Hechos graves y grotescos
El descubrimiento de una nueva conspiraci¨®n contra la Constituci¨®n y el Rey nos tiene consternados a los espa?oles. Como pa¨ªs, ya hicimos bastante el rid¨ªculo ante el mundo con la aparici¨®n, por fortuna televisada, de Tejero y sus guardias civiles en la tribuna de las Cortes, y con la salida de los tanques de Milans en la ciudad del Turia, con aviesas intenciones. Ahora son unos coroneles de artiller¨ªa, que se dejan retratar con el se?or Pi?ar para esperar a un viejo profesional del neofascismo, los que preparaban sus ca?ones, que pagamos los contribuyentes, para disparar, y no contra los enemigos de Espa?a. Ya est¨¢ bien.Es el momento de preguntarse en p¨²blico si no es bastante para estar desolados y furiosos que la actividad de estos coroneles haya sido movida por los mismos cabecillas del tristemente c¨¦lebre 23 de febrero. En ning¨²n pa¨ªs del mundo las prisiones militares donde esperan cumplir condena los reos de un delito grav¨ªsimo, que deshonra a un pa¨ªs civilizado, son centros de conspiraci¨®n, a la vez que residencias de lujo. La abierta comunicaci¨®n de quienes en el proceso del Servicio Geogr¨¢fico se portaron sin respeto a juramentos o palabras de honor e hicieron c¨ªnicamente gala de prepotencia y de ineducaci¨®n, e incurrieron en el delito de encubrimiento, no puede continuar. Reciben visitas, pueden recibir armas o herramientas para escaparse, y cierta Prensa de deficientes mentales los glorifica. ?Puede semejante trato mantener el sano temor de incurrir en el delito de golpismo?
La nueva conspiraci¨®n descubierta, y que se nos asegura est¨¢ controlada, justifica que se aplique de una vez, con l¨®gica y seriedad, lo que es simplemente cosa de la ley. Las ¨²ltimas noticias que nos llegan del se?or Milans del Bosch es que reside en un chal¨¦ cerca de Tarifa y que, sin duda para que no se aburra, se le saca embarcado a pescar, en medio de un lujo de protecci¨®n que recuerda el que rodeaba las haza?as piscatorias de otro general famoso por su afici¨®n a los grandes cachalotes.
Otro hecho grave es que un l¨ªder pol¨ªtico, que ha pretendido ajustarse a la moda de aceptar los postulados del parlamentarismo, no condena, sin duda para buscar los votos que no se atreve a pedir con tal descaro el notario Blas Pi?ar, la reciente conspiraci¨®n de los jefes de artiller¨ªa. Para ¨¦l, tales conspiraciones golpistas son casi como una reacci¨®n natural, una fiebrecilla que puede exasperar a personas de nervios sensibles, ante los problemas de nuestro pa¨ªs. Quiz¨¢ para preparar tal postura, el se?or Fraga, que es el parlamentario muy moderno y moderado al que aludimos, hizo que un fraguista preguntara a otro fraguista en una discusi¨®n de programa radiof¨®nico: "?Usted cree que el golpe de los coroneles se hubiera producido de haber estado Fraga en la Moncloa?".
La respuesta, que ten¨ªa que haber sido ?no!, no lleg¨®, en el l¨ªo que aquellos confusos fraguistas se armaron ante el micr¨®fono, pero sin duda que, como el se?or Fraga tiene recetas y soluciones para el terrorismo, para el paro, para el separatismo, para todos los modelos de sociedad que no sean el suyo, cree tambi¨¦n que el ¨²nico que puede ponerles a los golpistas la rienda adecuada es ¨¦l. Por algo ha trascendido de testigos presenciales de la pesadilla tejeresca que, fuera de un profesional del golpismo, hoy bastante oxidado, en las Cortes era ¨¦l el ¨²nico diputado al que los guardias civiles llamaban con tratamiento, Don Manuel.
Son dos hechos graves que los detenidos -y en primera instancia ya condenados- del 23 de febrero puedan seguir conspirando y estimulando conspiraciones, prevali¨¦ndose de un trato de injustificadas consideraciones especiales, y que uno de los jefes de partido, que se proclama parlamentario, sea tan tibio y pastelero que diga que unos jefes de artiller¨ªa puedan justificadamente perder los nervios y tramar el negro plan de neutralizar con sus ca?ones -los nuestros, si quieren que los tomemos a ellos en serio- los palacios de la Zarzuela y de la Moncloa. Despu¨¦s tendr¨ªamos que comentar otro hecho, afortunadamente rid¨ªculo y no tr¨¢gico.
Ep¨ªlogo esperp¨¦ntico
La presencia de Tejero con su tricornio en las Cortes, y en el v¨ªdeo que inmortaliza la grotesca escena, ha tenido un ep¨ªlogo esperp¨¦ntico. El capit¨¢n de marina se?or Men¨¦ndez, una vez fuera de la prisi¨®n -adonde le llev¨®, a lo que parece, el af¨¢n de meterse donde no le llaman-, tuvo la frescura de retratarse con el tricornio de Tejero para una revista ilustrada. Si el tricornio puede convertirse as¨ª en emblema pol¨ªtico, ?no ser¨ªa una satisfacci¨®n que tal antiguo aditamento fuera sustituido por cualquier otra prenda de cabeza, como ya las va usando en servicio la antigua Benem¨¦rita?
He o¨ªdo contar que en alg¨²n pa¨ªs n¨®rdico, cuando vieron por la televisi¨®n y en fotografilas la efigie de Tejero con su pistola de reglamento, amenazando a los diputados, creyeron que los conspiradores espa?oles se cubr¨ªan con una variante de la montera de los toreros cada vez que asaltan el Parlamento.
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