Iniciativa privada, energ¨ªa hist¨®rica
Rechazar la iniciativa privada -dice el autor- ser¨ªa tan absurdo como ser voluntariamente refractario al ox¨ªgeno. A nadie se le ocurre. Respirar es menester, siquiera el aire que se inhale, se inspire o espire de muchas maneras. La energ¨ªa humana es vital en todos los ¨¢mbitos. Sin la voluntad de iniciar, emprender o conseguir, se?ala el autor de este art¨ªculo, no se concibe vida social en ning¨²n punto del tiempo o del espacio. Eso lo sabe, en su opini¨®n, la derecha y la izquierda.
Los empresarios manchesterianos, aquellos "barones asaltantes" con la "sagacidad del comerciante y el genio del inventor" eran duros, a veces crueles, y disciplinaron una abaratada producci¨®n de prosperidad. La muchedumbre pudo remontarse a un nivel de bienestar muy superior al precedente. A pesar del saldo social negativo, del cultural dudoso, del pol¨ªtico incierto, la iniciativa privada removi¨® racional y en¨¦rgicamente las estructuras de la sociedad tradicional y engendr¨® un mundo nuevo mejor y peor.
En la edad del desarrollo -sin olvidar el hambre, el paro y otras lacras-, cualquier obrero especializado vive higi¨¦nicamente mejor que C¨¦sar Augusto, indefenso ante la piojer¨ªa, la infecci¨®n y la oscuridad, sin penicilina, DDT, energ¨ªa el¨¦ctrica... Cualquier veh¨ªculo utilitario resulta m¨¢s c¨®modo y raudo que las literas y diligencias de anta?o. Este mundo mejor -bienes y servicios- y peor -soledad, incertidumbre- est¨¢ transido por una crisis densa y multifactorial.
Una de las complejas causas de ese marasmo consiste en la percepci¨®n del uso real que el hombre hace de su iniciativa, su energ¨ªa y su libertad. ?Atenci¨®n, digo en la percepci¨®n y sus consecuencias!, ?c¨®mo se ve aqu¨ª? En nuestro pa¨ªs, ni el PSOE ni el PCE niegan la realidad de una iniciativa privada "colaboradora de la acci¨®n estatal", iniciativa residual, retrogradiente y digna de ser acorralada. Alianza Popular -y todo lo que impropiamente se llama "derecha", se apoye o no en el car¨¢cter supletorio de la acci¨®n del Estado- carga el acento en el poder relanzador y en la prioridad ideol¨®gica de la iniciativa privada.
Pero digan lo que digan, las fuerzas pol¨ªticas y sociales -ante la iniciativa privada- perciben una realidad medular, un poder tel¨²rico, una energ¨ªa hist¨®rica, algo muy serio. La derecha siente la amenaza a la libertad, la p¨¦rdida de ilusi¨®n, la desaparici¨®n del incentivo que supondr¨ªa un mundo sin propiedad y sin posibilidad privada de emprender. La izquierda capta la insumisi¨®n de las multinacionales -armas de dominio mercantil- al bien com¨²n. Y, a pesar de todo, ambos contendientes, fuera del g¨¦nero ¨ªnfimo de los m¨ªtines, donde todo se simplifida, saben que ni toda iniciativa privada es multinacional, ni hay socialismo capaz de yugular las leyes objetivas de la econom¨ªa. Ambos adversaric¨ªs saben que el hombe se hace a s¨ª mismo y que la independencia econ¨®mica, el est¨ªmulo de la propiedad y de la herencia son la base de la seguridad y la independencia de los hombres en cualquier sistema. Y existen m¨¢s o menos limitadas en las ¨®rbitas occidental y socialista.
Ni la iniciativa p¨²blica ni el protagonismo burocr¨¢tico por s¨ª solos pueden romper la relaci¨®n dial¨¦ctica entre justicia social y productividad. La iniciativa privada que preconiza la derecha en muchos pa¨ªses es reconducible al inter¨¦s com¨²n por el derecho: fiscal, laboral, civil, mercantil. Podr¨ªa decirse que dentro de las naciones la ley obliga a someterse al inter¨¦s general, pero ?qui¨¦n arbitra el juego entre naciones, al no existir una soberan¨ªa mundial? En los tratos internacionales, incluso cuando la otra parte es un pa¨ªs socialista, reina el m¨¢s desenfrenado liberalismo, una iniciativa transnacional que conecta con los lugares oscuros de los pocos que toman las decisiones que afectan al mundo.
No cabe -en mi opini¨®n- la menor duda. La iniciativa privada saldr¨¢ escamondada y vivaz de este torneo dial¨¦ctico y siempre servir¨¢ decisivamente a la comunidad, aunque nazca del ego¨ªsmo, la codicia y la ambici¨®n. ?Buenos vientos son las pasiones para quien sepa donde va!
El ego¨ªsmo del hombre no es la providencia de Dios. La iniciativa privada tiene que ser encauzada al inter¨¦s com¨²n, sin perder virtualidad. A pesar del resentimiento colectivo que empuja a ciertas opciones, la iniciativa privada sirve al relanzamiento que el pa¨ªs necesita. Su apoyo, su confianza son decisivos para salir de la crisis. Es preciso someterla continuamente al inter¨¦s general, pero hay que darle el ancho aliento de la econom¨ªa social de mercado.
Hinkelmart sostiene el inter¨¦s del tema. Ante la dial¨¦ctica de lo p¨²blico versus lo privado, cabe cargar el acento en lo p¨²blico, como hace la izquierda, o el ¨¦nfasis en lo privado, como quiere la derecha. Yo me inclino a rechazar lo que desalienta la iniciativa y a crear empresas y trabajo libremente, inventando con tenacidad procedimientos, leyes y artilugios para que la iniciativa sea libre y se someta al inter¨¦s de todos.
es candidato al Senado por AP-PDP.
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