Gracias y desgracias del hispanismo
?El hispanismo! ?No resulta, si bien se piensa, una cosa curiosa eso del hispanismo? Para empezar, ?qu¨¦ es el hispanismo? ?En qu¨¦ consiste? Evidentemente, se trata de los estudios especializados sobre literatura espa?ola y, por extensi¨®n, acerca de todos los productos peculiares de la cultura hisp¨¢nica, llevados a cabo por extranjeros. Y si no estoy equivocado, esa estudiosa actividad proviene de la fascinaci¨®n con que los rom¨¢nticos, o aun ya los prerrom¨¢nticos alemanes, descubrieron a comienzos del siglo pasado nuestra dramaturgia del de Oro, en particular el teatro de Calder¨®n, y a trav¨¦s de ese teatro comenzaron a, elaborar una imagen de Espa?a y de lo hisp¨¢nico que en. seguida prosperar¨ªa para difundirse por el mundo entero. A partir de ah¨ª, proliferaron las investigaciones eruditas no s¨®lo en lengua alemana, sino tambi¨¦n en franc¨¦s, en ingl¨¦s, en italiano, en ruso y en otros idiomas acerca de temas hispanos, hasta llegar a constituirse una rama aparte del saber filol¨®gico consagrada a lo espa?ol. Las universidades de todo el mundo reconocieron, creando los correspondientes departamentos, secciones y seminarios, el derecho de esos estudios a un r¨¦gimen de autonom¨ªa, y apenas ser¨¢ necesario mencionar los nombres de los grandes maestros -alemanes, franceses, italianos, norteamericanos, ingleses y rusos- a quieries se debe, no ya la puesta en valor e interpretaci¨®n perspicaz de muchos monumentos de nuestras letras, sino incluso en varioscasos su descubrimiento y depuraci¨®n cr¨ªtica.De igual manera que la imagen de la Espa?a rom¨¢ntica que se hab¨ªa formado a base de nuestra literatura cl¨¢sica en las mentes extranjeras fue recibida y aceptada por los propios hispanos, que nos vimos a nosotros mismos y todav¨ªa seguimos vi¨¦ndonos, y hasta pretendemos vivir de ello (?Spain is different!), a trav¨¦s de la lente pintoresquista, tambi¨¦n se form¨® entre nosotros, apoyada sobre las c¨¢tedras de historia de la literatura espa?ola, la especializaci¨®n correspondiente al hispanismo extranjero, de modo que ha habido y hay -lo que no deja de parecer raro a primera vista- hispanistas espa?oles, y muy ilustres, por cierto, algunos de ellos, integrados en el complejo del hispanismo internacional. Y no fueron pocos de entre estos hispanistas espa?oles los que, desde hace bastante tiempo pero sobre todo a consecuencia de la, guerra civil, se incorporaron a c¨¢tedras o seminarios extranjeros. Gracias a la fecunda actividad intelectual del hispanismo, el conocimiento y valoraci¨®n de nuestra literatura ha alcanzado cotas de gran altura y un delicado renamiento. Son las que podemos llamar gracias del hispanismo.
Bien se entiende que la labor de los eruditos deb¨ªa aplicarse a textos pret¨¦ritos, y cuanto m¨¢s remotos, mejor. Eso es lo normal, lo natural y lo sano, aunque ello comporta con frecuencia alguna especie de pedantesco desd¨¦n hacia las obras de la literatura contempor¨¢nea, y el escritor
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vivo fuera considerado, cuando mucho, candidato a autor difunto. Pero, como digo, eso es lo que debe ser, pues hay que dar tiempo al tiempo, y una cosa es el an¨¢lisis erudito y otra distinta la cr¨ªtica contempor¨¢nea.
Ocurre, sin embargo -y con esto entramos en el cap¨ªtulo de las desgracias del hispanismo-, que, por efecto del exotismo atribuido a la cultura espa?ola (un exotismo cuyas causas hist¨®ricas no cabria ni siquiera esbozar aqu¨ª), los especialistas consagrados al estudio de las letras hispanas, sabios muy apegados al principio distanciador de la objetividad cient¨ªfica, tienden muchas veces a contemplar el objeto de sus desvelos cognoscitivos desde una altura superior, entre divertidos y condescendientes, un poco a la manera en que el antrop¨®logo considera las costumbres de sus salvajes predilectos, o los m¨¦dicos examinan a un paciente cuyas opiniones no merecen ser tenidas en cuenta. Piensan acaso esos hispanistas que los escritores espa?oles, los espa?oles en general, ofrecen, desde luego, campo excelente para sus investigaciones, an¨¢lisis y caracterizaciones, pero carecen ellos mismos de criterios v¨¢lidos y resultan incapaces de todo juicio cr¨ªtico, a menos que sean hispanistas espa?oles incorporados ya a la comunidad internacional del hispanismo.
Una vez abierto el cap¨ªtulo de las desgracias en que ¨¦ste incurre veamos ahora algunos de los efectos que el exitoso desarrollo de esos estudios especializados ha tenido, al combinarse con la desmesurada ampliaci¨®n y consiguiente descenso de nivel de los ¨¢mbitos universitarios. Me referir¨¦ en concreto a Estados Unidos, que conozco m¨¢s de cerca, aunque muy bien s¨¦ que, poco m¨¢s o menos, lo mismo est¨¢ su cediendo en todas partes. All¨ª, por lo pronto, los cursos de literatura espa?ola (y entiendo siempre por tal la escrita en nuestra lengua, cualquiera sea el pa¨ªs del autor) se mantienen y abundan, mientras que merman los de otras lenguas extranjeras, y ello a favor de circunstancias diversas cuya especificaci¨®n no ser¨ªa de este lugar.
Pero la demanda de esos cursos por una poblaci¨®n escolar cada a?o m¨¢s numerosa y peor preparada ha conducido a una situaci¨®n en la que las virtudes del tradicional hispanismo est¨¢n torn¨¢ndose en vicios, y vicios muy rid¨ªculos.
La seriedad acad¨¦mica exig¨ªa, por ejemplo, que la posici¨®n y promoci¨®n del profesorado se estableciera sobre la base de publicaciones cient¨ªficas respetables, empezando por la tesis doctoral. Formalmente, la exigencia subsiste; pero s¨®lo formalmente. Pues si bien contin¨²a habiendo -en n¨²mero reducido, como es l¨®gico, pues no todo el mundo tiene vocaci¨®n y capacidad para cumplir haza?as intelectuales de calibre mayor- unas cuantas personalidades se?eras en el estudio de las letras hispanas, la mayor¨ªa de los docentes, muchos de los cuales pueden desempe?arse y se desempe?an demanera excelente en su tarea de maestros, se ven obligados a simular que son investigadores y autores originales de obras cuya publicaci¨®n es requisito para su permanencia en el puesto o para su ascenso. Y as¨ª, se afanan por perge?ar alg¨²n lamentable manuscrito, y hasta tienen que pagar todav¨ªa de su bolsillo la impresi¨®n de los tristes engendros a que la necesidad los ha forzado. Con esto, cumplen el requisito formal. Nadie suele molestarse luego en la ingrata y despiadada tarea de poner en evidencia el desdichado fraude.
?sta situaci¨®n conduce a otro resultado no menos penoso. Para trabajar sobre un cl¨¢sico es menester poseer una cierta preparaci¨®n, una cierta cultura hist¨®rica y general de la que muchas veces est¨¢n horros los apresurados productos de la ense?anza masiva. Es mucho m¨¢s hacedero escribir sobre un autor contempor¨¢neo, y m¨¢s a¨²n si est¨¢ vivo, y m¨¢s si se le tiene a mano para consultarte acerca de su propia obra. La vanidad de verse estudiado y objeto de una monograf¨ªa hace que m¨¢s de un novelista o poeta se preste a iluminar a estos estudiantes graduados o j¨®venes profesores, brind¨¢ndoles una ayuda de qui¨¦n sabe hasta qu¨¦ grado puede llegar. Y he aqu¨ª que, por contraste con el altivo desd¨¦n de los viejos hispanistas hacia el escritor viviente, los actuales autores universitarios muestran su respeto a los cl¨¢sicos ignor¨¢ndoles en sus cursos y en sus art¨ªculos o libros, para dedicarse al autorfulano o mengano, que el a?o pasado public¨® una novela o un libro de versos.
Cierto es que a favor de esta corriente se han producido tambi¨¦n espl¨¦ndidos an¨¢lisis literarios de obras contempor¨¢neas, y yo mismo no podr¨ªa quejarme, pues he sido muy favorecido a este respecto. Ser¨ªa injusto cerrarse.al estudio profundo de la literatura actual, como lo es el condenar la tradicional erudici¨®n en vista de que tantas veces se haya empleado en minucias triviales y anodinas. Me limito a se?alar los extr¨¦mos absurdos a que la boga ha llevado, y termino pregui?¨¢ndome qu¨¦ idea me dar¨ªa a m¨ª de colocar estas ligeras reflexiones bajo el quevedesco t¨ªtulo de Gracias y desgracias del hispanismo.
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