El transporte escolar, entre el negocio y el riesgo
PARA ALIVIO de los padres convertidos a la fuerza en ch¨®feres de sus hijos, la huelga de autobuses privados dedicados al transporte escolar concluye hoy en casi toda Espa?a. La causa de ese plante, en el comienzo mismo de la apertura del nuevo curso, fue la resistencia de los empresarios a cumplir, en los plazos y en las formas establecidos por la Administraci¨®n, la nueva reglamentaci¨®n, orientada a impedir, mediante la adopci¨®n de medidas de seguridad y la exigencia de revisiones del estado de los veh¨ªculos, la alarmante frecuencia de los accidentes que han vendido salpicando la cr¨®nica negra de la vida espa?ola. Porque nadie deber¨ªa olvidar que los accidentes de autobuses escolares producidos durante los ¨²ltimos cinco a?os han arrojado el tremendo balance de m¨¢s de cien muertos, en su mayor¨ªa ni?os, y una cifra todav¨ªa m¨¢s alta de heridos.La nueva norma tal vez pecaba de rigidez burocr¨¢tica, pero la lista de accidente y la insuficiente vigilancia administrativa anterior disculpaban esos excesos. En ¨²ltima instancia, el controvertido decreto se limitaba a elevar los requisitos de seguridad del transporte escolar espa?ol hasta los niveles habituales en los pa¨ªses de la Comunidad Econ¨®mica Europea. Es cierto que la revisi¨®n normalizada de los autobuses en talleres previamente designados y con capacidad para extender las correspondientes certificaciones hubiera sido preferible a los tr¨¢mites de ventanilla y a la, pesadez de los formularios. Aun as¨ª, la experiencia de los pasados a?os, la obligaci¨®n de velar por la seguridad infantil y la obsolescencia de buena parte de? parque de autobuses eran argumentos lo suficientemente poderosos como para tener derecho moral a exigir de los empresarios una, actitud de colaboraci¨®n y de buena voluntad que ha brillado por su ausencia. La Administraci¨®n ha incurrido tal vez ingenuamente en sus habituales vicios de reglamentismo puntilloso, pero los transportistas han exhibido una picard¨ªa condenable al tenderle una trampa para cazar elefantes en el momento de la iniciaci¨®n del a?o acad¨¦mico.
El acuerdo entre la Administraci¨®n y los empresarios de transportes para concluir la huelga flexibiliza hasta tal punto la manera de dar cumplimiento al decreto que aplaza hasta el pr¨®ximo curso la obligatoriedad del tac¨®grafo, destinado a detectar. las excesivas horas al volante de los conductores, y el requisito de que cada viajero disponga de un asiento. De esta forma, la huelga concluye con la rendici¨®n casi incondicional de la Administraci¨®n, que se dej¨® sorprender c¨¢ndidamente por una huelga cuidadosamente planeada para las fechas propicias de la reanudaci¨®n de las clases. Tomando como bandera los excesos y las rigideces de la nueva reglamentaci¨®n, los transportistas adoptaron el papel de v¨ªctimas perseguidas por una Administraci¨®n asfixiante, en la certidumbre de que los padres del mill¨®n aproximado de escolares que utilizan los autobuses terminar¨ªan poni¨¦ndose de su lado.
Por lo dem¨¢s, el elevado n¨²mero de alumnos transportados en Espa?a -m¨¢s de 400.000 en el sector estatal y m¨¢s de 600.000 en el privado- es consecuencia de una planificaci¨®n irracional de. la escolarizaci¨®n y de una pol¨ªtica irresponsable de construcciones escolares. El intento, todav¨ªa t¨ªmido, de recuperar las, escuelas rurales, barridas anteriormente del mapa en beneficio de las concentraciones escolares, podr¨ªa permitir en el futuro dedicarlas a los ni?os de preescolar y a los alumnos de los primeros cursos de EGB. Porque la pol¨ªtica de concentraci¨®n escolar desarrollada en los a?os pasados s¨®lo sirvi¨® para desarraigar de su ¨¢mbito al ni?o del medio rural y exponerle a los riesgos de los largos viajes por carretera. La cuesti¨®n del transporte escolar en las grandes ciudades afecta de manera preponderante al sector privado de la ense?anza, cuya, oferta responde en ocasiones demasiado literalmente al principio de la libertad de mercado y se encarece en virtud de unos interminables recorridos que, de a?adidura, prolongan la escolaridad de los alumnos con horas extras de ida y vuelta a sus domicilios. Un planteamiento m¨¢s racional de la pol¨ªtica educativa aconsejar¨ªa, sin embargo, una multiplicaci¨®n de centros escolares que eliminara esos fatigosos desplazamientos y diera a los ni?os la posibilidad de dedicar al ocio las excesivas horas que malgastan como forzosos viajeros.
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