Nuevo montaje de 'Cos¨¬ fan tutte', de Mozart, en el Festival de Salzburgo
Poner en escena Cosi fan tutte en Salzburgo es un desaf¨ªo. Cosi fue durante d¨¦cadas la obra incuestionablemente unida al nombre de Karl B?hm, que entre 1953 y 1977 la dirigi¨® en nada menos que dieciocho ediciones del festival. Para colmo, montar la pieza mozartiana en la misma sala donde B?hm la dirigiera permanentemente, el Kleines Festspielhaus, la sala peque?a de los festivales, pod¨ªa implicar una arrogancia temeraria. Pero los resultados han sido magn¨ªficos, con un espacio esc¨¦nico rotundamente latino, en el que, con el olvido de abstracciones y el empleo de decorados reales, el mar se vuelve elemento principal de todo el espect¨¢culo.Frente a un p¨²blico inicialmente poco dispuesto al aplauso, el ¨¦xito ha sonre¨ªdo a los dos responsables del nuevo Cosi, el escen¨®grafo Michael Hampe y el director de orquesta Riccardo Muti. Michael Hampe ha creado un espacio esc¨¦nico rotundamente latino, italiano, olvidando abstracciones y empleando decorados reales, en los que el mar es elemento principal. Desde esta perspectiva, la brisa del ferragosto parece recorrer toda la escena.
Muti, el gran protagonista musical
Riccardo Muti, hoy director titular de la Orquesta de Filadelfia, es el gran protagonista musical. Director de la escuela de Toscanini, preciso m¨¢s que emotivo, en¨¦rgico -alguna veces sin necesidad- m¨¢s que ¨ªntimo, de ¨¦l pod¨ªa temerse un Mozart terrible: sin embargo, nada m¨¢s lejos de la realidad.El Mozart de Muti es luminoso, fresco, un Mercurio alado, y su Cosi parece el sue?o de un d¨ªa-tarde-noche de verano en medio de los calores estivales napolitanos. La forma en que las cuerdas de la Filarm¨®nica de Viena respondieron a su batuta en el vivaldiano tr¨ªo Soave sia il vento constituy¨® un instante de magia, magn¨ªficamente percibido por un auditorio que conten¨ªa la respiraci¨®n.
En cambio, los dos protagonistas masculinos, Gosta Wimbergh y James Morris, estuvieron a punto de destrozar la representaci¨®n. Habr¨ªa que preguntarse si mister Morris domaba. potros o marcaba reses antes de venir a gritar el papel de Guglielmo a Salzburgo.
En cuanto a Winbergh, hay que considerarle una especie de marciano en lo musical, cuya relaci¨®n con el arte del canto es dif¨ªcilmente comprensible. Menos mal que tambi¨¦n pisaban la escena del festival artistas como Agnes Batsa o Jos¨¦ van Dam, capaces de evitar un desastre que, globalmente, habr¨ªa sido injusto.
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