El 'Brosarium-I", de Brossa, est¨ªmulo para la imaginaci¨®n
El estreno de Brosarium-I, el pasado jueves, en la Sala Villarroel de Barcelona, constituy¨® un acontecimiento teatral s¨®lo empa?ado por algunas deficiencias interpretativas. El espect¨¢culo, elaborado a partir de dos piezas cortas del poeta Joan Brossa, fue un est¨ªmulo para la imaginaci¨®n. Hizo disfrutar de lo lindo al p¨²blico. Y, especialmente en la segunda parte, mostr¨® la calidad del autor. Todo parece indicar la conveniencia de un segundo Bross¨¤rium.
Ser¨ªa una verdadera l¨¢stima que ese Bross¨¤rium-I, producci¨®n del Centro Dram¨¢tico de la Generalitat, no tuviese una continuidad. Hay dos razones que la justifican. La primera es que hay una receptividad en el p¨²blico: la gente que anteanoche llenaba la Sala Villarroel, ten¨ªa ganas de entrar en el mundo del poeta, y entraba, ya lo creo que entraba.Seguir diciendo hoy que Brossa no se entiende es un disparate. Yo jurar¨ªa que cuantos asistieron al estreno del Brossarium-I lo entendieron, es decir, que entendieron lo que quisieron entender luego de penetrar en un mundo abierto en el que la imaginaci¨®n, la imaginaci¨®n del poeta Joan Brossa, brilla con luz propia. Lo dem¨¢s es literatura.
La segunda raz¨®n, que justifica la deseada continuidad de este Brossarium-I, es de naturaleza pedag¨®gica, y tiene una estrecha relaci¨®n con la cr¨ªtica que puede hac¨¦rsele a la segunda parte, concretamente a la representaci¨®n de El sabater (El zapatero).
Es necesario que los actores catalanes, y muy especialmente las j¨®venes generaciones, se familiaricen con estructuras y lenguajes dram¨¢ticos que se apartan de lo que es usual en la escena catalana.
Ante El sabater, pieza compleja, on¨ªrica, en la que se cuenta entre otras cosas, un fait divers, un crimen pasional, se pone en evidencia la escasez de recursos de determinados actores que, si bien dominan una determinada cuerda dram¨¢tica, un determinado lenguaje esc¨¦nico, se muestran incapaces de dar la frase brossiana, de cazar el sentido de dicha frase, y se la llevan a su terreno, con lo que se rompe algo m¨¢s que un clima m¨¢s o menos logrado, y se desnaturaliza la obra. En el caso concreto de El sabater esa diversidad de lenguajes, esa cacofon¨ªa interpretativa, no admite duda. En la escena de los clowns llega a producirse una sensaci¨®n de incomodidad.
En cuanto a Cavall al fons, pienso que sali¨® casi redondo. Aquel viejo matrimonio, dos jubilados, que el poeta encontr¨® en un piso del barrio de Gr¨¤cia, en los a?os cincuenta, fueron admirablemente servidos por Carme Molina y Rafael Anglada, los dos grandes triunfadores de ese Bross¨¤rium-I, bien secundados por Carme Lia?o y Pep Torrents.
Para terminar podemos decir que Brossa se "entiende", que atrae, gusta, divierte y fascina; que en el teatro de Brossa hay una riqueza y una novedad -y pensar que El sabater es de 1957- que no pueden ni deben perderse. Que pueden ser de una extraordinaria utilidad para que las j¨®venes generaciones de int¨¦rpretes se familiaricen con un teatro europeo escrito desde Catalu?a y en catal¨¢n.
El Bross¨¤rium-I se merece y exige una continuidad. Con mayores medios, con cursos y estudios previos, con menos improvisaci¨®n. No basta con la buena voluntad y los aciertos, innegables, de Mesalles y de sus colaboradores. Es preciso crear una escuela.
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