Fran?ois Mitterrand inicia hoy una gira por provincias con las encuestas de opini¨®n en contra
Hoy, lunes, el presidente de la Rep¨²blica Francesa, Fran?ois Mitterrand, inicia su tercera gira por provincias desde que lleg¨® al poder, en mayo de 1981. El momento es crucial, pues la gira le servir¨¢ para enfrentarse directamente con los franceses, que, por primera vez, juzgan su labor negativa.
La oposici¨®n conservadora-liberal, al comienzo de este segundo a?o decisivo del llamado "socialismo a la francesa", aprovecha los traspi¨¦s del poder mitterrandista pero sin hacer ofertas cre¨ªbles de recambio. El encono pol¨ªtico entre la mayor¨ªa y la oposici¨®n se acent¨²a con vistas a las elecciones municipales de marzo pr¨®ximo, pero a la una y a la otra las domina la crisis econ¨®mica mundial.Los ¨²ltimos sondeos de los dos grandes institutos de opini¨®n de este pa¨ªs son rotundos: "A las dudas les suceden las protestas", seg¨²n sentencia un ¨®rgano de Prensa progubernamental (Le Nouvel Observateur). El pasado mes de abril, las opiniones positivas sobre la labor de Mitterrand como jefe de Estado sumaban trece puntos m¨¢s que las negativas. La semana ¨²ltima, por primera vez desde hace quinientos d¨ªas, en que el l¨ªder socialista entr¨® en el palacio del El¨ªseo, los franceses se manifiestan de manera inequ¨ªvoca: un sondeo dice que el 34% de los ciudadanos estima positivo el balance de la gesti¨®n mitterrandista, mientras que el 47% lo considera negativo.
El segundo bar¨®metro de la opini¨®n establece que el 45% est¨¢ descontento del presidente, y el 42%, satisfecho. Paralelamente, la curva del primer ministro, Pierre Mauroy, es menos brillante a¨²n: 40% de satisfechos y 45% de insatisfechos.
La hostilidad creciente que debe afrontar el poder socialista procede tanto del bando conservador como del que en 1981 proyect¨® a Mitterrand hacia la c¨²pula del Estado. Los agricultores, los cuadros, los comerciantes, poco favorables a la izquierda, han roto definitivamente con el poder actual, y su agresividad es la que inspir¨® d¨ªas pasados a un l¨ªder de la oposici¨®n cuando vocifer¨® que "la gesti¨®n catastr¨®fica de los socialistas coloca a los franceses en situaci¨®n de leg¨ªtima defensa".
En el campo, la mayor¨ªa -una parte muy importante de los simpatizantes de los socialistas que votaron por Mitterrand- considera hoy su gesti¨®n negativa, y de igual manera se pronuncian no pocos electores comunistas.
En estas condiciones, la tarea del Gobierno es ardua: tiene que demostrar la eficacia de la pol¨ªtica de austeridad basada en el control de precios y de salarios y, al mismo tiempo, frenar el desencanto, bastante general, que se ha apoderado de los electores tradicionales de la izquierda. En pocas palabras: hoy se observa claramente, tal como lo anotan los analistas pol¨ªticos, que Mitterrand lleg¨® al poder no para gestionar la crisis, sino para realizar el cambio. Dicho de otra manera: los franceses rechazaron la austeridad que les impon¨ªa el entonces primer ministro Raymond Barre y consintieron a los socialistas, a las nacionalizaciones y a los comunistas en el poder. Mauroy, su sucesor, con la colaboraci¨®n de los sindicatos, de momento al menos, es quien impone la verdadera austeridad. Al final de este lunes, en Figeac (departamento del Lot, en el sur de Francia), Mitterrand pronunciar¨¢ un discurso "de alcance nacional" en el que intentar¨¢ explicar la l¨®gica del cambio, a pesar de la delicada coyuntura econ¨®mica, social y pol¨ªtica. Esta regi¨®n de los Pirineos-Sur es terreno de tradici¨®n socialista, pero los comerciantes, artesanos e industriales anuncian ciudades muertas y protestas ruidosas al paso del presidente.
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