Un Miura de concurso
Entre los muy desiguales Miura, algunos terribles de fiereza y otros lamentablemente inv¨¢lidos, hubo uno de concurso. Toro de bandera el segundo, terciado, quiz¨¢ fuera el m¨¢s chico de la corrida. Espl¨¢ lo coloc¨® muy lejos para la primera vara y el Miura se arranc¨® como un rayo, bot¨® hasta casi alcanzar la cintura del picador, recarg¨® contra el peto con una codicia y una fijeza absolutas. Dos veces m¨¢s acudi¨® al caballo, con la misma bravura a cambio de la barbarie que le hizo el picador, que le meti¨® lanzazos terribles. El morrillo del toro aparec¨ªa como descuartizado, y las salpicaduras de sangre le llegaban desde la cara al rabo.A¨²n con tama?o castigo, se arranc¨® pronto y alegre en banderillas, que prendi¨® mal Espl¨¢, y lleg¨® al ¨²ltimo tercio con una boyant¨ªa emocionante. Era un toro excepcional, que exig¨ªa toreo asimismo excepcional; algo casi imposible en estos tiempos. Pero, para general sorpresa, ese toreo se produjo.
Plaza de Valencia
30 de julio.Toros de Eduardo Miura, muy desiguales; segundo, premiado con vuelta al ruedo. Sexto de N¨²?ez hermanos, con trap¨ªo, flojo. Ruiz Miguel. Vuelta / Aplausos. Luis Francisco Espl¨¢. Ovaci¨®n y saludos / Fuerte divisi¨®n. El Melenas. Aviso y palmas y pitos / Petici¨®n y vuelta.
Luis Francisco Espl¨¢ cuaj¨® aqu¨ª a mejor faena de su vida y de cuantas hayamos visto en la presente temporada. Se llev¨® al toro a los medios y le embarc¨® en series, de redondos y naturales, ligados con el de pecho, que eran de verdadera filigrana. Y luego derram¨® torer¨ªa en los ayudados a dos manos, en los adornos, en el desplante final a cuerpo limpio.
Espl¨¢, dando distancia, se ajustaba a los c¨¢nones eternos del parar, templar y mandar, por supuesto que s¨ª, pero lo que singulariz¨® su toreo fue el reposo, la lentitud, la enjundia con que embarcaba y ligaba las embestidas, baj¨ªsima la mano.
El mando inequ¨ªvoco que imprim¨ªa al manejo del enga?o se convert¨ªa en caricia, y el aleteo escarlata fund¨ªa en est¨¦tica el irrepetible escalofr¨ªo que produce el arte de torear, cuando es puro.
Aquellos momentos de toreo exquisito a un toro de bandera marcaban la cumbre de la temporada. El p¨²blico, despu¨¦s de aplaudir entusiasmado a Espl¨¢, ped¨ªa con flamear de pa?uelos el indulto del Miura, que habr¨ªa sido antirreglamentario. Se hubo de conformar con la vuelta al ruedo, y le supo a poco.
En cambio, Espl¨¢, no tuvo ni siquiera vuelta al ruedo pues con la espada se afligi¨®, entr¨® a matar cuatro veces, y perdi¨® un triunfo que se presum¨ªa memorable.
Esc¨¢ndalo injusto
Para colmo, al diestro alicantino se le puso de u?as el p¨²blico valenciano, por negarse a banderillear al quinto. Era este un Miura de trap¨ªo, violento y pregonao, empeorado por los banderilleros de oficio, qpe le prend¨ªan los palos, uno a uno y a la desbandada. Se arm¨® un esc¨¢ndalo may¨²sculo, tan injusto como desproporcionado, con lluvia de almohadillas y botes. Y en estos sucesos est¨¢bamos cuando apareci¨® un espont¨¢neo. Espl¨¢ le quit¨® el toro primero a cuerpo limpio, luego con la muleta y, finalmente, se abalanz¨® con gran decisi¨®n sobre el intruso y lo empuj¨® hasta un burladero.
Ante esta actitud, que era principalmente humanitaria, dada la catadura peligrosa del toro, se dividieron las opiniones en el tendido. Espl¨¢ machete¨® con torer¨ªa y eficacia entre grandes gritos mezclados con ovaciones y despach¨® a la fiera.
El primer Miura de la, tarde apareci¨® despitorrado, no ten¨ªa fuerza y Ruiz Miguel le hizo una faena encimista, muy larga, escasa de calidad. Reserv¨®n el cuarto, con media arrancada y el consecuente peligro, pues adem¨¢s derrotaba violentamente, Ruiz Miguel le porfi¨® valent¨ªsimo por ambos pitones, sin cuajar faena, por supuesto, pero dej¨® constancia de su incuestionable pundonor.
Inv¨¢lido absoluto el tercero, la presidencia lo mantuvo en el ruedo a pesar de las protestas, y El Melenas intent¨® muletearlo por todo el ruedo, sin sacar ni un solo pase limpio.
Para colmo, en la suerte suprema anduvo aperreado. M¨¢s decidido se mostr¨® en el sexto, de N¨²?ez, colorao, cuajado, cornal¨®n muy astifino.
Se jug¨® el tipo por las bravas, atropell¨® literalmente la nobleza del toro y, si hubiera matado bien -que lo hizo mal- habr¨ªa cortado la oreja. La corrida, en fin, fue interesant¨ªsima.
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