El director de la Unesco pide a los pa¨ªses ricos "respeto para la dignidad cultural de los pueblos"
La Conferencia de M¨¦xico debate la intervenci¨®n del Estado en la cultura
El senegal¨¦s Amadou Mahtar M'Bow, director general de la Unesco, exhort¨® el pasado s¨¢bado en la Segunda Conferencia de la Unesco sobre Pol¨ªticas Culturales, que se celebra en M¨¦xico, a que los pa¨ªses Industrializados respeten la dignidad cultural de los pueblos, protejan su identidad e intensifiquen los lazos de cooperaci¨®n cultural. "Ninguna cultura puede estar sobre otra, sin un trasfondo de dominaci¨®n", dijo el director general de la Unesco. Los debates de la Conferencia siguen centrados en algunos aspectos pol¨¦micos sobre el papel de los Estados y los l¨ªmites de su intervenci¨®n en la vida cultural de los pueblos.
Dos delegaciones se han cerrado en banda hasta ahora a las referencias pol¨ªticas: Israel y Estados Unidos. En el caso israel¨ª por el temor de verse sometido a un proceso por los pa¨ªses ¨¢rabes, aunque no ha podido lograrlo del todo, varios ministros, desde la griega Melina Mercouri hasta el de Checoslovaquia, han hablado del genocidio f¨ªsico y, por tanto cultural, al que est¨¢ siendo sometido el pueblo palestino.En el caso de Estados Unidos es l¨®gica su defensa del liberalismo tambi¨¦n en el terreno cultural. El papel del Estado no ser¨ªa m¨¢s que el de permitir la libre expresi¨®n de individuos y organizaciones. Una posici¨®n l¨®gica si se tiene en cuenta que la neutralidad de los Estados en materia cultural constituye terreno abonado para la penetraci¨®n de sus multinacionales del cine, la televisi¨®n o las transmisiones v¨ªa sat¨¦lite.
"Limitaci¨®n de las libertades"
Estados Unidos sostiene la teor¨ªa de que toda intervenci¨®n de los Estados en el ¨¢mbito cultural o informativo supone de hecho una limitaci¨®n de las libertades. Este punto de vista ya no cuenta ni siquiera con el apoyo de la mayor¨ªa, de los pa¨ªses occidentales, partidarios de que el Estado juegue un papel de animador cultural. Definir cu¨¢l debe ser esa labor es algo que aqu¨ª mismo est¨¢ sometido a discusi¨®n.Pero todos parecen estar de acuerdo en que al Estado le corresponde sobre todo proteger a las culturas nacionales y evitar una excesiva presi¨®n de modos de vida-for¨¢neos. C¨®mo se logra esto sin impedir la libre circulaci¨®n de las ideas, que es uno de los fines de la Unesco, es algo que est¨¢ por definirse.
El mecanismo propuesto por la ministra espa?ola Soledad Becerril (apelando a la cordura de las multinacionales) tiene su paralelo cuando Estados Unidos pide a la industria japonesa que frene voluntariamente sus exportaciones. Pero en el negocio cultural es muy probable que no pase de ser un planteamiento ut¨®pico.
Puestas as¨ª las cosas, tal vez el planteamiento franc¨¦s sea el ¨²nico que puede tener g¨¦rmenes de soluci¨®n, aunque s¨®lo sea parcial. Pero un observador neutral de la Unesco dec¨ªa al respecto: "Es tremendo que Francia, una naci¨®n que en sus colonias jam¨¢s se mezcl¨® con los ind¨ªgenas y que a¨²n hoy sigue practicando un cierto proteccionismo sobre ellas, aparezca ahora como el portaestandarte de la liberaci¨®n del Tercer Mundo".
Espa?a y el "espacio imperial franc¨¦s"
Algunos pa¨ªses temen que detr¨¢s del abanderamiento franc¨¦s de la liberaci¨®n frente a las multinacionales de la cultura se esconda el intento de crearse su propio espacio imperial. De ah¨ª que su proyecto de crear un ¨¢mbito cultural "de expresi¨®n latina" plantee sus dudas a pa¨ªses como Espa?a, que participan de la idea.Este proyecto acoger¨ªa a unas setenta naciones de Africa, Am¨¦rica y Europa. Podr¨ªa tratarse de una maniobra muy sutil para imponer su propia hegemon¨ªa, por supuesto con una ret¨®rica libertadora, en un continente como el americano donde hasta ahora s¨®lo ha podido penetrar hasta donde le han dejado las omisiones de Espa?a.
En la cultura, como en la pol¨ªtica, Francia es a la vez el aliado natural de Espa?a y su competidor m¨¢s directo. Los pa¨ªses africanos de habla francesa constituyen ya un coto cerrado para Francia, pero su mercado es tan estrecho que necesita meterse en el campo de los trescientos millones de habla hispana.
Es probable que Espa?a no pueda negarse a este proyecto, pero est¨¢ por ver que le vaya a beneficiar. Por un lado parece improbable que pueda lograr nada en el Africa "latina" y con toda seguridad estar¨ªa abriendo las puertas a una competencia feroz en la Am¨¦rica de habla espa?ola.
Precisamente a estos pa¨ªses ha estado dirigida estos d¨ªas la labor de pasillos de la delegaci¨®n francesa, que ha tra¨ªdo figuras de la talla de Sinione de Beauvoir y Louis Arag¨®n, muy importantes en un mundo tan sensible al estrellato como es el de la cultura.
Espa?a ha tra¨ªdo por su parte a un equipo eficaz de funcionarios y a un solo experto, Jos¨¦ Vidal Beneyto. Poca cosa si adem¨¢s se tiene en cuenta la aceptaci¨®n que en los foros internacionales tiene la joven democracia espa?ola. Prueba de esto es que Soledad Becerril fuera elegida vicepresidenta de la reuni¨®n en representaci¨®n del grupo occidental, con la expresa oposici¨®n de Francia. Las cuatro vicepresidencias del grupo estaban ya repartidas cuando Soledad Becerril dijo que Espa?a manten¨ªa su candidatura y que si era necesario exig¨ªa una votaci¨®n en el pleno, algo ins¨®lito en este tipo de conferencias. Con el apoyo del secretario general y de Alemania Occidental se opt¨® por darle una quinta vicepresidencia al grupo.
Soledad Becerril ha mostrado en M¨¦xico su coraje, que no es poco en una reuni¨®n en la que est¨¢n presentes m¨¢s de cincuenta ministros y cientos de expertos. Coraje para estar presente cuando a 10.000 kil¨®metros de distancia Espa?a viv¨ªa una crisis de Gobierno que pod¨ªa dejarla en la calle y coraje para imponer su candidatura a los franceses que se mueven en la Unesco como en Par¨ªs.
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