Cuba-Espa?a, relaciones a toda prueba
Los datos exactos de deuda que Cuba trata ahora de renegociar ser¨¢n conocidos a partir del pr¨®ximo mi¨¦rcoles, d¨ªa para el que est¨¢ prevista una reuni¨®n interministerial en Madrid con objeto de fijar la posici¨®n espa?ola ante la solicitud de moratoria por diez a?os planteada hace una semana (v¨¦ase EL PAIS de 1 y 2 de septiembre). La actitud inicial de la Administraci¨®n, seg¨²n fuentes del Ministerio de Econom¨ªa y Comercio, se orienta a conceder las facilidades pedidas a los pa¨ªses occidentales acreedores, quiz¨¢ con un trato preferencial que demuestre la amistad espa?ola.Los cuatrocientos millones de d¨®lares (unos 40.000 millones de pesetas) en que se estima la deuda con Espa?a, una quinta -o sexta parte de la mantenida con pa¨ªses no socialistas, superan los 300 millones de d¨®lares en que se ha estabilizado el comercio bilateral durante los ¨²ltimos a?os. Es aproximadamente el doble del d¨¦ficit comercial anual de la isla desde 1975, cifra, que a su vez coincide con el pago anual de intereses a pa¨ªses occidentales. La deuda exterior cubana, por su parte, sobrepasa los 10.000 millones de d¨®laes (m¨¢s de la tercera parte que Espa?a), acumulados, por los d¨¦ficit en los 24 a?os que va a cumplir la Revoluci¨®n.
El gesto espa?ol, seg¨²n observadores de la escena econ¨®mica internacional, ser¨ªa significativo en estos momentos, aunque confirme la l¨ªnea d¨¦ buenas relaciones hispano-cubanas. No s¨®lo porque as¨ª el Gobierno espa?ol pueda valorar en sus justos t¨¦rminos la bancarrota cubana, sino por el contraste entre la pol¨ªtica pro OTAN del Gabinete Calvo Sotelo y la ayuda a un pa¨ªs sovietizado en los dos ¨²ltimos lustros y que, parad¨®jicamente, ahora debe buscar ayuda occidental.
Una crisis no demasiado grave
En primer lugar, el problema financiero de Cuba, tan lejos como, otros pa¨ªses en bancarrota de suponer el fracas¨® irreversible de un modelo, no es m¨¢s grave en s¨ª, ni tampoco para Espa?a u otros acreedores internacionales, que el, de anteriores crisis financieras. Desde 1956, una veintena de pa¨ªses se han visto obligados en 56 ocasiones (es decir, algunos var¨ªas veces), a pedir renegociaci¨®n de su deuda externa, de acuerdo con la revista brit¨¢nica The Economist.
La experiencia m¨¢s traum¨¢tica para los banqueros occidentales desde la crisis del petr¨®leo ha sido Polonia, que ha debido aplazar el pago de 4.900 millones de d¨®lares (Espa?a se vio pillada en unos trescientos millones, relacionados con ventas de barcos). Pero a continuaci¨®n el mayor moroso -y es -un dato poco aireado- ha sido Turqu¨ªa, con 4.3 83 millones de d¨®lares ya renegociados, siendo su deuda a medio y larg¨® plazo de 15.000 millones de d¨®lares, dos veces y cuarto sus exportaciones anuales de bienes y servicios, magnitud cercana a la de Polonia, que debe a medio y largo plazo 25.000 millones. Otros grandes y recientes negociadores son, por este orden, Ruman¨ªa (3.540 millones de d¨®lares), Costa Rica (869 millones), Nicaragua (762 millones; aqu¨ª la Revoluci¨®n s¨ª hered¨® un pa¨ªs en bancarrota, al contrario que en Cuba), Jamaica (553 millones), Zaire (517), Sud¨¢n (503), y Bolivia (460 millones de d¨®lares).
Seg¨²n los medios solventes de la Administraci¨®n espa?ola, que han apuntado la posibilidad del trato preferencial a Cuba, adem¨¢s del inter¨¦s por la estabilidad de las ventas espa?olas de la isla y de las habituales cautelas para recuperar mejor las deudas, existen ventajas en las condiciones puestas por el deudor en comparaci¨®n con las de Polonia o Ruman¨ªa, que han sido atendidas. Muestra de que el dinero va por un lado y las ideas por otro. Tambi¨¦n puede valorarse el hecho de que en los tres ¨²ltimos a?os, durante los cuales no ha habido compras de az¨²car (las de 1919 correspond¨ªan a un atraso de negociaciones anteriores), las ventas a Cuba han duplicado las compras, contra la pol¨ªtica de reajuste aplicada en la isla desde 1976, basada en medidas dr¨¢sticas para equilibrar el; d¨¦ficit exterior con pa¨ªses capitalistas.
Desde otros ¨¢ngulos, fuentes disconformes con la escasa presencia que atribuyen a la pol¨ªtica exterior actual en Latinoam¨¦rica opinan que, detr¨¢s del recurso cubano a la renegociaci¨®n, es muy probable que est¨¦ la limitaci¨®n de la ayuda sovi¨¦tica. Ciertamente, en medios occidentales se especul¨® con que, al menos en 1977, cuando Angola. Etiop¨ªa estaban en plena ebullici¨®n y era importante la contribuci¨®n del internacionalismo cubano, la URSS habr¨ªa proporcionado una sustancial inyecci¨®n de moneda libremente convertible a Cuba, al margen de los varios miles de millones de d¨®lares anuales entregados por v¨ªa indirecta (compra de az¨²car y venta de petr¨®leo a precios m¨¢s favorables que los internacionales, principalmente).
Para tales fuentes, la explicaci¨®n de las restricciones estar¨ªa en la falta de recursos econ¨®micos de la URSS y en que probablemente haya dado menor prioridad, actualmente a Latinoam¨¦rica y Africa, para centrarse en Afganist¨¢n-Ir¨¢n-Irak, Europa Oriental y Vietnam-Camboya. En efecto, la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha sido incapaz de generar en los ¨²ltimos lustros nuevas exportaciones; hoy, pr¨¢cticamente las tres cuartas partes de sus ventas se basan en el petr¨®leo y en el oro,- siendo conocida la ca¨ªda de los precios de ambas materias en los dos ¨²ltimos a?os, ligera en un caso, brusca en el otro (de 800 a 450 d¨®lares la onza). Paralelamente, la ayuda a los pa¨ªses sat¨¦lites ha debido aumentar, pues sufren el general incremento de tipo, de inter¨¦s y la paralela ca¨ªda de precios de materias primas y mercados. Y en la propia URSS se necesitan divisas para comprar alimentos.
Una econom¨ªa agraria y sovietizada
En Cuba: econom¨ªa y poder (1979-1980), el an¨¢lisis m¨¢s completo publicado en Espa?a sobre el tema (el- historiador brit¨¢nico Hugh Thomas se centra en el an¨¢lisis hist¨®rico), Alberto Recarti explica c¨®mo la URSS ha pasado a ser el sustento de la econom¨ªa cubana, al igual que lo fue, antes y despu¨¦s de la independencia, del vecino norteamericano. Por ser la econom¨ªa cubana de plantaci¨®n per¨ªf¨¦rica y enormemente abierta al exterior, ha favorecido este fen¨®meno.
Si tras la independencia, Estados Unidos afianza su posici¨®n llega a acumular el 70% de los intercambios comerciales con la isla -un ap¨¦ndice de la primera Constituci¨®n autoriz¨® a los Estado Unidos hasta 1934 a intervenir militarmente en caso de desorden interior, impago de intereses o relaciones- excesivamente estrecha con otros pa¨ªses, lo que posibilita, la intervenci¨®n-, en el quinquenio 1975-1980 tambi¨¦n m¨¢s del 60% del comercio cubano ha tenido como origen o destino la Uni¨® Sovi¨¦tica.
En uno y otro caso, el instrumento destacado han sido las exportaciones de az¨²car, que absorben m¨¢s del 80% de las exporticiones, concretamente el 87% en 1976 y el 83,6% en 1980, seg¨²n datos del ¨²ltimo, informe del Banco Nacional de Cuba. El sector azucarero, casi exclusivo junto al tabaquero, diez veces m¨¢s peque?o en una agricultura que hace pocos a?os ocupaba al 40% de la poblaci¨®n laboral (en Espa?a, la mitad aporta casi la quinta parte del pn ducto social global).
Los esfuerzos industrializadores han permitido a las autoridides cubanas ofrecer la imagen de avance en ciertos indicadores, hacia un consumismo, a la sovi¨¦tica, pero han coincidido en momentos adversos para el pa¨ªs: de los 65,5 centavos de d¨®lar que lleg¨® a alcanzar la libra de az¨²car el 20 de noviembre de 1974 (2,2 libras hacen un kilo), pas¨® en menos de tres a?os a los 7,50 centavos, nivel del que pr¨¢cticamente no se ha recuperado, pues en 1980 subi¨® a 15 centavos y luego ha vuelto a bajar.
El az¨²car y su precio son precisamente los principales co-protagonistas de la historia de las relaciones econ¨®micas de Espa?a con Cuba. Relaciones que, con ser destacadas, tampoco han llegado nunca a grandes dimensiones.
Seg¨²n el Anuario Azucarero, en 1939 eran de nacionalidad norteamericana 66 de los 174 ingenios azucareros, que absorb¨ªan un 55% del valor de la producci¨®n del sector. Espa?a, el segundo pa¨ªs en este ¨¢mbito, ten¨ªa por entonces 33 ingenios, con el 14% de la producci¨®n. Doce a?os m¨¢s tarde, los norteamericanos representaban todav¨ªa el 42,6% de la producci¨®n, mientras que los espa?oles se hab¨ªan quedado en el 2,3%.
Y eso que de 1902 a 1934 llegaron a Cuba unos 736.000 espa?oles, el 57% de todos los inmigrantes. Luego se paraliza el movimiento general, a ra¨ªz del decreto de 1933 exigiendo a cada centro de trabajo tener al menos un 50% de cubanos. Pero las estad¨ªsticas espa?olas apuntan que, en las dos d¨¦cadas anteriores a la Revoluci¨®n, exactamente entre 1940 y 1960, entraron otros 30.000 espa?oles.
Para los expertos en relaciones bilaterales, la persistencia de este tema, desde el franquismo hasta ahora, es indicativa del nivel pol¨ªtico que ha animado siempre el comercio hispano-cubano. Una de las ¨²ltimas ocasiones en que se ha tocado el tema fue el viaje realizado por el expresidente Adolfo Su¨¢rez a La Habana a finales de 1978, al parecer con el ¨¢nimo de ganar con el abrazo a Fidel Castro m¨¢s votos por la izquierda en las elecciones que convocar¨ªa meses despu¨¦s.
Malos a?os, buenos acuerdos
Otro dato significativo han sido y son las largas rondas de reuniones de las delegaciones negociadoras, muchas veces desde hasta tres meses, para al final decidirse el acuerdo en pocos d¨ªas.
Seg¨²n Alberto Recarte (asesor de la Embajada espa?ola en la Habana durante varios a?os y luego colaborador econ¨®mico de Su¨¢rez en La Moncloa), para quien Franco busc¨® rentabilidad pol¨ªtica al mantener las relaciones diplom¨¢ticas y comerciales tras la Revoluci¨®n, tres han sido los caracteres siempre presentes desde entonces.
En primer lugar, Espa?a ha tratado de comprar en Cuba todo lo que ha podido y ha forzado sus exportaciones a cambio de compras, muchas veces no rentables, que exig¨ªan luego operaciones triangulares de equilibrio.
En segundo plano, el bilateralismo m¨¢s estricto a trav¨¦s de los acuerdos clearing (en lugar de cobrar o pagar con divisas convertibles, los respectivos bancos centrales llevan una cuenta que debe ser compensada peri¨®dicamente), vigentes hasta 1978 y que hicieron de Espa?a el ¨²nico pa¨ªs con econom¨ªa de mercado que sigui¨® este sistema.
Por ¨²ltimo, las imprevisibles producciones espa?olas de az¨²car a partir de la remolacha, que forzaron en 1963 y en 1965 a adquirir compromisos a largo plazo en condiciones que finalmente se revelaron desastrosas, al igual que ocurri¨® en 1975 para un per¨ªodo de tres a?os.
En el acuerdo trienal de 1963, firmado despu¨¦s de que EE UU sellara con el embargo definitivo el rechazo a las nacionalizaciones de los primeros a?os de la Revoluci¨®n y el fracaso de invasi¨®n, Espa?a ya se equivoc¨® en la fijaci¨®n de precios. Al comprometerse a comprar entre 100.000 y 150.000 toneladas de az¨²car cada a?o, los precios para las respectivas anualidades oscilaron entre 11,42 y 9,83 centavos de d¨®lar la libra. Y el nivel internacional baj¨® de 5,77 a 1,81 centavos.
Eran tiempos en que, radicalizada la Revoluci¨®n, moderados y guevaristas debat¨ªan el futuro econ¨®mico, lo que se sald¨® con el triunfo de los segundos, pese a que Ernesto Che Guevara contemplara desde fuera, antes de morir en la guerrilla boliviana, el triunfo de sus tesis. Desde 1967 a 1970, en efecto, la Revoluci¨®n se olvida de las leyes econ¨®micas, quiere superar la del valor y, entre m¨¢s nacionalizaciones (s¨®lo queda privado el 30%. de la agricultura) y movilizaciones constantes, suprime incentivos, precios y contabilidades, para saltarse la transici¨®n y llegar ya a las relaciones de producci¨®n de la etapa superior del socialismo marxista. Etapa que termina con la implantaci¨®n del orden econ¨®mico sovi¨¦tico de planificaci¨®n y centralizaci¨®n, reflejado en la Nueva Pol¨ªtica Econ¨®mica y los planes quinquenales.
Carne de ceb¨² por ternera
Para compensar el error en la previsi¨®n de precios del az¨²car, en 1965 se llega a otro acuerdo, que rebaja la libra de 9,83 a 6,71 centavos de d¨®lar (para el mismo per¨ªodo la URSS firm¨® a 6 centavos de d¨®lar), pero que eleva los compromisos de compra, de 200.000 toneladas para dos a?os a 740.000 en cinco, y a precio m¨¢s alto que el vigente internacional. Fue el a?o en que empezaron las ventas de material de transporte y carne de ternera, con lo que hay problemas al comprobarse que es de ceb¨², se activa la presencia del grupo Barreiros y Espa?a organiza una exposici¨®n del libro en 15,68.
Esta es la presencia privada m¨¢s destacada hasta entonces, despu¨¦s de que en 1961, y hasta 1975, la empresa Iniciativas Comerciales Navarras, del grupo Huarte, sustituyera a Tabacalera en las compras de tabaco torcido, porque el monopolio hab¨ªa insistido en pagar por el producto a los antiguos propietarios de las f¨¢bricas ya nacionalizadas, de ascendencia espa?ola.
Las negociaciones posteriores de 1966, en mal¨ªsimo momento econ¨®mico para Cuba por la escasa zafra, los precios del az¨²car y los problemas internacionales (el conflicto ideol¨®gico con China anula ventas), se platea con alguna fuerza las indemnizaciones por expropiaciones y la liberaci¨®n de los 33 presos pol¨ªticos espa?oles, problema ya solucionado. Recarte apunta en su libro que el tema de las indemnizaciones s¨®lo se vuelve a plantear en 1975, a?o tambi¨¦n en que Espa?a pag¨® un precio desorbitado por el az¨²car.
Sin embargo, de 1967 a 1970, los a?os m¨¢s dif¨ªciles de Cuba, que terminan con el fracaso de la zafra de los diez millones de toneladas y el conato de dimisi¨®n no aceptada de Fidel, y cuyo final pasa en un a?o de las depuraciones de sovi¨¦ticos ortodoxos a la condena de cr¨ªticos de Mosc¨², las negociaciones no presentaron dificultades.
Hay cambios en el sistema de relaciones; los problemas llegar¨ªan en 1971, por la reorganizaci¨®n del Estado cubano y el descenso de sus exportaciones, reflejados en una denuncia de los acuerdos de 1970.
Una delegaci¨®n encabezada por Robles Piquer concluye un acuerdo hasta finales de 1974, bajando las compras de az¨²car de 70.000 a 90.000 toneladas. Pero en esta ocasi¨®n los precios internacionales suben mucho, hasta el punto de llevar a Cuba a incumplir acuerdos con pa¨ªses socialistas.
Los precios siguen imparables, y convierten el inicial buen Protocolo para Cuba de 1974 en excelente para Espa?a, que ampl¨ªa sus compras. La euforia y el d¨¦ficit azucarero estimado en Espa?a para 1975 (350.000 toneladas), en un momento en que el mercado internacional alcanzaba los 65,5 centavos de d¨®lar durante las negociaciones, provocan el desastre del acuerdo trienal de 1975: a treinta centavos los dos primeros a?os y veintitr¨¦s el resto, con adquisiciones m¨ªnimas de 220.000 toneladas.
El Gobierno espa?ol hab¨ªa rechazado la propuesta de desalentar el consumo nacional, con precios al consumo ajustados al mercado internacional, y hab¨ªa dado orden de comprar el az¨²car necesario. Sin embargo, los efectos de la crisis econ¨®mica internacional reducen el consumo en una tercera parte y se produce la gran ca¨ªda de precios, mientras en Espa?a se dispara la producci¨®n de remolacha.
Las renegociaciones posteriores paliaron algo el coste del error para Espa?a, pero en un momento en que el precio internacional del az¨²car, poco m¨¢s de siete centavos de d¨®lar en 1976, llevan a las autoridades cubanas a problemas financieros, corregidos con la b¨²squeda de eurodivisas, si bien causantes de alg¨²n problema. Espa?a, aprende la lecci¨®n y en 1979 liberaliza su peculiar sistema con Cuba: el protocolo de 1979 deja s¨®lo temporalmente en el clearing tabaco, productos del mar, n¨ªquel y caf¨¦, hasta que en 1980 se establece un nuevo sistema de cuenta de saldo rec¨ªproco que incluye todos los pagos.
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