Socialista a fuer de liberal
As¨ª fundament¨® Indalecio Prieto repetidamente, a lo largo de su vida, el origen de su profunda adhesi¨®n al PSOE, cuya representaci¨®n parlamentaria por Bilbao (la ciudad simb¨®lica del liberalismo espa?ol) ostent¨® desde 1918. Al llamarse liberal, Prieto no tem¨ªa que le confundieran con los que Unamuno calificaba de "liberales de burla", o tambi¨¦n "liberales manchesterianos". Para ¨¦stos, el liberalismo se reduc¨ªa a la defensa y garant¨ªa de la libertad comercial e industrial, frente a las trabas econ¨®micas tradicionales. Mas para Unamuno (como para Prieto) el ser liberal era, ante todo, la consecuencia de una arraigada convicci¨®n de orden ¨¦tico y pol¨ªtico; la que identificaba el progreso humanizador de la vida con el creciente desarrollo de las libertades personales y de las potencialidades individuales.Esto es, Prieto (como Unamuno) distingu¨ªa entre las dos ramas del liberalismo europeo del siglo XIX: la que, en plata, deb¨ªa llamarse capitalista, y la casi opuesta, la rama moralista, que ve¨ªa en el liberalismo una nueva imagen de la condici¨®n humana, sin necesidad de sustentarla en privilegios econ¨®micos. De ah¨ª que Unamuno (como Prieto) deslindara tajantemente su propio liberalismo del que ¨¦l ve¨ªa representado por los que motejaba de "mercachifles" bilba¨ªnos. En suma, tanto Unamuno como Prieto se situaban orgullosamente en la rama moralista del liberalismo, la m¨¢s genuinamente hisp¨¢nica, ya que derivaba del liberalismo docea?ista que hab¨ªa pedido a los espa?oles ser, sobre todo, "justos y ben¨¦ficos".
Y al hacerlo -en aquel glorioso C¨¢diz de 1812- los fundadores del liberalismo hisp¨¢nico realizaron tambi¨¦n un preciso deslinde sem¨¢ntico y pol¨ªtico. Recordemos que fueron ellos quienes por vez primera en la historia dieron al t¨¦rmino liberal un claro sentido pol¨ªtico. Aunque ya hab¨ªa sido empleado en la Francia bonapartista (iniciada por el golpe de Estado del 18 Brumario 1799) en una acepci¨®n aparentemente parad¨®jica. ?s¨ª el general Bonaparte justific¨® el aludido golpe "en nombre de las ideas liberales y conservadoras de la Revoluci¨®n". O sea, liberal era, en dicha proclama, sin¨®nimo de conservador y designaba indirectamente la que madame de Sta?l llamaba sin iron¨ªa "la Rep¨²blica de los propietarios".
El vocablo 'liberal'
Se explica as¨ª que los liberales docea?istas espa?oles quisieran rescatar el sentido originario del vocablo liberal, desprendi¨¦ndolo de las adherencias conservadoras del 18 Brumario napole¨®nico. Y ah¨ª estar¨ªa -dicho sea de paso- el punto de partida de la extraordinaria difusi¨®n de la Constituci¨®n de 1812 fuera de las fronteras de la lengua castellana. Fueron, as¨ª, los docea?istas, liberales netos, cuya idea de la libertad no se apoyaba en defensas de las ganancias burguesas obtenidas por la Rep¨²blica francesa en su fase final.
Y no ser¨ªa arbitrario mantener que fueron -y son- los socialistas espa?oles los leg¨ªtimos herederos del liberalismo docea?ista hisp¨¢nico: as¨ª lo entend¨ªa Indalecio Prieto al se?alar la ra¨ªz liberal de sus convicciones socialistas. A?adiendo en una conferencia en El Sitio bilba¨ªno (marzo 1921): "El socialismo es la perfectibilidad liberal". Y precisando a¨²n m¨¢s: "El socialismo es la eficacia misma del liberalismo en su grado m¨¢ximo y el sost¨¦n m¨¢s eficaz que la libertad puede tener".
Tampoco ser¨ªa arbitrario mantener ahora -en esta precisa hora de la historia espa?ola- que el PSOE representa la continuidad del genuino liberalismo hisp¨¢nico much¨ªsimo m¨¢s que los diversos conglomerados pol¨ªticos y electoreros que se atribuyen la exclusividad de la herencia liberal. Y es, pues, l¨®gico y afortunado para Espa?a que los liberales netos de estos tiempos (como Fern¨¢ndez Ord¨®?ez y sus seguidores) hayan visto en el PSOE el partido m¨¢s af¨ªn a sus propios ideales espa?oles, recobrando as¨ª para las elecciones del 28 de octubre el esp¨ªritu de las antiguas conjunciones de republicanos liberales y de socialistas que tantas esperanzas generaron en su d¨ªa.
Pero, sobre todo, la alianza de liberales netos y de socialistas revela, en s¨ª misma, que el PSOE es actualmente, como otrora, el verdadero representante pol¨ªtico del liberalismo nacido en C¨¢diz, el liberalismo entendido como defensa de las libertades individuales sin necesidad de apoyarlas en las turbias ambig¨¹edades de los que Unamuno llamaba "liberales de burla".
El deber de los liberales espa?oles -en este auroral octubre de 1982- no puede ofrecer duda alguna: dar su voto -y tambi¨¦n su voz- al PSOE.
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