"Mi mam¨¢ ten¨ªa una vela encendida para que no me dieran el Nobel y yo lo conjur¨¦ con una rosa amarilla"
"Es imposible que uno no pueda hablar con la mam¨¢ de uno". Tres horas y media despu¨¦s de saberse oficialmente premio Nobel de Literatura, Garc¨ªa M¨¢rquez segu¨ªa buscando en Cartagena de Indias un n¨²mero m¨¢gico que le permitiera hablar con su madre, Luisa M¨¢rquez. Llamadas de medio mundo segu¨ªan en espera en su tel¨¦fono gris. Por una emisora bogotana supo que la mam¨¢ hab¨ªa dicho: "Qu¨¦ bueno este Nobel que servir¨¢ al menos para que me arreglen el tel¨¦fono".
"Ella ten¨ªa encendida una vela para que no me dieran el Nobel, porque piensa que al que se lo dan se muere. Yo le dije que pensaba conjurar esa maldici¨®n con una rosa amarilla". Mercedes, su mujer, apunta que el amarillo es el color de la suerte para el Gabo.En su casa del Pedregal (calle Fuego, 144), un edificio colonial de dos plantas, construido con maderas y ladrillos de hace un siglo, Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez est¨¢ ya colgado del tel¨¦fono, cuando a las siete y media de la ma?ana invadimos su despacho. Vestido a¨²n con una bata azul marino, asom¨¢ndole por las pantorrillas un pijama del mismo color, el Gabo hace un gesto osceno cuando nos ve entrar. Es un hombre feliz.
No huir jam¨¢s
"Al menos ahora ya s¨¦ que no ser¨¦ candidato nunca m¨¢s. Y eso da mucha tranquilidad los meses de octubre de cada a?o". La casa est¨¢ a¨²n tranquila. S¨®lo suena el timbre del tel¨¦fono y la voz del Nobel. A las seis lleg¨® la televisi¨®n sueca con botellas de champa?a.Ahora quedamos s¨®lo nosotros. En media hora empezar¨¢ la locura. Garc¨ªa M¨¢rquez a¨²n intenta, entre llamada y llamada, hablar con su madre. El primer telefonazo fue de su amigo el viceministro sueco de Exteriores, Pierre Schori. El tercero fue el presidente de su pa¨ªs, Belisario Betancur. "Fue una conversaci¨®n muy cordial. Me dijo que todos los colombianos est¨¢n exultantes con el premio y que espera verme pronto".
Un amigo colombiano ya ha fletado un Boeing 747 para ir a Estocolmo a la entrega del premio. Gabo dice que ya est¨¢n dadas las condiciones para poder regresar a su pa¨ªs. Lo que ¨¦l esperaba de su candidato, el liberal Alfonso L¨®pez Michelsen, se lo ha dado el conservador Belisario Betancur. El colombiano m¨¢s universal espera no tener que huir nunca m¨¢s.
Tres d¨ªas atr¨¢s estaba convenciendo a sus amigos de que era imposible que se lo dieran. "Este a?o, seguro que no. Pudo ser hace cuatro a?os, pero esta vez no". Aun ahora sigue sosteniendo que era imposible, "porque la Academia viene eligiendo en los ¨²ltimos a?os a autores que merec¨ªan el premio, pero que por razones extraliterarias eran poco conocidos".
A cada momento el tel¨¦fono interrumpe el inicio del di¨¢logo. En su gran despacho rectangular, de paredes blancas, cubiertas en su mitad por estanter¨ªas hasta el techo, hay apenas seis cuadros y una decena de fotos, casi todas con su esposa, Mercedes, y sus dos hijos, Gonzalo y Rodrigo. En dos de ellas Gabo aparece junto a su amigo Fidel Castro. Esta ma?ana incluso le han preguntado desde un pa¨ªs n¨®rdico si va a entregar a los cubanos el importe del premio. Ha contestado que no, porque a ellos no iba a resolverles nada.
Termina de hablar con Buenos Aires (se deshace en elogios a Borges) y este hombre feliz nos dice que no est¨¢ dispuesto a que el Nobel altere su vida. "Y ahora me voy a ba?ar, porque es mi hora".
Las dos muchachas de la casa preparan caf¨¦ desde las seis de la ma?ana. Un excelente caf¨¦, no s¨¦ si colombiano. Mercedes habla de los amigos que llamaron emocionados, algunos llorando. Hace tres semanas, en un almuerzo, nos hab¨ªa dicho Garc¨ªa M¨¢rquez que este 20 de octubre iba a ser noticia. "El lo dijo por el Aguila Azteca (que hoy le va a entregar L¨®pez Portillo), pero sab¨ªa que vosotros ib¨¢is a pensar que se refer¨ªa al Nobel. De verdad que entonces cre¨ªa que era imposible". Sale de la casa con un terno impecable de tonos marrones. Su amigo Eric Nepomuceno comenta que ya se ha vestido de Nobel.
"No he tenido tiempo de sentir nada a¨²n, porque ha habido tantas llamadas telef¨®nicas que no he tenido dos minutos para poder reflexionar sobre c¨®mo debo sentirme". "Es cierto que el Nobel premia toda la obra de un escritor, pero hasta el momento en que se le da el premio. Eso no quiere decir que deba cerrar ah¨ª. Al contrario, creo que es una raz¨®n m¨¢s para seguir escribiendo. Por supuesto que volver¨ªa a escribir hasta la ¨²ltima coma de mis libros. Eso s¨ª, en el momento en que fueron escritos".
El escritor dijo en una ocasi¨®n que escrib¨ªa para que sus amigos lo quisieran. "He recibido tantas llamadas esta ma?ana, de gentes que estaban contentas con el premio, que creo que lo consegu¨ª". En medio de la grilla en que empieza ya a convertirse la casa, Garc¨ªa M¨¢rquez tiene unos minutos para EL PAIS. Habla de la nueva obra que est¨¢ en marcha. "Una novela de amor con final feliz. Las novelas de amor acostumbran tener finales tr¨¢gicos, pero yo trato de extender la felicidad. Ya est¨¢ bastante avanzada. Creo que en seis meses m¨¢s sin periodistas podr¨¦ acabarla".
Sobre su enorme mesa de madera (un amigo le llama su altar) est¨¢n los ejemplares de sus ¨²ltimas traducciones. Cr¨®nica de una muerte anunciada est¨¢ ya escrita en vasco y catal¨¢n. Con ellos son 37 idiomas y varios millones de ejemplares vendidos. A sus ?predecesores el Nobel hizo vender lo que no hab¨ªan logrado a lo largo de toda su vida. Gabo ha vendido ya tanto que ser¨¢ dif¨ªcil aumentar significativamente sus ventas.
Uno de los proyectos m¨¢s queridos por el periodista Nobel es la edici¨®n de un nuevo diario en Bogot¨¢. ?C¨®mo contribuir¨¢ a ¨¦sto el premio?. "Hasta ahora el reparto del capital de la empresa no me permit¨ªa tener el control editorial. Ahora, con el Nobel, ya puedo llegar al 51 %. Definitivamente el premio ser¨¢ para el peri¨®dico".
El periodista y escritor, que ha puesto su pluma siempre al servicio de las causas perdidas de Am¨¦rica Latina, cree que su mejor contribuci¨®n a ellas es seguir escribiendo como lo hizo hasta ahora. Habla una vez m¨¢s de la paz en Centroam¨¦rica. Apoya la propuesta de di¨¢logo presentada por M¨¦xico y Venezuela. "Es algo por lo dem¨¢s bien simple. Que hablen en lugar de que peguen tiros".
La casa que va llenando de gente. Hay un signo com¨²n a todos. Se les ve felices. Gabo ha logrado que sus amigo le quieran. Y eso es todav¨ªa m¨¢s importante que el premio. Por eso dice que el Nobel no cambiar¨¢ su vida para nada. "Hoy ten¨ªa tres o cuatro gestiones de rutina y le he dicho a Mercedes que no las suspenda". Tampoco est¨¢ dispuesto a vestir el frac que exige el protocolo en la entrega de los premiso Nobel. "Si a los hind¨²es les permiten vestir su traje nacional, yo quiero demostrar que la guayabera es el traje nacional del Caribe".
En el 144 de la calle Fuego se habla ya en todos los idiomas. Ser¨¢ muy dif¨ªcil que nada cambie en la vida de Garc¨ªa M¨¢rquez. Como si tratase de luchar todav¨ªa contra esta evidencia, ¨¦l sigue, a las nueva y media de la ma?ana tratando de hablar con su madre. "Es jodido esto de que no se pueda hablar con la mam¨¢ de uno".
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