La transici¨®n en Portugal
SE EXTINGUE en Portugal el Consejo de la Revoluci¨®n y con ello se da un paso importante hacia la normalidad institucional y en favor de la reducci¨®n de las ambig¨¹edades en el poder. El Consejo, formado por veintiocho militares, surgi¨® en principio como el m¨¢ximo ¨®rgano representativo del Movimiento de las Fuerzas Armadas, protagonista del golpe antisalazarista de abril de 1974, y fue consagrado en la Constituci¨®n de 19.76 como ¨®rgano de poder despu¨¦s del pacto institucional firmado por el MFA y los partidos pol¨ªticos en 1975, a ra¨ªz del frustrado contragolpe del general Sp¨ªnola. Aunque la Constituci¨®n reservaba al Consejo de la Revoluci¨®n el papel de ¨®rgano consultivo del presidente de la Rep¨²blica a prop¨®sito de la constitucionalidad de las leyes, el poder de hecho del. consejo era muy importante si se tiene en cuenta que por ¨¦l pasaban tambi¨¦n todas las decisiones relativas a las Fuerzas Armadas, con lo que el Gobierno quedaba pr¨¢cticamente al margen de un paquete importante de decisiones en pol¨ªtica de defensa. No parece que en una democracia normal sea precisa esta instituci¨®n reservada a los militares, que termina por dar a las fuerzas armadas un papel de tutor del sistema que no es necesario ni deseable.En el proceso de creaci¨®n del Consejo de la Revoluci¨®n aparec¨ªan las numerosas ideas encontradas y confusas que son caracter¨ªstica de una transici¨®n. Aparte de que el Movimiento de las Fuerzas Armadas representaba diversas tendencias y dise?os acerca de la constituci¨®n de un Portugal renaciente, hubo en un principio como una ideolog¨ªa tercermundista, que, entend¨ªa que las realidades econ¨®micas y sociales del pa¨ªs, y la evidente pobreza de toda ¨ªndole en que le hab¨ªa despe?ado el largo per¨ªodo fascista y su corolario, la guerra de colonias, necesitaba un tipo de impulso y vigilancia que aparec¨ªa en algunos pa¨ªses del Tercer Mundo: en. Per¨², en Argelia... Se tratar¨ªa de encauzar y sostener un tipo de revoluci¨®n nacionalista permanente que no s¨®lo impidiera la reca¨ªda en el fascismo, sino tambi¨¦n el tipo de revoluci¨®n popular que se hab¨ªa desbordado mucho m¨¢s all¨¢ de lo previsto.
Portugal podr¨¢ tener, como Espa?a, algunos de los ¨ªndices visibles del tercermundismo -y no es escaso el indicativo de haber sufrido un fascismo largo y militarista-, pero est¨¢ en un contexto de pa¨ªses en el que no se permiten soluciones demasiado radicales, neutralismos demasiado peligrosos, y soluciones demasiado individuales.
El camino de Portugal se ha tenido que rehacer, por la fuerza de las cosas, en la v¨ªa propia de los pa¨ªses menos favorecidos del ¨¢rea occidental. No cabe en ellos esta incrustaci¨®n de- militares, aun representando ya sus miembros una ordenada y occidentalista Visi¨®n del mundo. Para muchos de los de fuera del Consejo, de los que creyeron tambi¨¦n en la revoluci¨®n permanente, es una ¨²ltima derrota, y a¨²n los oficiales j¨®venes creen en la persistencia del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), el que confraternizaba con el pueblo puesto un clavel en la boca del fusil, en las calles de abril y mayo. A ellos Va dirigida la advertencia del general Amadeo Garc¨ªa dos Santos, en su alocuci¨®n del D¨ªa del Ej¨¦rcito, contra una "politizaci¨®n", contra una campa?a "que est¨¢ utilizando cuestiones militares como tema de pol¨¦mica".
No todas las ambig¨¹edades pol¨ªticas desaparecen con esta extinci¨®n.. Queda el problema de d¨®nde van a ir los poderes que quedan vacantes al desaparecer el Consejo: porque queda la dificultad de definir hasta d¨®nde llega el presidencialismo y hasta d¨®nde el parlamentarismo, temas no suficientemente esclarecidos por la Constituci¨®n, a los que se a?ade lo que parece ser nueva tradici¨®n cesarista en virtud de la cual la presidencia de la Rep¨²blica la ejerce un general. Eanes, en este caso, representa intereses pol¨ªticos no siempre acordes con los de la coalici¨®n. gubernamental y, por consiguiente, se producen continuos litigios.
Si la extinci¨®n del Consejo de la Revoluci¨®n representa un paso hacia la normalizaci¨®n, faltan todav¨ªa otros para que se pueda dar por terminada la era de la transici¨®n. S¨®lo una serie de revisiones constitucionales, de definiciones de partidos, de leyes electorales, podr¨¢ llegar a la normalizaci¨®n necesaria, pero ¨¦sta no se conseguir¨¢ mientras no se den salidas justas a las desigualdades sociales de un pa¨ªs que ha sido consumido. por el viejo fascismo, del cual todav¨ªa perduran muchos entramados entre las clases dirigentes.
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