Juan Pablo II conf¨ªa en los nuevos movimientos apost¨®licos, como el Opus Dei, para revitalizar la Iglesia
Las preguntas que el mundo seglar espa?ol plantea, cada vez que pasa por Roma, a quienes desde hace a?os se mueven como informadores en los dif¨ªciles laberintos de la curia romana y del Estado vaticano, el m¨¢s avaro del mundo en conceder informaci¨®n a los medios de comunicaci¨®n, versan casi siempre sobre los motivos por los que el Papa ha querido dar su espaldarazo al Opus Dei, una instituci¨®n que despierta perplejidades y cr¨ªticas en no pocos obispos del mundo; los proyectos reales del pontificado de Juan Pablo II, la verdadera autoridad hoy en el Vaticano, lo que queda de la vieja curia romana, lo que va a cambiar con la nueva reforma de los dicasterios romanos, los personajes que hoy tienen audiencia ante el papa Wojtyla y el eco que ha tenido dentro de los muros del peque?o Estado del Papa el asunto Sindona-Marcinkus-Calvi.
El mundo vaticano es siempre el hueso duro para los periodistas que llegan a Roma como corresponsales. Y es que se trata de un mundo at¨ªpico, donde las noticias hay que buscarlas, conquistarlas, sudarlas y, sobre todo, filtrarlas, pasarlas por el tamiz de la ex¨¦gesis. Es casi un trabajo de filolog¨ªa comparada. Por eso, en realidad, en la informaci¨®n vaticana existen m¨¢s hip¨®tesis que noticias y a¨²n ¨¦stas es dificil probarlas porque proceden generalmente de fuentes que suplican que se le mantenga el anonimato. Y, como norma, son despu¨¦s siempre puntualmente desmentidas.Pongamos el caso Opus. Sobre el las razones de que Juan pablo II haya querido darles un reconocimiento tan importante corren mil voces. ?Cu¨¢les son las verdaderas? Lo que m¨¢s ha sorprendido es el hecho de que el Papa haya querido darles esa fuerza contra la voluntad de tantos obispos. El Episcopado italiano est¨¢, por ejemplo, preparando una carta muy dura sobre este tema y el cardenal ingl¨¦s Basil Hume, presente en Roma para el simposio de obispos europeos, ha llegado a decir en una conferencia de Prensa que tiene la firme convicci¨®n de que el Opus Dei "no tendr¨¢ en el futuro un puesto en la evangelizaci¨®n colegial de Europa".
Pero el papa Wojtyla ha querido pasar por encima de muchos obispos y cardenales porque ¨¦l tiene, al contrario del cardenal Hume, la convicci¨®n de que la Iglesia est¨¢ atravesando un momento muy semejante al que vivi¨® despu¨¦s del Concilio de Trento. Entonces fueron las ¨®rdenes y congregaciones religiosas quienes dieron vitalidad a una Iglesia en decadencia. Fueron estos religiosos quienes se pusieron al lado del Papa para defender la doctrina del concilio y para hacerla aceptar a los fieles. Y entre los religiosos se distinguieron los jesuitas, que eran como el ej¨¦rcito del Papa en la gran cruzada doctrinal tridentina.
Momento crucial para la Iglesia
Ahora, seg¨²n ha confiado Juan Pablo II a uno de sus m¨¢s estrechos colaboradores, la Iglesia vive un momento crucial. Ha bajado la tensi¨®n espiritual no s¨®lo entre los fieles, sino tambi¨¦n en muchos episcopados y congregaciones religiosas que han aceptado del Concilio, seg¨²n su opini¨®n, s¨®lo la parte m¨¢s secularizada. Existe relajaci¨®n en el dogma y en la moral. Y falta a los l¨ªderes religiosos, obispos y frailes, empuje y santidad. ?Qui¨¦n pondr¨¢ pues en pr¨¢ctica el Concilio Ecum¨¦nico Vaticano II? ?Qui¨¦nes ser¨¢n los encargados de dar nueva vitalidad a la Iglesia seg¨²n la l¨ªnea del Concilio? ?Qui¨¦nes ser¨¢n los servidores fieles y sin miedo del Papa y de la doctrina conciliar de la Iglesia? ?Qui¨¦nes est¨¢n dispuestos, como despu¨¦s del Concilio de Trento, a no avergonzarse de la santidad y de reconocer en p¨²blico la propia entrega a la Iglesia?Seg¨²n el papa Wojtyla, este papel lo tienen los nuevos movimientos del tipo del espa?ol Opus Dei o el italiano Comuni¨®n y Liberaci¨®n. Por eso se dice que la nueva soluci¨®n de la prelatura personal concedida al Opus De? podr¨ªa servir para otras organizaciones nuevas que est¨¢n cuajando dentro de la Iglesia. Y por lo que se refiere al Opus Dei, el Papa quiere con este nuevo estado jur¨ªdico que se acabe de una vez el problema del secreto que siempre ha circundado a los hijos de Escriv¨¢ de Balaguer. Quiere que desde ahora se pueda saber abiertamente cu¨¢ndo un obispo o un sacerdote o un seglar es del Opus. Ahora, se dice en los ambientes del Papa, no hay motivos para ocultarlo, ya que gozan del pleno carisma de la Iglesia y se sabe cu¨¢l es su posici¨®n oficial y jur¨ªdica.
Y es que la presencia activa y p¨²blica de los servidores de Cristo en la sociedad, en forma combativa y valiente, es casi una obsesi¨®n en este Papa, como tambi¨¦n la de hacer todo lo posible para dar certidumbres a los creyentes y no dudas. Existe un proyecto suyo, por ejemplo, para que en Roma, la di¨®cesis del Papa, todos los sacerdotes salgan a la calle con sotana, como para testimoniar la presencia visible de la Iglesia en calles y plazas. Roma dar¨ªa ejemplo para despu¨¦s extenderse a otras di¨®cesis.
Durante su ¨²ltima visita a Brescia, la ciudad de su antecesor Pablo VI, el obispo le present¨® despu¨¦s de comer una tarta. El Papa dijo que r¨ªo quer¨ªa. Le susurraron al o¨ªdo que "se la hab¨ªan preparado los del Opus Dei". Juan Pablo II sonri¨® y enseguida present¨® su plato. Le gusta la presencia activa de estos movimientos durante sus viajes, que se van revelando cada d¨ªa m¨¢s como el momento fundamental de su pontificado. Es un Papa, se afirma, que cuando no viaja no sabe qu¨¦ hacer. No concibe un domingo encerrado en el Vaticano. Volviendo en helic¨®ptero de visitar un santuario italiano hace unas semanas, consultando su agenda se dio cuenta que hab¨ªa un domingo vac¨ªo y enseguida dijo a sus colaboradores. ?No existe otro santuario para visitar? Y hubo que busc¨¢rselo.
Obsesi¨®n misionera por los viajes
Los nuncios que pasan por Roma afirman que, con ellos, el Papa habla pr¨¢cticamente s¨®lo de sus viajes, o para saber cu¨¢les han sido los resultados o para preparar otros nuevos. Est¨¢ convencido de que esta actividad misionera suya es hoy fundamental para la Iglesia, para poner en pr¨¢ctica el concilio, y piensa que si los otros l¨ªderes de la Iglesia no consiguen movilizar y entusiasmar a las masas creyentes con la predicaci¨®n de la doctrina cat¨®lica es porque les falta pasi¨®n, empuje, santidad y celo misionero.Por eso es un Papa m¨¢s activo que intelectual, poco problem¨¢tico, poco amante de las comunidades cr¨ªticas y de las teor¨ªas de la secularizaci¨®n. Piensa que la gente quiere s¨®lo certezas y que no hay que tener miedo de presentarles la doctrina cat¨®lica con todas sus exigencias. Y ¨¦l tiene la certeza de que, hoy, s¨®lo la Iglesia puede dar a los hombres el mensaje que esperan en medio de tantas desilusiones, cansancios y vac¨ªo espiritual, pol¨ªtico, social y hasta art¨ªstico.
Por eso el problema de la secularizaci¨®n es un tema, afirma uno de sus colaboradores, que nunca ha tenido eco en la mentalidad y en la personalidad de Karol Wojtyla. Sobre una cosa parece que no existen dudas: este Papa defender¨¢ siempre como un valor cristiano el derecho a todas las libertades civiles, aunque ¨¦l piensa que la verdadera libertad del hombre tiene como ¨²nico origen la libertad religiosa, a la cual deben subordinarse todas las dem¨¢s que sin ella no ser¨ªan verdaderas libertades.
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