Los desvanes del inconsciente
"Verdaderos bienes para todo ni?o son los consejos, las correcciones y los castigos de sus padres y del maestro; porque todas las palabras y obras de esas prudentes personas van encaminadas a dirigirle por la senda del deber y la fortuna", explicaba a los ni?os el Juanito. Obra elemental de educaci¨®n (Madrid, La Propaganda Cat¨®lica, 1878), libro muy difundido por esos a?os, destinado a la formaci¨®n de los ni?os y j¨®venes. Sus sanos consejos se extend¨ªan a los ¨¢mbitos m¨¢s variados, y lo mismo recordaba al ni?o que "cuando andes no ir¨¢s brincando, sino con paso mesurado, y sin mover mucho los brazos", que le ilustraba sobre el trato que debe darse a un criado y el afecto que ¨¦ste debe sentir por su amo.Desde la ¨®ptica del ni?o
El Libro rojo del cole es, en cierto modo, un continuador de ese tipo de literatura, pero difiere en que, mientras las obras anteriores estaban siempre escritas desde la perspectiva del adulto y con una idea muy err¨®nea de lo que es un ni?o sano y de cu¨¢les son sus necesidades, ¨¦sta trata de situarse en la perspectiva de lo que es un chico de hoy. Adem¨¢s, no est¨¢ escrita por religiosos, como era usual, sino por dos profesores y un psic¨®logo, los tres daneses
Desde que se public¨® en 1969 ha sido traducida a muchos idiomas, pero tambi¨¦n ha pasado diversas vicisitudes en varios pa¨ªses; las acaecidas en el nuestro son de sobra conocidas y, aunque el libro no se ha resentido de ellas, quiz¨¢ no pueda decir lo mismo el editor.
Se trata de un manualito de consejos y explicaciones de inter¨¦s para los ni?os y, sobre todo, adolescentes, de contenido bastante puritano, aunque no pazguato, escrito en un tono poco valorativo, y dando por supuesto que los chicos pueden decidir por s¨ª mismos si se les da la informaci¨®n necesaria.
Pero lo m¨¢s interesante de la obra -y ser¨ªa un tema para dedicarle al menos una tesis doctoral- es la reacci¨®n que produce en determinadas personas, parece que muchas, la mayor parte de las cuales no han le¨ªdo el libro, y quiz¨¢ no s¨®lo porque haya sido secuestrado, sino porque, como los contempor¨¢neos de Galileo, no necesitan mirar por el telescopio para negar que J¨²piter tenga lunas.
Es cierto, que el libro no dice que la sexualidad sea un invento del demonio para expulsamos del para¨ªso terrenal, y que da consejos en este terreno bastante pr¨¢cticos, por ejemplo, para no quedarse embarazada o para no vivir culpabilizado y torturado entre la masturbaci¨®n y el confesonario, pero sus posiciones no pueden calificarse de destructivas. Son consejos del tipo: "Para que las relaciones sexuales no tengan consecuencias enojosas e inesperadas, es necesario, ante todo, que los interesados no se enga?en mutuamente y sean honestos" (p. 124). O, hablando de los s¨¢dicos y los obsesos; "Si te tropiezas con uno de esos adultos que se interesan demasiado por los ni?os es necesario prevenir inmediatamente a tus compa?eros, a tus padres, a tus profesores" (p. 132). ?Debemos pensar que los perseguidores del libro est¨¢n a favor de los s¨¢dicos? No; yo creo que no van por ah¨ª los tiros.
Tambi¨¦n es cierto que cuando habla de las drogas se apoya en lo que sabemos realmente sobre ellas, sin recurrir a ideas fantasmales, y las desaconseja en funci¨®n de su car¨¢cter m¨¢s o menos da?ino. No hace terribles declaraciones de principio sobre los abismos adonde puede conducirnos el uso de las drogas, sino advertencias del tipo: "Cuando oig¨¢is hablar de muchachas y muchachos que se encuentran en el hospital psiqui¨¢trico despu¨¦s de haber tomado LSD o mescalina, es verdad: hay personas internadas a causa de ellos. Desconfiad como de la peste del LSD, de la mescalina y de otras drogas parecidas" (p. 163). "El hach¨ªs no pone enfermo a la ma?ana siguiente, como ocurre con el alcohol. No se tiene nunca dolor de cabeza despu¨¦s de haber fumado hach¨ªs. Pero no es imposible que el hach¨ªs tenga a la larga consecuencias muy nefastas. De momento, nadie es capaz de pronunciarse sobre ello" (p. 159).
El libro desaconseja fuertemente el uso de las drogas, pero no creo que la oposici¨®n venga sobre todo del clan de los bolivianos. Tambi¨¦n hay que tener en cuenta que es muy duro hablando de los da?os que provoca el alcohol y el tabaco. ?Quiz¨¢, haya que ver detr¨¢s de la campa?a contra el libro intereses de tabaqueros, productores de bebidas alcoh¨®licas o de los que viven en tomo a ello? No podemos excluirlo, pero no cre¨® que conscientemente se metan por esto con el libro.
Tambi¨¦n se fustiga a los malos profesores y se explica a los chicos que se pueden pedir ciertas cosas: "Deb¨¦is exigir que vuestro profesor haga un verdadero programa de trabajo, un programa de larga duraci¨®n, que os explique los principales temas que vais a estudiar durante el curso o durante el trismestre, y os recomiende, adem¨¢s del manual, libros que pod¨¢is leer si dese¨¢is saber m¨¢s sobre el tema que sea" (p. 31). Pero igualmente no creo que la oposici¨®n al libro venga de asociaciones de profesores vagos o incompetentes.
Censores irritados
Creo que hay que buscar por otro sitio si queremos entender por qu¨¦ un libro as¨ª produce tanta irritaci¨®n, una irritaci¨®n apasionada e incontenible. Y esto nos da una pista: el libro tiene que tocar puntos muy sensibles y profundos, zonas del inconsciente de sus irritados censores (que no lectores), porque si no, no se entiende que 180 p¨¢ginas de consejos produzcan tanto furor incluso en personas que no atribuyen un gran valor a los libros y que muy probablemente no crean que el mundo se cambie con libros.
El modo como hemos sido educados, durante los primeros a?os nos deja profundamente marcados para el resto de nuestra vida, y esa primera socializaci¨®n, la programaci¨®n de f¨¢brica, que llaman algunos, no s¨®lo no puede cambiarse m¨¢s que muy superficialmente, sino que sirve de pauta para la educaci¨®n de los hijos. As¨ª, por ejemplo, todos los estudios ponen de manifiesto que los padres que maltratan a sus hijos son muy frecuentemente a su vez hijos maltratados y est¨¢n reproduciendo el trato que recibieron. Para ni?os educados en el miedo a los adultos, en la aceptaci¨®n acr¨ªtica de las ideas de los mayores, en la idea de pecado, de castigo, de culpa y de retribuci¨®n, es f¨¢cil que al hacerse adultos y leer un libro como ¨¦ste, que critica a los adultos cuando hacen las cosas mal, que no afirma que lo que dicen los profesores sea la verdad ¨²ltima, que presenta la sexualidad como un fen¨®meno natural y le quita dramatismo, que no quiere ignorar que las drogas existen y los j¨®venes las consumen -muchas veces porque no saben nada de ellas-, que los j¨®venes tienen necesidades sexuales y las ejercitan y al no tener informaci¨®n se producen cat¨¢strofes para su vida futura, sientan una especie de revulsi¨®n, porque encuentran en ¨¦l los deseos que tuvieron de j¨®venes y que consiguieron reprimir, pero que hubieran querido satisfacer. Aceptar estas ideas es aceptar su fracaso, y por ello se ven obligados a combatirlas para tratar de que sus hijos puedan ser como ellos.
Ideas distintas
Lo que no ven es que sus hijos no son como ellos, porque la sociedad ha cambiado y hoy no es posible mantener las mismas ideas. Piensan que la ¨²nica soluci¨®n es combatir la realidad y tratar de volver a su infancia, y por eso combaten libros como ¨¦ste. Para ellos es una soluci¨®n, pero caben otras que para la sociedad ser¨ªan mejores; por ejemplo, que se sometieran a tratamiento y trataran de superar sus fijaciones infantiles.
No creo que un libro de este tipo tenga unos efectos muy grandes, pero, en todo caso, sus efectos s¨®lo pueden ser saludables para los que creemos que ser m¨¢s libre y m¨¢s feliz es algo positivo.
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