Europa busca un, lugar en el espacio
La historia del Ariane se inicia en julio de 1973, en Bruselas, durante una conferencia de ministros responsables de asuntos espaciales. Europa hab¨ªa presenciado el desarrollo de la conquista del cosmos, interesada pero casi impasible, desde aquel 4 de octubre de 1957 en que la Uni¨®n Sovi¨¦tica colocara en ¨®rbita alrededor de la Tierra el primer Sputnik, un juguete de poco m¨¢s de un metro de di¨¢metro y 83 kilos de peso. Quince a?os m¨¢s tarde resultaba evidente que la carrera espacial desembocar¨ªa en algo m¨¢s que un entretenimiento destinado a alimentar el orgullo de los dirigentes pol¨ªticos y proporcionar prestigio a las dos grandes potencias.Adem¨¢s de la superioridad militar que la conquista del espacio garantizaba a sus protagonistas, el desarrollo de los sat¨¦lites artificiales hab¨ªa desplegado ya un abanico de oportunidades econ¨®micas casi sin l¨ªmite. Las comunicaciones, la difusi¨®n de se?ales de radio y televisi¨®n, la metereolog¨ªa y la prospecci¨®n de recursos desconocidos sobre la superficie del globo permit¨ªan prever que durante la d¨¦cada de los ochenta, se pondr¨ªan en ¨®rbita casi doscientos ingenios de este tipo, de los que una octava parte ser¨ªan europeos. El viejo continente ten¨ªa que escoger entre la dependencia de Estados Unidos o la Uni¨®n Sovi¨¦tica, las dos potencias espaciales; la combinaci¨®n de negociaciones con ambas, para aspirar a un equilibrio inestable, o la incorporaci¨®n como potencia aut¨®noma al selecto club de los pa¨ªses para los que mirar al, cielo no significa s¨®lo imaginartar tareas imposibles.
La conferencia de 1973, sirvi¨® para escoger este ¨²Itimo camino. De los acuerdos que all¨ª se suscribieron surgi¨® la Agencia Espacial Europea, uno de cuyos programas consiste en la concepci¨®n y puesta a punto de un cohete lanzador que deber¨ªa servir a los sat¨¦lites europeos y participar en el mercado internacional, como una posibilidad competitiva a disposici¨®n de otros paises. Hab¨ªa nacido Ariane.
Espa?a participa en el programa con un 2%. La cifra no es insignificante si se tiene en cuenta que, adem¨¢s de Francia (63,87%), que actu¨® desde el primer momento como madrina del proyecto -azuzada por la grandeur que bull¨ªa en la cabeza del general De Gaulle- s¨®lo la Rep¨²blica Federal de Alemania (20,12%), B¨¦lgica (5%) y el Reino Unido (2,47%) disponen de una cuota mayor. En el mismo nivel que Espa?a se sit¨²a Holanda, y por detr¨¢s quedan pa¨ªses como Italia (1,74%), Suiza (1,20%), Suecia (1,20%) y Dinamarca (0,50%).
El coste del desarrollo del cohete se calcul¨¦ en 2.060 millones de francos franceses (33.000 millones de pesetas) a valor de enero de 1973, con una oscilaci¨®n m¨¢xima por causas t¨¦cnicas del 20%. Por encima de esa cota, Francia se compromet¨ªa a cubrir el exceso hasta un 15% del valor inicial previsto.El Centro Nacional de Estudios Espaciales franc¨¦s (CNES) qued¨® encargado de la gesti¨®n del proyecto, y organiz¨® su desarrollo industrial sobre la base de grandes contratos con seis firmas francesas y una belga, que a su vez delegar¨ªan los estudios y la fabricaci¨®n con otras empresas de los pa¨ªses participantes. La concepci¨®n del cohete ha costado, en realidad, 5.010 millones de francos, calculados en julio de 1981 (82.000 millones de pesetas), lo que representa un incremento sobre la previsi¨®n del 16%, teniendo en cuenta la evoluci¨®n de la situaci¨®n econ¨®mica y las tensiones inflacionistas.
Tres empresas espa?olas han participado en el Ariane. Construcciones Aerona¨²ticas, SA (CASA), se encarg¨® de la falda extema que protege la comunicaci¨®n de dep¨®sitos de combustible, carcasa de infraestructura y un sistemadorrector de vibraciones en el primer cuerpo; carcasa de infraestructura y dispositivo corrector de vibraciones del segundo cuerpo, y la estructura del compartimiento de sistemas el¨¦ctricos y el pupitre de control del lanzamiento. La sociedad metal¨²rgica Duro Felguera, SA, proporciona placas de blindaje para el primer y tercer cuerpo. SENER, finalmente, se responsabiliza de contratos de asistencia t¨¦cnica, estudios sobre vibraciones y fabricaci¨®n del m¨¢stil del cord¨®n umbilical, que mantiene el contacto entre el cohete y el puesto de mando del lanzamiento hasta que ¨¦ste se produce.
El asalto a los cielos del primer ejemplar cost¨® a sus responsables inagotables sinsabores. Por fin, el 24 de diciembre de 1979, despu¨¦s de tres intentos fracasados, las leng¨¹etas de fuego amarillas se estrellaron contra el suelo del centro espacial, rodeado de palmeras tropicales, y Ariane se elev¨® majestuosamente para perforar la atm¨®sfera, entre v¨ªtores y abrazos de los t¨¦cnicos y los periodistas. Todos ten¨ªan las u?as extinguidas; las hab¨ªan ro¨ªdo hasta el l¨ªmite de la impaciencia. El cohete realiz¨® su trabajo a la perfecci¨®n.
Competencia de EE UU
Le siguieron otros tres lanz1mientos experimentales. La fabricaci¨®n en serie hab¨ªa comenzado en abril de 1978, con objeto de poner a punto un grupo de seis ejemplares de promoci¨®n, por cuenta de la Agencia Espacial Europea (ESA). El primero es el que se lanza el 10 de septiembre. Despu¨¦s, la producci¨®n, financiaci¨®n, comercializaci¨®n y lanzamiento de los cohetes correr¨¢ a cargo de una empresa privada, Arianespace, cuyas acciones se reparten entre las 36 principales industrias europeas del sector, once bancos de los pa¨ªses participantes y el CNES franc¨¦s. Espa?a ocupa la sexta plaza, con un 2,5% de los recursos totales, por detr¨¢s de pa¨ªses como Italia y Suiza, que en el programa de desarrollo del proyecto dispon¨ªan. de una cuota menor.
Arianespace debe enfrentarse, para comercializar el cohete europeo, con la competencia de Estados Unidos, que hasta su aparici¨®n gozaba de un pl¨¢cido monopolio. En especial, la aparici¨®n de la lanzadera Columbia, capaz de depositar su carga y regresar a tierra firme, afect¨® como un terremoto a las esperanzas que se hab¨ªan depositado en Ariane. Luego ha podido comprobarse que los propios norteamericanos no son partidarios de desmantelar las cadenas de fabricaci¨®n de sus cohetes convencionales, al menos durante unos cuantos a?os. El Columbia fue dise?ado para transportar seres humanos y cargas muy pesadas, en ¨®rbitas limitadas de doscientos a trescientos kil¨®metros. La demanda creciente, sin embargo, se orienta a las ¨®rbitas superiores.
Un vuelo del Columbia cuesta 22,6 millones de d¨®lares (2.553 n¨²llones de pesetas). Teniendo en cuenta la capacidad de almacenamiento de la lanzadera, el precio de colocaci¨®n en ¨®rbita de un sat¨¦lite se sit¨²a en torno a los catorce, millones de d¨®lares (1.582 millones de pesetas) para un ingenio de tipo medio, menos de la mitad delo que vale un Ariane. No obstante, el Congreso norteamericano ha exigido a la Agencia Espacial Norteamericana (NASA) que equilibre sus precios con los costes reales, lo que conducir¨¢ a elevaciones inevitables de hasta el 60% a partir de 1985. En cuanto a los cohetes convencionales, de usar y tirar, el Ariane se muestra m¨¢s competitivo. Contratar un lanzamiento cuesta ahora alrededor de cuarenta millones de d¨®lares (4.520 millones de pesetas) para los clientes ajenos al proyecto. La Agencia Espacial Europea y los paises miembros disfrutan de una tarifa preferente, que reduce el precio a casi la mitad. La colocaci¨®n -en ¨®rbita de un sat¨¦lite mediante un cohete norteamericano Thor-Delta, en su versi¨®n m¨¢s potente, capaz de transportar dos ingenios, sale por 1.760 millones de pesetas (valor de 1978), ligeramente superior al precio de la misma operaci¨®n con Ariane sobre la base de id¨¦ntico c¨¢lculo econ¨®mico. El Atlas-Centaur, sin embargo, se puede disparar por 2.400 millones de pesetas, un coste francamente competitivo frente al europeo.
.Dos sat¨¦lites por cohete
La necesidad de ofrecer un producto adecuado a la demanda, a precios atractivos para los compradores, que ahora ya disponen de un muestrario para escoger, ha guiado los pasos de los responsables del cohete europeo. Ariane est¨¢ equipado con un sistema de lanzamiento doble (SyIda), que le permite transportar dos sat¨¦lites de peso medio y que se emplea por vez primera el 10 de septiembre. Se trata de un envase de aluminio y fibras de carbono, muy ligero, alojado bajo la cofia. En el momento en que se detiene el motor del tercer cuerpo, el Sylda libera en su ¨®rbita el sat¨¦lite alojado en la parte superior, seguido de la mitad m¨¢s alta del mecanismo, que encierra como en un huevo el segundo sat¨¦lite. Inmediatamente, se separa este ¨²ltimo. El dispositivo resta muy poca carga ¨²til (s¨®lo pesa 185 kilos) y reduce el precio de la colocaci¨®n de cada sat¨¦lite, al dividir el coste del lanzamiento de un cohete entre dos operaciones.
El Ariane 1 que despegar¨¢ el d¨ªa 10 desde Kur¨² est¨¢ equipado con un dispositivo Sylda, que le permitir¨¢ depositar en ¨®rbita geoestacionaria dos sat¨¦lites. El primero, Marecs-B, forma parte de un sistema de comunicaciones mar¨ªtimas que debe cubrir toda la superficie del planeta. En su financiaci¨®n participa Espa?a. El Instituto Nacional de T¨¦cnica Aeroespacial ha suministrado la antena VHF del sat¨¦lite. En cuanto al Sirio 2, se trata de un desarrollo del sat¨¦lite de comunicaciones italiano del mismo nombre, cuyo programa de lanzamiento tambi¨¦n apoy¨® Espa?a. La firma CASA ha fabricado un sistema adaptador.
Los proyectos van a¨²n m¨¢s lejos. Del Ariane 4, cuyo primer lanzamiento est¨¢ previsto para octubre de 1985, podr¨¢n fabricarse seis versiones distintas. Ser¨¢ capaz elevar cargas ¨²tiles entre 2.000 y 4.300 kilos. El precio medio del kilo situado en ¨®rbita se reducir¨¢ a un 60% del que ofrece su hermano de la primera serie.
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