Damsco, en los alrededores de la guerra
Tr¨¢nsito interminable de veh¨ªculos militares, hospitales llenos y nuevos refugiados palestinos en Damasco, la ciudad que ha estado al borde de la guerra en L¨ªbano
En la avenida Bagdad, parad¨®jicamente una de las principales de Damasco, los restos de unas pintadas que condenan la inhibici¨®n ¨¢rabe y el tr¨¢nsito incesante de veh¨ªculos militares son lo ¨²nico que recuerda la ¨²ltima guerra palestino-israel¨ª librada en L¨ªbano, a menos de dos horas en coche de la capital siria.Por la autopista Beirut-Damasco, los camiones militares, algunos de ellos remolcados, acceden al centro de la ciudad con una peculiar carga de ancianos, mujeres, ni?os, heridos y cabras procedentes de la llanura de Bekaa, en el interior del territorio liban¨¦s. Varias decenas de veh¨ªculos ligeros est¨¢n amontonados en las afueras de la ciudad discretamente ocultos por una pared.
Con dificultad se consigue leer bajo las tachaduras algunas letras por las que se deduce que las pintadas, que se multiplican por todos los rincones c¨¦ntricos, acusan tambi¨¦n al r¨¦gimen sirio por no intervenir en Beirut y en el sur de L¨ªbano en apoyo de los guerrilleros palestinos.
En los balcones de los edificios del extrarradio es habitual ver colgados uniformes militares que algunos siguen usando, una vez vueltos del frente, para sus trabajos habituales. No es extra?a la imagen de un alba?il o un electricista con camisa o pantal¨®n militar. Es la imagen de una guerra que en Damasco se da ya por terminada, al menos a nivel popular. "Aqu¨ª nadie cree que el r¨¦gimen est¨¦ dispuesto a afrontar una guerra contra Israel por mantener la presencia en L¨ªbano. Puede estar seguro de que buscar¨¢n cualquier salida m¨¢s o menos airosa para ponerse tacitamente de acuerdo con Israel y evitar el enfrentamiento", comentaba una persona cercana a c¨ªrculos informados, quien, como cualquier interlocutor no oficial en Damasco, prefiere no ser identificado.
Por la famosa autopista Beirut-Damasco han llegado tambi¨¦n a la capital siria miles de nuevos refugiados palestinos que incrementan la di¨¢spora de 250.000 palestinos en Damasco y 300.000 en todo el territorio sirio, distribuidos en ocho campamentos, construidos despu¨¦s de la primera guerra arabe-israel¨ª en 1948 y, posteriormente, en 1967 y 1970.
Al t¨¦rmino de la ¨²ltima guerra se ha repetido la historia. Familias enteras han atravesado la frontera libanesa rumbo a Damasco y se han instalado precariamente en cualquier solar de las afueras, en unas tiendas de lona que nadie sabe qui¨¦n ha pagado, pero que desde luego no el Gobierno sirio. "Mejor no hablemos del tema", comenta un representante palestino.
900 familias
El nuevo campamento de refugiados se llama Set Zenab y est¨¢ ocupado por m¨¢s de 600 familias palestinas y, curiosamente, unas 300 libanesas. Para conocer el n¨²mero de personas que habitan las tiendas, un representante de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP) hace un c¨¢lculo m¨ªnimo de cinco miembros por cada familia. Una joven palestina elegantemente vestida est¨¢ al cargo de la tienda-enfermer¨ªa, dotada de los medicamentos fundamentales contra las infecciones y un elemental equipo para urgencias. "Aqu¨ª s¨®lo atendemos accidentes de poca importancia", como el de un ni?o que se ha ca¨ªdo mientras jugaba y al que la enfermera tiene que darle dos puntos. "Para los problemas m¨¢s graves trasladamos a los pacientes a los hospitales de Damasco".
Uno de esos hospitales, el de Jafa, perteneciente al Creciente Rojo palestino, est¨¢ repleto de heridos de guerra palestinos, la mayor¨ªa de ellos muy j¨®venes, pero tambi¨¦n alguno por encima de los 45 a?os. Como el que recuerda, tembloroso, su estancia en "un campo de prisioneros" cerca de Tel Aviv, de donde fue liberado gracias a la intervenci¨®n de la Cruz Roja. "Algunos compa?eros fueron torturados con sacudidas el¨¦ctricas; en general, a todos nos somet¨ªan a torturas psicol¨®gicas, nos amenazaban y nos interrogaban continuamente".
Otro de los heridos asegura, y se excita al contarlo, que ha visto con sus propios ojos c¨®mo soldados israel¨ªes llegaban a un campamento palestino a bordo de un coche de las Naciones Unidas.
Set Zenab est¨¢ repleto de ni?os y habitado exclusivamente por familias, no hay combatientes. La mayor parte de los guerrilleros evacuados de Beirut oeste con destino a Siria se ha quedado en la llanura de Bekaa, donde, junto al Ej¨¦rcito para la Liberaci¨®n de Palestina (ELP), gozan de suficiente autonom¨ªa. Otros han sido distribuidos en campos exclusivamente militares, en los que, sin embargo, no pueden hacer el entrenamiento necesario.
Uno de los padres de familia de Set Zenab, que prefiere permanecer en el anonimato -"Nada de fotograf¨ªas, por favor; tengo un hijo al que hicieron prisionero despu¨¦s de identificarle gracias a una fotograf¨ªa publicada en el extranjero"-, comenta que sali¨® de Beirut pocos d¨ªas antes del final de la guerra. "Nunca olvidar¨¦ el momento en que tuve que pasar el control del Ej¨¦rcito israel¨ª. La imagen de los soldados israel¨ªes registrando a mi familia y el coche en el que ven¨ªamos quedar¨¢ siempre en mi memoria".
Un infierno
Otro de los habitantes del campo recuerda que ha vivido dos infiernos en los ¨²ltimos meses. "Uno, en Sid¨®n, donde llev¨¢bamos varios a?os viviendo, y de donde tuvimos que salir al iniciarse la invasi¨®n israel¨ª. Otro, en el campo de refugiados de Bourj el Bourajneh, en la periferia sur de Beirut oeste".
En la puerta de una tienda, tres ni?os con el pelo revuelto juegan con una pelota desinflada, mientras otro, de menos de un a?o, est¨¢ sentado con una lata en las manos. "Todos han nacido en el campo de Chatila (Beirut)", dice una mujer de cincuenta a?os, con aspecto de anciana, mientras se inclina para preparar un caf¨¦. "Y espero que no tengan que crecer aqu¨ª".
La mayor¨ªa de los habitantes del campo espera que su estancia en ¨¦l sea provisional. Conf¨ªan en regresar pronto a L¨ªbano. En algunas tiendas se pueden ver todav¨ªa algunos bultos sin desembalar. "Esto lo podr¨ªamos mejorar si tuvi¨¦ramos que quedarnos aqu¨ª", advierte una joven palestina a cuyo alrededor giran dos peque?os, uno de ellos con una camiseta amarilla de Espa?a-82.
Un joven espigado, inconfundiblemente liban¨¦s, explica que su presencia en ese lugar no debe sorprender. "Con seguridad somos m¨¢s de 20.000 ¨® 25.000 los libaneses que hemos tenido que abandonar nuestro pa¨ªs. Yo no pertenezco a ning¨²n partido pol¨ªtico, mi ¨²nico delito es haber vivido en Beirut oeste (la zona controlada por los palestinos y las milicias de la izquierda libanesa); pero muchos tenemos miedo de lo que puedan hacer ahora los milicianos cristianos".
"Convivencia cordial"
El ciudadano liban¨¦s tambi¨¦n est¨¢ seguro de que "pronto" volver¨¢ a Beirut. "Algunos compatriotas han regresado ya, y nosotros esperamos hacerlo pronto, porque parece que hay algunos s¨ªntomas de flexibilidad por parte del nuevo presidente liban¨¦s".
Los habitantes de Set Zenab reciben peri¨®dicamente alimentos de la Unicef y ayudas econ¨®micas de la OLP y algunas embajadas ¨¢rabes, y mantienen una actitud de "convivencia cordial" con las autoridades sirias. Como es habitual cuando alg¨²n extranjero visita el campo, no tard¨® un coche de la polic¨ªa siria en acercarse para evitar que se hiciesen fotograf¨ªas. Los refugiados palestinos intentaron in¨²tilmente evitar la intervenci¨®n de la polic¨ªa aduciendo la "necesaria solidaridad ¨¢rabe" y "la importancia de que nuestra situaci¨®n se conozca fuera".
La convivencia entre palestinos y sirios, que nunca fue f¨¢cil, se hizo particularmente tensa a ra¨ªz de que el Gobierno de Damasco acogiese, hace m¨¢s de dos a?os, al dirigente extremista palestino Abu Nidal, enemigo declarado de la OLP.
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