EE UU y la URSS, v¨ªctimas aplazadas de la guerra fr¨ªa
El pr¨ªncipe Juan Manuel, que en el siglo XIV invent¨® el t¨¦rmino guerra fr¨ªa, para designar la lucha secular entre los musulmanes espa?oles y los reinos cristianos, no le atribu¨ªa el mismo significado que tiene en la actualidad. En nuestra guerra fr¨ªa, los contendientes procuran evitar matarse unos a otros, mientras que, para ¨¦l, guerra fr¨ªa era la que, a diferencia de las dem¨¢s, no se conclu¨ªa por un tratado de paz. En este sentido, con o sin d¨¦tente, Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica siguen estando en guerra Las negociaciones pueden conducir a acuerdos parciales, especialmente en el campo del control y de la limitaci¨®n de armamentos, pero no llevan a la paz, palabra que nadie se atreve ya a utilizar, ni les impide asestarse continuos golpes, a la espera de que el adversario se debilite primero.En ciertos momentos, da la impresi¨®n de que uno de los dos consigue una posici¨®n ventajosa, pero esta situaci¨®n nunca dura mucho. Hoy d¨ªa, tanto en un bando como en otro, los signos de cansancio son cada vez m¨¢s evidentes. De algo tienen que servir las inversiones de centenares de miles de millones de d¨®lares realizadas a lo largo de d¨¦cadas en armamento, en la carrera espacial y en ayuda econ¨®mica y militar a los Gobiernos amigos, adem¨¢s de las intervenciones peri¨®dicas de todo tipo destinadas a conservar el control de la esfera de influencia de cada uno.
Hace unos meses, daba la impresi¨®n de que la URSS ganaba en todos los frentes. Poco a poco, las antiguas colonias portuguesas, Etiop¨ªa, Afganist¨¢n, Yemen del Sur y Camboya se alineaban bajo su bandera, con inesperada espontaneidad. Con los misiles SS-20 controlaba Europa occidental. Estados Unidos, que hab¨ªan jurado que no habr¨ªa una segunda Cuba, se ve¨ªa forzado. a tomar postura ante el establecimiento de un r¨¦gimen procastrista en Nicaragua, mientras la lucha de guerrillas se extend¨ªa r¨¢pidamente a El Salvador y a Guatemala. Esta situaci¨®n se mantuvo hasta la guerra de las Malvinas, que, al confundir las relaciones entre Washington y los pa¨ªses del Hemisferio Sur, no parec¨ªa servir objetivamente los intereses de Mosc¨².
Es cierto que la Uni¨®n Sovi¨¦tica ha cumplido los 65 a?os, t¨ªpica edad de jubilaci¨®n, y que esto la hac¨ªa padecer lo que Jean Fran?ois Poncet llamaba, cuando ocupaba las oficinas del Quai d'Orsay, sus "ataques de reumatismo": que el desarrollo acelerado y el estajanovismo hab¨ªan cedido el puesto al absentismo, al despilfarro y a los esfuerzos an¨®nimos en la sombra; que. el endeudamiento de los pa¨ªses socialistas aumentaba a ojos vistas; que la Polonia de Walesa desafiaba, de forma cada d¨ªa m¨¢s abierta, al poder sovi¨¦tico, y que Afganist¨¢n no se dejaba Imponer la voluntad del Kremlin. Pero, en general, se admit¨ªa que, aunque nada marchaba realmente bien en el imperio, el Ej¨¦rcito segu¨ªa estando disponible, con sus fant¨¢sticos medios, para tranquilizar en caso de necesidad a los m¨¢s inquietos, y que sabr¨ªa intervenir si la gerontocracia del Soviet Supremo tardaba demasiado en organizar su relevo.
El golpe del general Jaruzelski vino a confirmar este an¨¢lisis. Por vez primera, el poder pol¨ªtico ca¨ªa, en un pa¨ªs comunista, en manos del Ej¨¦rcito, que era el ¨²nico que dispon¨ªa de fuerza suficiente. Nueve meses despu¨¦s, a pesar de las medidas de liberaci¨®n adoptadas, ha quedado claro que el citado general no ha logrado ning¨²n resultado pr¨¢ctico. "Levantar el estado de emergencia ahora equivaldr¨ªa a volver a una situaci¨®n catastr¨®fica", dijo sin ambages al Washington Post.
Incluso en la URSS, de acuerdo con las cifras que acaba de publicar la oficina central de estad¨ªstica, los ¨ªndices de crecimiento de la producci¨®n industrial y de la productividad, para este mismo per¨ªodo de seis meses, han sido los m¨¢s d¨¦biles desde la guerra y han quedado claramente por debajo de los objetivos del plan. Se habla con frecuencia de Ruman¨ªa, cuyo nivel de endeudamiento alcanza la misma magnitud que el de Polonia. Tambi¨¦n se habla, aunque menos, de Vietnam, el aliado sovi¨¦tico con mayor poblaci¨®n. En cinco a?os, la renta per c¨¢pita ha disminuido en un 36%, hasta los 135 d¨®lares anuales, lo que convierte a este pa¨ªs en uno de los m¨¢s pobres del mundo. El Financial Times public¨® hace alg¨²n tiempo una impresionante entrevista con el antiguo ministro de Sanidad del Gobierno revolucionario provisional del Sur, que dimiti¨® del partido comunista para hacerse cargo de la direcci¨®n de una cl¨ªnica especializada en el tratamiento de ni?os amenazados de muerte por inanici¨®n. Entre sus pacientes se encuentran muchos hijos de dirigentes del r¨¦gimen. Falto de efectivo, Mosc¨² se vio obligado a reducir su ayuda a la mitad hace unos meses, y Hanoi se enfrenta a la imposibilidad de pagar los 250 millones de d¨®lares de intereses que ha de satisfacer este a?o a sus acreedores. Por si esto fuera poco, el Fondo Monetario Internacional le ha denegado un pr¨¦stamo de 150 millones de d¨®lares.
La falta de recursos comienza a obstaculizar seriamente la pol¨ªtica sovi¨¦tica. El presidente de la Junta nicarag¨¹enza, que visit¨® recientemente Mosc¨², tuvo que irse con las manos vac¨ªas. Newsweek ha publicado la opiniones de un experto americano, seg¨²n el cual, "la Gulf Oil parece tener m¨¢s influencia que la Uni¨®n Sovi¨¦tica" en Angola, pa¨ªs donde las guerrillas mantenidas por Sur¨¢frica siguen controlando gran parte del territorio. Tambi¨¦n en Mozambique el presidente, Samora Machel, que cuenta con el respaldo de Mosc¨², tiene que enfrentarse a una resistencia interna cada d¨ªa m¨¢s fuerte. Los grupos armados consiguieron recientemente volar un tramo del oleoducto que une el puerto de Beira con Zimbabue y cortar el abastecimiento de agua y electricidad a la ciudad.
Igualmente podr¨ªamos hablar de Etiop¨ªa, donde Eritrea sobrevivi¨® victoriosamente la primavera pasada a la en¨¦sima "ofensiva final" lanzada contra ella, o de Afganist¨¢n, en donde los muyahidin han encontrado en el comandante Masud un aut¨¦ntico genio militar capaz de desbaratar los planes del ej¨¦rcito de ocupaci¨®n, de los cuales, por otra parte , se encuentra admirablemente informado. Y no podemos dejar de mencionar la total pasividad de la Uni¨®n Sovi¨¦tica en la crisis de L¨ªbano, que ha acabado de destruir su prestigio en el mundo ¨¢rabe y que no tiene, sin duda, otra explicaci¨®n que la resistencia del Kremlin a dejarse arrastrar a un enfrentamiento demasiado violento con EE UU.
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