pisos buscando a los autores palestinos del atentado, probablemente escondidos entre la poblaci¨®n libanesa", afirma el cliente de una farmacia, una de las raras tiendas abiertas en las afueras de Sid¨®n. Para llevar a cabo sus acciones, opinaron varios habitantes de Sid¨®n, los palestinos tienen que gozar de ciertas complicidades entre los libaneses.
En las ¨²ltimas tres semanas, la desaparici¨®n de 1.100 personas en la regi¨®n de Sid¨®n ha sido se?alada por las familias al centro local del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR). En un 90% las v¨ªctimas eran palestinas pero en un 10% libanesas, "lo que irrita a la poblaci¨®n musulmana y sunita de la ciudad", seg¨²n una personalidad de la vida municipal de la capital del sur, que prefiri¨® permanecer en el anonimato.
"La responsabilidad de las desapariciones", a?adi¨®, "no se puede achacar ¨²nicamente al Ej¨¦rcito israel¨ª, porque hay otras gentes que act¨²an por su cuenta, aunque con su aprobaci¨®n", dando a entender claramente que algunos secuestros o asesinatos deb¨ªan ser imputados a las fuerzas libanesas, Milicia Falangista Cristiana, aliada de Israel, que ahora intenta implantarse en el sur del pa¨ªs.
Las fuerzas libanesas, que patrullan poco por Sid¨®n y siempre acompa?adas por soldados israel¨ªes, est¨¢n, sin embargo, omnipresentes en los pueblos de los alrededores, como Hilaliye y Abra, donde han sido denunciadas numerosas desapariciones. Algunos de sus habitantes, se rumorea, se han instalado provisionalmente, huyendo de las persecuciones, en el centro de Sid¨®n, coloc¨¢ndose de facto bajo la protecci¨®n del Ej¨¦rcito israel¨ª.
Magn¨ªficamente instalado en el edificio de la Sidon School, un colegio situado a ocho kil¨®metros del centro urbano y cuyo patio est¨¢ repleto de armamento palestino recuperado por las fuerzas de Tel Aviv y regalado a la Milicia Falangista, el capit¨¢n Midlig, jefe de las fuerzas libanesas para la zona, sostiene ignorar lo que ha ocurrido estos ¨²ltimos d¨ªas en Sid¨®n.
Pero cuando se le pregunta por qu¨¦ su milicia no dispone a¨²n de una oficina en pleno centro de la ciudad contesta con ingenuidad: "Hay demasiados palestinos".
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