Adi¨®s a alguien que supo darle al deporte el puesto que le corresponde
Tuve el alto honor de servir a Espa?a en la Uni¨®n Sovi¨¦tica como primer embajador despu¨¦s del restablecimiento de relaciones diplom¨¢ticas. Durante los casi cuatro a?os de mi permanencia en Mosc¨², procur¨¦ en todo momento no defraudar a los que me hab¨ªan confiado tan alta y no f¨¢cil misi¨®n, que pude llevar a cabo gracias, principalmente, a la valios¨ªsima colaboraci¨®n de los diplom¨¢ticos y funcionarios que tuve a mi lado.Al enterarme ayer del fallecimiento del n¨²mero uno de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Le¨®nidas Breznev, sinceramente no me ha sorprendido. Todos sab¨ªamos de su delicado estado de salud, y la larga permanencia, el pasado d¨ªa 7, en la tribuna oficial del mausoleo de Lenin, durante varias horas, a una temperatura de siete grados bajo cero, puede haber acelerado su muerte. Me emociona saber que su cuerpo ser¨¢ expuesto al pueblo, durante tres d¨ªas, en la sala de las columnas de la Casa de los Sindicatos, que tiene un recuerdo imborrable para m¨ª, pues all¨ª fui elegido presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional.
Vi a Breznev en algunas ocasiones, muy especialmente con motivo de los Juegos Ol¨ªmpicos que se celebraron en Mosc¨² en 1980. Deseo juzgarle desde un punto de vista deportivo, ya que otros, con mucha m¨¢s autoridad de la que yo pueda tener, lo analizar¨¢n desde una ¨®ptica pol¨ªtica. Breznev fue un dirigente que se percat¨® perfectamente de la gran importancia, que tiene el deporte dentro de nuestra sociedad actual. No solamente como escuela de formaci¨®n de la juventud, sino tambi¨¦n -no hay por qu¨¦ negarlo- promoviendo y ayudando a conseguir las numerosas y brillant¨ªsimas victorias que ha obtenido el deporte sovi¨¦tico, y de las cuales su pueblo se ha sentido orgulloso e identificado con ellas. Puedo asegurar que el pueblo sovi¨¦tico es eminentemente deportivo, ama y siente el deporte, y esto ha sido fruto de una labor iniciada durante los a?os 1950, pero desarrollada plenamente bajo el mandato de Breznev.
No puedo silenciar su positiva contribuci¨®n al ¨¦xito de los Juegos Ol¨ªmpicos celebrados en Mosc¨² en el a?o 1980. Orden¨® a toda la Administraci¨®n se volcara para conseguir el ¨¦xito de los mismos, que se logr¨®, sin duda alguna, a pesar de las graves amenazas a que fueron sometidos.
La gran familia del deporte ve desaparecer a un hombre, a un pol¨ªtico importante, que supo darle al deporte el puesto que le corresponde. Y esto, por desgracia, no siempre es as¨ª.
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