El final de la 'miusic'
Y los King Krimson volv¨ªan a hacerse solubles en los Roxy Music (que siempre hab¨ªamos dicho Miusic los de primero de ingl¨¦s), y Bryan Ferry ten¨ªa una delgada corbata de cuero y resulta que la movida madrile?a estaba en Madrid con sus chalecos y sus afros y sus rollos afganos de todo el a?o, y yo avanzaba con mi sobrina Caro la a hombros, adolescente y catalana, por la blanda noche madrile?a, como en un v¨ªdeo espectral y suave, y los King Crimson y los Roxy Music (Miusic, hab¨ªamos dicho en tiempos los de primero de ingl¨¦s) avanzaban hacia m¨ª, desde que decidieron bajar a Espa?a, a Madrid, a Barcelona, a San Sebasti¨¢n, al estadio Rom¨¢n Valero, esta noche, como me dice la vecina, que ya la colonia no la llamamos Moscard¨®, todos los d¨ªas le y¨¦ndote en EL PAIS, yo te digo el camino, porque el mu?eco ha sido importante, miles de coches en Usera, y al fin se produce el encuentro de la nada con la nada en el vac¨ªo populoso del c¨¦sped y las gradas, miles y miles, ellas con el satinado p¨¢lido de ignorar el sol hortera de Benidorm, ellos con la rebeca por las caderas, como excursionistas, qu¨¦ falta de salsa, s¨®lo el humo comunal y templado, bajo la tormenta de verano inm¨®vil, po¨¦tica como todo lo que no ocurre, nos devuelve el milagro de los Roxy Music, yo con mi sobrina/ mochila dulcemente a hombros, ellos con sus tocatas que vienen sonando desde los setenta y. Es bueno reconocerse en la inexistencia, entrar en una season falsa y anticipada, anarcos que ya se han trapicheado un buga y acratillas que todav¨ªa creen que hay que esperar el autob¨²s sentadas en un bordillo de Marcelo Usera, fumando un algo, porque eso hace m¨¢s marginal. En Usera se mont¨® el mu?eco de los coches porque no hab¨ªa guardias (otra cosa si fuera un f¨²tbol), y la pasma pasmando y los Roxy / Crimson tocando una m¨²sica buena y cansada, elegante y viajera, hija de la indecisi¨®n de los setenta, madre de la nostalgia del fin de siglo: ya el fin-de-si¨¨cle, Carola, t¨² no vas de eso, a ti qu¨¦ m¨¢s, dice Juanito Cruz que son dos folios.El final de la music, porque la miusic no era exactamente la m¨²sica (cada idioma se dice a s¨ª mismo, tiene su guturalidad propia), la miusic, para quienes estudi¨¢bamos el ingl¨¦s de John Donne y de John Wayne, era el halo general y extranjero en que viv¨ªamos, y eso se ha desle¨ªdo como la m¨²sica dulce de los Roxy / Crimson, extenuada de calidad, de fidelidad y un poco, tambi¨¦n, de edad. Es un encuentro grato y grave, dentro de la noche circular de la M/30, una inmensa movida evidente y secreta, con fumata de morfa y bocata de algo. Como si no hubiera ocurrido, all¨¢ en noviembre, como si nunca nos hubi¨¦ramos desembozado de nosotros mismos, pasada la mitad de agosto, como si las tribus del pasotismo ilustrado y la acracia perif¨¦rica no hubiesen bajado en silencio, precedidas de sus reba?os de humo, al valle verde, musical y vecinal del Rom¨¢n Valero, que la vecina no quiere seguir llamando Moscard¨®.
La miusic era todo lo que no ¨¦ramos, y los Roxy / Crimson dejan un vac¨ªo a veces porque ellos no trafican tanto en la m¨²sica como en la miusic, y la miusic es algo que no siempre suena, o suena donde no debe. Trapichear en nostalgias es lo que tiene. Mick Jagger, los Ramones, Garfunkel, son mercaderes encandilados de la m¨²sica, que nunca se les pierde por el camino, pero la miusic suena o no suena, queda mejor en disco, o en la teca, que moviendo multitudes inm¨®viles que est¨¢n aqu¨ª porque ni siquiera han venido. De modo y manera que se me acerca el pasota nazareno y directo y me lo dice:
-Umbral, no tienes pinta de divertirte mucho. Es el peor concierto que he o¨ªdo en mi vida.
Les hay que se, pasan, pero mi sobrina Carola se desliza hasta el suelo, para no dormirse con sue?o de mochila, y pienso que conviene que el concierto haya sido as¨ª, bello y sin marcha, antiguo y se?orial, porque esto era una movida de fantasmas en vacaciones a la que todos hemos acudido antes de que abran la oficina. Se va llenando la m¨²sica de lo que la multitud pone en ella: globos, endrogues, quesos, remember, botes de cocacola que sabe a diez a?os antes, cuando no ven¨ªa en bote.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.