La constante creaci¨®n de nuevos asentamientos, m¨¦dula de la pol¨ªtica israel¨ª de hechos consumados
S¨®lo una carretera secundaria separa las ¨²ltimas casas de Beitin de las primeras casas de Bet El. Pero los ni?os de Beitin no cruzan la carretera para jugar con los de Bet El, sus padres tampoco caminan unos centenares de metros para sentarse al atardecer con los otros padres en torno a una taza de t¨¦.Las gentes de Beitin no se hablan con los de Bet El. Por las tardes, los unos permanecen en el pueblo a?orando la tierra que fue suya, a la que llaman Cisjordania, mientras los otros sue?an en su asentamiento con la tierra que va a ser suya, a la que llaman Judea Samaria. Entre Beitin y Bet El pasa algo m¨¢s que una carretera: un abismo de incomprensi¨®n.
Aparte de ir sobre la misma tierra ¨¢rida accidentada de Palestina, a diecis¨¦is kil¨®metros al norte de Jerusal¨¦n, tres de Ramallah, todo diferencia a los habitantes del pueblo ¨¢rabe de Beitin de los del asentamiento de Bet El.
Los vecinos de Beitin, palestinos musulmanes y, alg¨²n que otro cristiano, viven all¨ª desde hace siglos. Los colonos jud¨ªos de Bet El son unos reci¨¦n llegados, militantes generalmente de un juda¨ªsmo ultraortodoxo que les ha inducido a romper con las comodidades materiales de su vida en Estados Unidos para entrar en los territorios ocupados por Israel en 1967, "asumir as¨ª los derechos del pueblo jud¨ªo sobre Eretz Israel" (la tierra b¨ªblica de Israel), afirma Matit1ahu Drobhes, director del departamento de colonizaci¨®n de la agencia jud¨ªa.
Los pobladores de Bet El, como los 25.000 colonos de Cisjordania, son ciudadanos, del Estado de Israel y est¨¢n sometidos a sus leyes democr¨¢ticas, mientras los vecinos de Beitin, como los 850.000 habitantes de Cisjordania y los 400.000 de Gaza, suelen poseer un pasaporte jordario, pero est¨¢n bajo la autoridad militar israel¨ª, que en muchos; casos se limita a aplicar, modific¨¢ndola, la estricta legislaci¨®n del mandato brit¨¢nico, "aquella que las organizaciones nacionalistas jud¨ªas calificaban de inhumana", recuerda Ibrahim. Tawil, alcalde destituido en situaci¨®n de arresto domiciliario de la ciudad palestina de El Bireh.
Los hombres de Bet El circulan armados en sus autom¨®viles con ,matr¨ªculas amarillas que el Ej¨¦rcito israel¨ª no detiene en sus controles en carretera.
Los maridos y los adolescentes de Beitin, a falta de armas, expresar su indignaci¨®n cuando son expropiadas nuevas tierras cisjordanas, tirando piedras sobre los veh¨ªculos militares y civiles israel¨ªes.
25.000 "intrusos"
Las piedras, junto con la venta de algunas frutas o verduras y la realizaci¨®n de alg¨²n que otro trabajo de alba?iler¨ªa, son el ¨²nico contacto que mantienen numerosos habitantes de Cisjordania con aquellos 25.000 intrusos -a los que hay que a?adir 80.000 israel¨ªes residentes en el sector ¨¢rabe en Jerusal¨¦n- pobladores de 103 yishouv (asentamiento -en hebreo) creados en un 92%. a partir de 1977, cuando la actual coalici¨®n gubernamental Likud, dirigida por el primer ministro Men¨¢jem, Beguin, accedi¨® al poder.
Desde hace justamente cinco a?os, la historia de los territorios ocupados est¨¢ salpicada de incidentes consecutivos a la creaci¨®n de nuevos asentamientos, ante la que los j¨®venes ¨¢rabes reaccionan manifest¨¢ndose, tirando piedras u organizando huelgas ilegales reprimidas con toques de queda, detenciones o disparos al aire que acaban por dar muerte a algunos de sus participantes.
"Recorrer la orilla occidental del Jord¨¢n todos los d¨ªas, como lo hago yo por motivos profesionales", dice Mohamed, vecino de Ramallah, "es ver c¨®mo a diario va cambiando nuestro paisaje, se va modificando nuestra geograf¨ªa". "Voy por un bloque de casas en esa colina de la izquierda, ma?ana cambiar¨¢n de asentamiento en Pesgot en el t¨¦rmino munic`ipal. de El Bireh, y as¨ª sucesivamente".
"Es verdad que esto crece, se desarrolla", reconoce ShIorno, colono de Bet El, "pero traemos con nosotros una infraestructura moderna, carreteras, agua corrier¨ªtel luz y tel¨¦fono, de los que se benefician tambi¨¦n los ¨¢rabes".
"Todos estamos de acuerdo en que nuestro nivel de vida ha mejorado", replica Hanna Siniora, director del diario palestino Al Fajr, simpatizante de la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Palestina (OLP), "pero tambi¨¦n han transcurrido quince a?os de ocupaci¨®n. Comparemos lo que es comparable: en 1967 el nivel de vida de Cisjordania era m¨¢s alto que el de Jordania y ahora, en cambio, se sit¨²a por debajo.
Incluso en algunos aspectos tia empeorado en relaci¨®n al inicio de la ocupaci¨®n", matiza un m¨¦dico palestino que prefiere permanecer en el anonimato, "la mortalidad infantil, por ejemplo, se ha incrementado en un 1,6% en quince a?os".
Desproporci¨®n
No es tanto, sin embargo, el aumento previsto de la poblaci¨®n jud¨ªa en la orill¨¢ occidental del r¨ªo Jord¨¢n-25.000 israel¨ªes, que deber¨¢n llegar a ser 100.985-, lo que preocupa a los responsables locales palestinos, sino la desproporci¨®n de las tierras expropiadas en Cisjordania por el ocupante israel¨ª.
El estudio dependiente m¨¢s completo sobre Cisjordania, realizado por Meron Benvenisti, ex teniente de alcalde del Ayuntamiento de Jerusal¨¦n, asegura que a mediados de este a?o, el 60% de las 580.000 hect¨¢reas de aquel territorio pertenecer¨¢ a los asentamientos jud¨ªos, cuyos colonos representan el 3% de la poblaci¨®n de la regi¨®n, pero reciben una ayuda anual para su desarrollo de cien millones de d¨®lares (11.000 millones de pesetas) mientras las nece sidades del 97% de ¨¢rabes son atendidas con un presupuesto de tan s¨®lo 14,5 millones de d¨®lares (1.597 millones de pesetas).
La mayor¨ªa de Judea Samaria (Cisjordania) est¨¢ ya de hecho bajo jurisdicci¨®n israel¨ª sin que esto haya sido formalmente decidido, concluye el antiguo colaborador de Teddy Koleck, alcalde de Jerusal¨¦n.
Matitiahu. Drobhes, que adem¨¢s de dirigir el departamento de colonizaci¨®n de la agencia jud¨ªa, es un miembro destacado del partido de Beguin, el Herut, pone en tela de juicio las cifras proporcionadas por Benvenisti.
"Poseer el 60% de las tierras de Judea y Sarnaria (Cisjordania) es un sue?o que estamos lejos de alcanzar, aunque ser¨¢ necesario seguir requisando tierras para poder acoger alg¨²n d¨ªa a ese 75% del pueblo jud¨ªo que no reside en Israel", dice.
Una prueba dif¨ªcil
"La colonizaci¨®n", agrega Drobhes, "es una empresa que beneficia a Occidente porque si no la hici¨¦semos, tarde o temprano surgir¨ªa en Cisjordania lo que yo llamar¨ªa un Estado araf¨¢tico, detr¨¢s del cual se perfilar¨ªa inevitablemente la Uni¨®n Sovi¨¦tica".
"Aderri¨¢s", agrega, "s¨®lo expropiamos tierras estatales o pedregosas y sin due?o, y por motivos de seguridad, las elegimos en lugares estrat¨¦gicos desde donde se domina el medio circundante".
En una sociedad como la ¨¢rabe, en la que predomina la tradici¨®n oral, resulta harto dificil demostrar, incluso con testigos, la propiedad de unas hect¨¢reas, y para un caso, el del asentamiento de Elion Moreh, en el que los tribunales fallaron contra el Gobierno, hay decenas de otros en los que por falta de documentos los due?os de un pedazo de tierra se han visto despose¨ªdos sin indemnizaci¨®n en beneficio de alg¨²n nuevo n¨²cleo de poblaci¨®n jud¨ªa.
"Cuando se pierden las tierras se puede tambi¨¦n perder la casa", explica Ahmed, tendero de Hebr¨®n, en un ingl¨¦s titubeante, porque %qu¨¦ va a hacer uno con una casa sitiada por colonos que no paran de acosarle?".
Todos a¨²n recuerdan en Hebr¨®n la terca resistencia a abandonar su morada de aquella viuda ¨¢rabe que viv¨ªa cerca de Koriat Arba, uno de los mayores asenta mientos jud¨ªos, y en cuye jard¨ªn lanzaban granadas "para darle a entender con delicadeza", como denunci¨® en marzo el diario hebreo Haaretz, "que lo mejor que pod¨ªa hacer era marcharse de la zona".
Nada parece poder parar la inexorable l¨®gica del Gobierno Beguin, tendente a integrar cada d¨ªa un poco m¨¢s los territorios ocupados al Estado de Israel.
El 1 de septiembre, el presidente norteamericano Ronald Reagan presentaba su plan de paz para Oriente Pr¨®ximo en el que prop¨²so que Cisjordania y Gaza administren sus recursos y que se autogobiernen en asociaci¨®n con Jordania, y pide tambi¨¦n la paralizaci¨®n de la creaci¨®n de nuevos asentamientos.
Ese mismo d¨ªa, el ministro israel¨ª de Asunto! Exteriores, Yitzhak Shamir, declaraba que Israel "no se desprender¨¢ nunca de Judea, Samaria (Cisjordania) y Gaza", cuatro d¨ªas despu¨¦s de que el Gobierno Beguin hiciera p¨²blica la creaci¨®n de tres nuevos asentamientos -Yakim, Koclibay y Soufa-, y de que el 11 de septiembre, la compa?¨ªa nacional israel¨ª de aguas Mekorot se hiciera cargo de la administraci¨®n de las aguas de Cisjordania.
Hasta ahora, los dos tercios del agua consumida en Israel proceden de los territorios ocupados, seg¨²n precis¨® el actual ministro de Defensa israel¨ª, Ariel Sharon, en 1980, cuando era ministro de Agricultura.
"Mientras los colonos disponen de toda el agua que necesitan, a nosotros nos resultaba ya dificil conseguir la autorizaci¨®n para cavar un pozo para el regad¨ªo; prefiero no imaginarme lo que va a ser de ahora en adelante", comenta Elis Freij, alcalde de Bel¨¦n.
En Cisjordania y Gaza se desarrolla una incre¨ªble carrera contra reloj entre un Gobierno Beguin que pretende instalar en "su Judea y Sarnaria" al mayor n¨²mero posible de jud¨ªos en el menor plazo de tiempo, para imposibilitar as¨ª cualquier devoluci¨®n de territorio, y una oposici¨®n israel¨ª, respaldada por Estados Unidos, que aspira a llegar cuanto antes al poder porque cree que ha llegado el momento oportuno para negociar con Jordania y con unos responsables palestinos dispuestos a efectuar concesiones apreciables con tal de evitar la total incorporaci¨®n a Israel de Cisjordania y Gaza, esa cuarta parte palestina que a¨²n le queda por poseer.
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