El repertorio semiolvidado de los programas electorales / 1
Tras pasar revista a las l¨ªneas fundamentales de las propuestas pol¨ªticas ante las pr¨®ximas elecciones, el autor esboza un diagn¨®stico de la grave crisis internacional y los problemas sociecon¨®micos que no son abordados con la suficiente dosis de innovaci¨®n y creatividad por los diferentes partidos pol¨ªticos.
Con la campa?a electoral han florecido los programas, con sus diagn¨®sticos y sus propuestas de medidas para solucionar problemas. Por tercera vez consecutiva en la historia reciente del pa¨ªs, los lectores (le Prensa, los asistentes a los actos p¨²blicos, los radioyentes y los telespectadores est¨¢n leyendo, viendo y oyendo lo que se dice sobre la crisis y el paro, el terrorismo y el golpismo, la juventud y la tercera edad, la ense?anza y la sanidad.Seg¨²n unos, la econom¨ªa s¨®lo podr¨¢ mejorar con un mayor juego del mercado y con menos intervencionismo. El Estado, prosiguen, habr¨ªa de constre?ir sus poderes a lo esencial, dejando a la sociedad adoptar libremente sus decisiones. Del otro lado, matizadamente y no sin toda suerte de cautelas, se critica la situaci¨®n presente como resultado de los excesos anteriores por parte de los grupos econ¨®micos, poni¨¦ndose el ¨¦nfasis en el relanzamiento de la econom¨ªa desde un sector p¨²blico saneado; todo ello con solemnes declaraciones de respeto de la actividad privada en la empresa, la ense?anza, la sanidad, etc¨¦tera.
Modelos, for¨¢neos
En la campa?a tambi¨¦n han hecho acto de presencia los modelos de experiencias exteriores. Los m¨¢s neoliberales han llegado a decir que lo de Reagan va muy bien, casi coincidiendo con la fecha en que el propio hijo del presidente norte americano entraba en el terror¨ªfico censo de los m¨¢s de once millones de parados de EE UU. Y a pesar (le los pesares, sigui¨® elogi¨¢ndose a Margaret Thatcher, cuando todo indica que en el Reino Unido s¨®lo la victoria de las Malvinas detuvo el hundimiento de una pol¨ªtica econ¨®mica que ha logrado llevar la cifra del desempleo a tres millones de personas, al tiempo que en otras latitudes las recomendaciones de los friedmanitas de nada sirvieron para evitar el marasmo econ¨®mico a America Latina (Chile, Argentina e incluso Brasil).
Del otro extremo de la palestra se insiste en las posibilidades de reactivar. Y en esa direcci¨®n tampoco faltan las experiencias for¨¢neas, algunas adversas, si se recuerda que hace pocas semanas en Francia hubo de ponerse en marcha, por el Gabinete socialista de Mitterrand, un plan de estabilizaci¨®n. En tanto que en la Rep¨²blica Federal de Alemania, la coalici¨®n dirigida por el SPD dej¨® de gobernar en este mismo mes de octubre para dar paso a una combinaci¨®n de centro-derecha que no vacil¨® en prometer toda clase de limitaciones a un sector p¨²blico a cuyos excesos se imputa la llegada del estancamiento, del paro y de la inflaci¨®n a la Rep¨²blica Federal de Alemania.
Nadie, desde luego, sino los votantes, podr¨¢ pronunciarse para dar el veredicto final sobre las posturas que defienden las distintas opciones electorales. Pero, sin duda, es una obligaci¨®n c¨ªvica reflexionar sobre las propuestas y su entorno. En este sentido, creo que existe todo un inventario semiperdido y un repertorio semiolvidado. El inventario, como secuencia de problemas; el repertorio, como esquema l¨®gico en el que situar las medidas puntuales. Y lo digo pensando que, desde cualquier progresismo, conviene advertir sobre la posibilidad de que en ocasiones se est¨¦ velando la situaci¨®n real y sobre la eventualidad de que no pocas de las recetas al uso hayan quedado obsoletas.
En ese sentido, puede ser de inter¨¦s dar un repaso simult¨¢neo al inventario y a su correspondiente repertorio.
El entorno internacional
Todos los indicios hacen pensar que el panorama mundial se halla en trance de endurecerse dram¨¢ticamente tanto por el estado de la econom¨ªa norteamericana, cuya recuperaci¨®n se retrasa sine die, como por las dificultades que podr¨ªan surgir en la sucesi¨®n de Breznev al frente de la URSS. Con ese trasfondo, la dial¨¦ctica palomas / halcones est¨¢ generando tensiones que podr¨ªan favorecer toda una serie de proyectos golpistas en las respectivas ¨®rbitas de influencia de las dos superpotencias. Ante una situaci¨®n internacional tan altamente bipolarizada, la postura m¨¢s l¨®gica y consecuente ser¨ªa contribuir a la distensi¨®n. Espa?a, tan lejos de ser una gran potencia, podr¨ªa optar decididamente por la neutralidad y por el apoyo a la congelaci¨®n del armamentismo nuclear. Actitudes de ese tipo prevalecen ya en formaciones nada sospechosas de ultraizquierdismo, como el Partido Social Dem¨®crata brit¨¢nico y la propia Iglesia del Reino Unido, sin olvidar la veintena de senadores norteamericanos que auspician -al igual que muchos movimientos por la paz de Europa continental- la desnuclearizaci¨®n progresiva y el desarme generalizado, empezando por la detenci¨®n, ya, de los programas de los euromisiles nucleares. Creo sinceramente que, en general, la atenci¨®n prestada a estos temas en la campa?a electoral ha sido insuficiente, y a veces de escasa transparencia.
La integraci¨®n europea
Tambi¨¦n en el ¨¢rea de las relaciones internacionales, pero m¨¢s concretamente respecto de Europa occidental, las dificultades para la integraci¨®n de Espa?a en la Comunidad Econ¨®mica Europea reflejan lo que puede haber sido unas negociaciones poco efectivas, incluso con actividades no exentas de un esp¨ªritu de sumisi¨®n y resignaci¨®n por parte espa?ola. Pero adem¨¢s las dilaciones habidas son expresivas de una crisis profunda en el interior de las Comunidades, que se combina con el m¨¢s resuelto rechazo franc¨¦s a nuestro ingreso. En tales condiciones no he visto en la campa?a pronunciamientos claros sobre si ser¨ªa o no conveniente la suspensi¨®n de las conversaciones hispano-comunitarias. Una decisi¨®n as¨ª no ser¨ªa ni un desprop¨®sito ni vendr¨ªa a significar ninguna renuncia de europe¨ªsmo; simplemente porque en la hora presente casi nadie sabr¨ªa dar respuesta a una pregunta tan elemental como: ?qu¨¦ suceder¨ªa en las cr¨ªticas circunstancias por que atraviesa la econom¨ªa espa?ola si de inmediato se pusiera en marcha un proceso de integraci¨®n relativamente r¨¢pido con la CEE?
En la campa?a electoral tampoco se ha entrado en profundidad en la consideraci¨®n de los cambios profundos que est¨¢n produci¨¦ndose en el modelo de la econom¨ªa mixta occidental. Los altos vol¨²menes de desempleo, los m¨¢s el vados desde la gran depresi¨®n c los a?os treinta, no van a ser u hecho pasajero. Corno tampoco hay indicios de que la inflaci¨®n (y sea latente, rampante o explosiva vaya a dejarnos ma?ana o pasado ma?ana. Ambos fen¨®menos, que inciden en casi toda la econom¨ªael planeta, no van a metabolizase en pocos a?os para que todo vuelva a la normalidad; lo antes anormal ya es lo normal, por la resistencia inercial a aceptar soluciones cuando ¨¦stas se plantean.
Econom¨ªa mixta
La cuesti¨®n de los d¨¦ficit p¨²blicos presupuestarios y, los ingente endeudamientos exteriores so buena muestra de lo que estoy diciendo. Los recursos que conscientemente no quisieron habilitar para combatir el ciclo adverso la depresi¨®n con una modesta planificaci¨®n (al modo en que lo hizo Roosevelt entre 1933 y 1939 con New Deal) han tenido que asigna se despu¨¦s, a trancas y barranca tarde y mal, para subvencionar paro y parchear el deterioro industrial imparable. Como, igualmente, los fondos financieros solicat dos reiteradamente: en la UNCTAD por el Tercer Mundo, forma de unas humildes transferencias del 0,7% del PIB (para emplearlas de manera programada con una cierta supervisi¨®n internacional), despu¨¦s de denegarse tantas veces, han acabado transvas¨¢ndose, recrecidos, con cr¨¦dito de uso incontrolado que, lejos resolver los problemas de subdesarrollo, abrieron a¨²n m¨¢s las mas del dualismo, con la secuencia final de un endeudamiento global de no menos de 500.000 millones de d¨®lares, que ya nadie se para sensatamente a pensar si, cu¨¢ndo y c¨®mo van a reembolsarse.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.