El telefonista del Parlamento italiano era miembro de las Brigadas Rojas

Su conducta era irreprochable. Trabajaba como encargado de la centralita telef¨®nica de la C¨¢mara de Diputados y, sin embargo, formaba parte, desde 1980, del ala militar de la columna romana de las Brigadas Rojas. Fue capturado ayer por los carabinieri en un bar romano, tras haberle seguido durante varios d¨ªas.Se trata de Giovanni Alimonti, de veintisiete a?os, que se bautiz¨® en las Brigadas Rojas participando en el secuestro del magistrado Giovanni D'Urso, en diciembre de 1980. El pasado 6 de enero hab¨ªa telefoneado a su puesto de trabajo diciendo: "Estoy mal. No volver¨¦ en algunos d¨ªas. Pero no me manden el m¨¦dico porque estar¨¦ en un pueblo fuera de Roma".
En realidad, aquel d¨ªa, seg¨²n las acusaciones, hab¨ªa participado, en Roma, en el atentado fallido contra el vicejefe de la DIGOS (servicios secretos), Nicola Simone. En aquella ocasi¨®n, Alimonti -llamado El Topo del Parlamento, porque result¨® un infiltrado en toda regla-, result¨® herido en una pierna. Le cur¨® una enfermera brigadista, Paola Maturi, que m¨¢s tarde cay¨® en manos de las fuerzas del orden y confes¨® todo.
Con la captura,de Alimonfl el ala militarista de la columna romana, a¨²n muy viva, ha recibido un duro golpe, seg¨²n los observadores, ya que no se excluye que sea s¨®lo el primer paso de una operaci¨®n m¨¢s importante.
En total, en Roma se calcula que quedan en libertad unos veinte brigadistas militaristas, entre ellos Luigi Noveli, Marina Petralla, Pietro Vanzia y Enzo Calvitti. Por ahora, el topo detenido se ha declarado prisionero pol¨ªtico y no piensa colaborar con la polic¨ªa.
La confirmaci¨®n de que el telefonista del Parlamento, con su conducta impecable en todo instante, era un terrorista ha vuelto a poner sobre el tapete el delicado y complejo problema de los infiltrados en los puestos clave de las instituciones del Estado. Ya pas¨® lo mismo en el Ministerio de Gracia y Justicia, en el sindicato socialista republicano (UIL) y en el Ministerio del Interior. Y ahora se teme que otros puedan quedar a¨²n en sus puestos, haciendo una doble vida. La primera sospecha sobre la infiltraci¨®n de brigadistas se tuvo al observarse que ciertos documentos y datos s¨®lo podr¨ªa tenerlos gente muy metida en los ministerios.
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