El Sevilla empat¨® con la Real
Zubillaga centra un bal¨®n largo, Diego toca de cabeza y Satr¨²stegui recoge el bal¨®n entre dos contrarios y con su proverbial estilo avanza a trompicones hacia la puerta sevillana. Es empujado en el ¨¢rea y el bal¨®n le rebota en el hombro, pero finalmente consigue marcar. Buyo, que por lo visto conoce muy bien a P¨ªnter Pastor alza los brazos y el ¨¢rbitro que se encaminaba ya hacia el centro del campo entra en duda profunda. Finalmente, decreta mano de Satr¨²stegui, entre la alegr¨ªa y las miradas de complicidad de los sevillanos y el enfado del p¨²blico donostiarra. Era el minuto 34 y los jugadores descubrieron entonces las debilidades de un ¨¢rbitro que se convertir¨ªa en protagonista del partido.Los jugadores sevillanos adem¨¢s de dejar patente que practican unos marcajes serios, que hacen un juego r¨¢pido, inteligente y al primer toque, demostraron, adem¨¢s, ser bastante listos, al jugar la baza de un ¨¢rbitro desconcertado, que redujo el jueg efectivo en la segunda parte casi a la mitad.
La Real jug¨® en esta segunda parte decidida a ganar, creando sus mejores ocasiones, pero el Sevilla, con coraje y un esquema inteligente, defend¨ªa con orden aprovechando cualquier indecisi¨®n y buscando el contraataque. No dispuso pr¨¢cticamente de ocasiones de gol, salvo en el ¨²ltimo minuto, cuando L¨®pez estrell¨® en el larguero una pelota que hab¨ªa superado a Arconada. La Real hizo un juego insulso, sin ideas, y se mostr¨® incap¨¢z de desbordar el esquema sevillano. Tuvo sus ocasiones con tiros de Uralde, Zamora y L¨®pez Ufarte con cabezazos; de Gorri y Uralde, que obligaron a inter venir a Buyo. Los jugadores realistas remataron a puerta en dieciocho ocasiones, el doble justamente que los sevillanos.
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