El c¨¢ncer se cura cada vez m¨¢s, aunque aumentan los enfermos
En 1978 murieron 56.044 espa?oles a causa de un c¨¢ncer, casi 2.000 m¨¢s que el a?o anterior. Las estad¨ªsticas muestran que cada a?o aumentan, tanto el n¨²mero de nuevos enfermos como el de fallecidos. Este crecimiento real de la incidencia del c¨¢ncer, tanto en cifras absolutas como en porcentajes, puede ser alarmante, y puede parecer que contradice la repetida afirmaci¨®n de los m¨¦dicos de que "cada d¨ªa curamos m¨¢s c¨¢nceres". Sin embargo, ambos asertos son verdad.
La incidencia del c¨¢ncer ha aumentado en Espa?a, al igual que en cualquier pa¨ªs desarrollado, de la mano de un cambio en la estructura de la poblaci¨®n: el envejecimiento de ¨¦sta la ha hecho m¨¢s vulnerable ante enfermedades de tipo degenerativo como es el c¨¢ncer.Otro factor de considerable importancia en el aumento del n¨²mero de c¨¢nceres es, sin duda, el incremento de los productos cancer¨ªgenos en contacto con el hombre. En este sentido, se afirma que ser¨ªa la prevenci¨®n, eso s¨ª, radical, la ¨²nica medida capaz de disminuir de manera importante la incidencia de los procesos tumorales. "Bastar¨ªa con conocer qu¨¦ sustancias producen c¨¢ncer y evitar la relaci¨®n con ellas para que ¨¦ste se redujera dr¨¢sticamente. Pero tambi¨¦n es verdad que evitar ese contacto supondr¨ªa acabar con muchas industrias, con lo cual se aumentar¨ªa el desempleo. Todo esto significa que la prevenci¨®n es muy importante, pero tambi¨¦n muy complicada". Estas palabras, del doctor Chavarr¨ªa, director de la Fundaci¨®n Cient¨ªfica de la Asociaci¨®n Espa?ola contra el C¨¢ncer (AECC), suenan a confesi¨®n de la derrota: como si la batalla de la prevenci¨®n estuviera perdida de antemano y ante ello no cupiera otra alternativa que esperar a lo que los investigadores puedan llegar a descubrir.
Pero mientras llega o no ese remedio m¨¢gico que cure el c¨¢ncer, el problema se plantea en t¨¦rminos inmediatos y urgentes: ?c¨®mo lograr que esas 56.000 muertes al a?o se reduzcan?; o, simplemente, ?c¨®mo frenar la tendencia a que esas cifras aumenten inexorablemente cada a?o? Es opini¨®n un¨¢nime de nuestros m¨¦dicos que los tumores llegan muy avanzados a la cl¨ªnica, y esto es ya raz¨®n suficiente como para que los ¨¦xitos en la curaci¨®n del c¨¢ncer sean menores que en otros pa¨ªses.
La causa de esta deficiencia apunta en dos direcciones: de un lado, la mala educaci¨®n sanitaria de amplios sectores de la poblaci¨®n, que no est¨¢ informada de la serie de s¨ªntomas que delatan un c¨¢ncer, y por otro a la falta de una pol¨ªtica de diagn¨®stico precoz realmente efectiva.
Este mal funcionamiento de la asistencia primaria, responsable, por otra parte, de muchas de las carencias de la sanidad nacional, determina que el diagn¨®stico precoz y la prevenci¨®n queden reducidos a iniciativas aisladas.
"Yo opino", afirma el doctor Alonso, director del Centro de Prevenci¨®n y Diagn¨®stico del C¨¢ncer de Madrid, "que no tendr¨ªan que existir muchos centros especializados como ¨¦ste, ya que esa tarea la pueden hacer los m¨¦dicos generales. Infraestructura hay, lo que falta es organizaci¨®n". Un ejemplo que ilustra lo que el diagn¨®stico precoz puede hacer en la lucha contra ¨¦l c¨¢ncer es el referido al tumor de cuello uterino: "Hace unos a?os este tipo de c¨¢ncer era de las primeras causas de muerte por c¨¢ncer en la mujer. Hoy en d¨ªa, gracias a las campa?as de prevenci¨®n que se iniciaron en el a?o 1962, apenas se encuentran tumores avanzados y las muertes que produce son cada vez m¨¢s raras".
Sin embargo, y desgraciadamente, no todos los tumores son de los llamados rentables, es decir, de aquellos en que el diagn¨®stico precoz es muy eficaz. As¨ª, mientras un tumor de cuello de ¨²tero es detectable con un simple an¨¢lisis, el test PAP, en sus estadios m¨¢s precoces, los c¨¢nceres de h¨ªgado o pulm¨®n no se pueden detectar a tiempo.
Menos muertes de mujeres
Los c¨¢nceres que padecen las mujeres son, en la actualidad, menos mortales que en los hombres. As¨ª, de la cifra de 56.000 muertos en Espa?a en 1978, m¨¢s de 32.000 corresponden a hombres, y menos de 24.000, a mujerers. Esto no ha sido siempre as¨ª, pues hasta los a?os cuarenta mor¨ªan por c¨¢ncer m¨¢s mujeres que hombres. A partir de esa d¨¦cada la tasa de mortalidad masculina aument¨® mucho m¨¢s r¨¢pidamente que en la mujer, hasta llegar a superarla ampliamente. Las razones que dan los especialistas para explicar ese mayor ¨ªndice de mortalidad en el hombre estriban en las diferencias de h¨¢bitos: la mujer tiene menos c¨¢nceres de pulm¨®n, laringe, es¨®fago, cavidad bucal y faringe porque fuma y bebe menos que el hombre.
Disponer de las cifras de muertes por c¨¢ncer representa, sin duda, una ayuda para conocer un poco m¨¢s al enemigo, pero es un dato claramente insuficiente. Hacen falta unos amplios estudios epidemiol¨®gicos sobre el n¨²mero, no s¨®lo de fallecidos, sino sobre el total de enfermos de c¨¢ncer, tipos de tumor padecido, localizaci¨®n geogr¨¢fica, edad, estrato social, h¨¢bitos de alimentaci¨®n, etc¨¦tera, que hoy, seg¨²n nuestras informaciones, s¨®lo se hacen en seis provincias espa?olas (Navarra, Oviedo, Valladolid, Sevilla, Tenerife y Zaragoza), debido, fundamentalmente, al gran coste econ¨®mico, que suponen.
En este repaso -de ninguna manera exhaustivo- de la situaci¨®n de la oncolog¨ªa en Espa?a, se han apuntado una serie de deficiencias como la falta de servicios de oncolog¨ªa m¨¦dica o de comit¨¦s de tumores en los grandes hospitales. Cabr¨ªa a?adir otros, como la existencia de ciertas zonas espa?olas, que coinciden con las m¨¢s deprimidas econ¨®micamente, que no cuentan con los servicios asistenciales necesarios. As¨ª, los pacientes cancerosos de Andaluc¨ªa oriental, Extremadura y parte de Castilla-Le¨®n deben trasladarse a otras provincias para ser tratados, con la incomodidad y el coste econ¨®mico que esto supone.
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