Juan Pablo II pide a los cat¨®licos, en el Camp Nou, fidelidad al Papa y al magisterio de la IgIesia

En un Camp Nou abarrotado de gente -en n¨²mero superior a las 120.000 personas, capacidad del estadio con la ampliaci¨®n-, Juan Pablo II pidi¨® ayer a los catalanes adhesi¨®n a su persona diciendo que la ridelidad al magisterio de la Iglesia debe guardarse con ridelidad a Cristo. El jefe del Estado Vaticano insisti¨® en que "la Iglesia ha sido constituida por Cristo y no podemos pretender hacerla seg¨²n nuestros criterios personales". Para que no quedara duda, Wojtyla dijo que la v¨ªa a seguir "est¨¢ formada por el sucesor de Pedro y los ap¨®stoles".

Los asistentes a la "celebraci¨®n de la palabra" de ayer esperaron al Papa, durante varias horas, bajo una lluvia incesante. Fue la lluvia la gran protagonista de la jornada catalana de Juan Pablo II y la que hizo que el programa de este se retrasara a lo largo de todo el d¨ªa. Al estadio del f¨²tbol club Barcelona lleg¨® con casi una hora de tardanza, minutos antes de las 7 de la tarde. Algunas pancartas del habitual lema papal Totus Tuus ten¨ªan las letras borradas por la lluvia; otras -Amon-te, Catalu?a con el Papa, La renovaci¨®n carism¨¢tica est¨¢ contigo, Nada sin Dios-, se manten¨ªan chorreando agua y dejando transparentar debajo la publicidad que habitualmente figura en el campo de f¨²tbol. S¨®lo algunos anuncios de la banca y de bebidas se salvaron del ocultamiento de banderas -espa?olas, catalanas y papales- y pancartas.Instantes antes de que el Papa apareciera en el campo, los presentes entonaron el Virolai, himno dedicado a la Virgen de Monserrat bajo una lluvia que arreci¨® especialmente en el momento de comenzar la ceremonia.

La llegada del jefe de la Iglesia cat¨®lica al Camp Nou fue esperada con espectaci¨®n habitual, que hac¨ªa que la gente saludara con gritos, pa?uelos y banderas la aparici¨®n de Juan Pablo II en el v¨ªdeo, sin obedecer la consigna dada desde los micr¨®fonos de que "todo el estadio sea un templo, seg¨²n quiere el Papa".

Sacerdotes empapados

Juan Pablo II no borde¨® el estadio a su llegada, como hiciera en el Bernabeu, en Madrid. Se dirigi¨® directamente al altar, seguido de un s¨¦quito de obispos, y se coloc¨® bajo un techo de madera preparado para ¨¦l. Los obispos estuvieron bajo grandes sombrillas blancas, a juego con el color de las albas, mientras que los sacerdotes encargados de distribuir la comuni¨®n no tuvieron tanta suerte como el Papa y el episcopado y tuvieron que aguantar todo el acto sentados en sillas de tijera bajo una lluvia que no se apiad¨® de los presentes en momento alguno.

Saludo de Jubany

El p¨²blico que no pudo obtener asiento a cubierto estuvo luchando, con paraguas de todos los colores, contra el resto de los asistentes, a los que se les dificultaba la visi¨®n. En el c¨¦sped, parcialmente recubierto con una moqueta anaranjada, los cantores y el servicio de seguridad se guarec¨ªan de la lluvia como pod¨ªan, con lonas, impermeables y trozos de pl¨¢stico en piernas, brazos y calzado.

El cardenal Jubany, pronunci¨® unas palabras de salutaci¨®n y bienvenida en las que destac¨® que "no somos ni m¨¢s ni menos que las otras iglesias, no queremos quedarnos, comodamente, satisfechos de nosotros mismos. Compartimos la realidad hist¨®rica de los hombres de nuestra tierra y deseamos vivir en ella.

El cardenal, que hab¨ªa iniciado su parlamento en catal¨¢n dijo en otro momento dirigi¨¦ndose al Papa, que "esta es vuestra c¨¢tedra y vuestro altar. Vuestra presencia nos hace pr¨®xima la comuni¨®n de las iglesias y la fuerza del Primado universal.

El jefe del Estado Vaticano, que salud¨® a los congregados en catal¨¢n -"La pau sia amb vosaltres"- habl¨® de la Iglesia, que "es madre y una madre debe ser amada. Ella es santa, en su fundaci¨®n, medios y doctrina, pero formada por hombres pecadores". Por ello, hay que tenerle "fidelidad siempre renovada, que no se logra con cr¨ªticas corrosivas".

"La Iglesia", sigui¨® diciendo el Papa, "es una sociedad de tipo espiritual y con fines espirituales, sin af¨¢n alguno de entrar en competencia con poderes civiles, para ocuparse de asuntos materiales o pol¨ªticos que ella reconoce gustosamente no ser de su incumbencia".

Juan Pablo II afirm¨® tambi¨¦n que "la Iglesia no depende de criterios de n¨²mero y de moda. Ello obliga al respeto a la voz de la jerarqu¨ªa" y dijo despu¨¦s que el cristiano no debe dudar "en asumir su parte de responsabilidad para instaurar a Cristo en el orden de las realidades temporales".

Tambi¨¦n advirti¨® Wojtyla contra lo que calific¨® de espejismo de "querer cambiar la sociedad, cambiando s¨®lo las estructuras internas o buscando s¨®lo la satisfacci¨®n de las necesidades materiales del hombre" y a?adi¨® que "hay que empezar por cambiarse a s¨ª mismo y renovarse moralmente".

Durante la ceremonia, en la que cantaron dos coblas, la Principal de La Bisbal, Cobla Oficial de la Generalidad y la Ciudad de Barcelona, el v¨ªdeo del estadio dej¨® ver al Papa pas¨¢ndose varias veces las manos por el rostro, en un gesto comprensible de fatiga.