Shultz y Gromiko hablan de la reducci¨®n de armamento
Las negociaciones para una reducci¨®n de armamento entre el Este y el Oeste, actualmente en curso en Ginebra, fueron el tema prioritario de la reuni¨®n, en Nueva York, entre el secretario de Estado norteamericano, George Shultz, y el ministro sovi¨¦tico de Relaciones Exteriores, Andrei Grorniko.Aunque fueron abordados otros temas (gasoducto sovi¨¦tico, L¨ªbano y Oriente Pr¨®ximo, Centroam¨¦rica, Polonia y Afganist¨¢n), la discusi¨®n sobre estrategia del control y reducci¨®n de armas tuvo car¨¢cter prioritario.
Mosc¨² quiere dejar sentado su deseo de limitar el arsenal militar mediante negociaciones bilaterales con Washington. La Administraci¨®n Reagan, por otra parte, necesita mostrar a su opini¨®n p¨²blica la voluntad de dialogar con los sovi¨¦ticos en asuntos de armamento. Sobre todo teniendo en cuenta la importancia que adquiere el tema entre los ciudadanos estadounidenses, que acudir¨¢n a las urnas el pr¨®ximo 2 de noviembre para renovar la totalidad de la C¨¢mara de Representantes y un tercio del Senado.
La pol¨¦mica del desarme tiene aspectos capitales para las relaciones interaliadas en el seno de la OTAN, en un momento en que atraviesan una seria crisis debida al embargo de Reagan a la URSS para la construcci¨®n del gasoducto siberiano.
En armamento, los pa¨ªses de la OTAN acordaron instalar antes de finales de 1983 una nueva generaci¨®n de misiles nucleares de medio alcance (Pershing II y Cruise) en Europa occidental, para contrarrestar a los ya operacionales misiles sovi¨¦ticos SS-20.
El presidente de la URSS, Le¨®nidas Breznev, ofreci¨® congelar el despliegue de nuevos misiles, siempre y cuando los pa¨ªses de la OTAN renuncien a montar los Pershing 11 y Cruise. Pol¨ªtica no aceptada por la Administraci¨®n Reagan, por considerar que hay un desequilibrio en el balance de fuerzas, entre el Este y el Oeste.
Shultz y Grorniko pretenden dar un nuevo impulso a las negociaciones de Ginebra, que incluyen los cohetes intercontinentales. Sin embargo, los condicionantes que pesan sobre los posibles y pr¨®ximos cambios en la c¨²spide del poder sovi¨¦tico, alimentados por las especulaciones sobre la precaria salud de Breznev, imponen a Washington una dilaci¨®n en el inicio de unas negociaciones serias e importantes con Mosc¨².
El contorno internacional (crisis de Polonia, ocupaci¨®n de Afganist¨¢n, tensiones en Centroam¨¦rica) complica tambi¨¦n el panorama y ,da argumentos para que la Administraci¨®n Reagan mantenga su l¨ªnea dura frente a Mosc¨². Actitud que no comparten necesariamente los aliados norteamericanos de Europa occidental, haciendo caso omiso de las sanciones de Washington contra la construcci¨®n del gasoducto de Siberia.
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