La crisis espa?ola y la interdependencia mundial
El desarrollo, la revoluci¨®n industrial y tecnol¨®gica han procurado un gradual acercamiento, al menos en t¨¦rminos de tiempo real, entre los pueblos. La b¨²squeda de nuevos mercados ha llegado al paroxismo trastornando h¨¢bitos y removiendo culturas. Parodiando, no es ya raro encontrar refrescos embotellados en una aldea perdida del Africa central, o transistores en una isla virgen de Polinesia.La posesi¨®n de una misma informaci¨®n simult¨¢nea en m¨²ltiples pa¨ªses distintos ha expuesto a los productos y mercados a los vientos de una competencia cada vez m¨¢s intensa. La intercomunicaci¨®n, por otra parte, ha revelado a muchas ¨¢reas no desarrolladas formas de vida y de consumo de alg¨²n modo mim¨¦ticas con las de los pa¨ªses m¨¢s evolucionados.
En definitiva, se ha establecido una creciente interrelaci¨®n e interdependencia entre ¨¢reas y pa¨ªses que constituyen una variable con la que contar a la hora de analizar la actual situaci¨®n de incertidumbre. Y ello se ha producido dentro de una aguda crisis y en un contexto din¨¢mico y aun nervioso. Posiblemente, el desbordamiento y desequilibrios del pasado desarrollo hayan impreso a la crisis presente caracteres que trascienden de lo puramente econ¨®mico.
La penetraci¨®n en nuevos mercados de pa¨ªses con expectativas de riqueza (Latinoam¨¦rica) o de ¨¢reas con creciente apertura comercial a Occidente (Europa del Este), el empuje de los nuevos pa¨ªses industriales, el equipamiento de Oriente Pr¨®ximo y el despertar de las populosas naciones asi¨¢ticas son claros exponentes de un mundo multirrelacionado que ya se intercambia m¨¢s de la cuarta parte de su producci¨®n.
Sin embargo, este movimiento est¨¢ siendo convulso y desequilibrado. As¨ª, los pa¨ªses excedentarios por rentas de petr¨®leo han tenido que reciclarlas para sufragar las penurias de balanza de otros pa¨ªses, penurias, en parte al menos, provocadas precisamente por las mismas causas que generaron
aquellos excedentes. Algo similar podr¨ªa decirse de los pa¨ªses desarrollados en relaci¨®n con los poseedores de materias primas o de expectativas sobre las mismas. En definitiva, se ha producido un comercio inflado, ya que ha acontecido y se ha soportado adem¨¢s en un clima de disciplina monetaria con altos precios en su componente financiero. Un comercio divergente, que no convergente, ya que el proteccionismo y la restricci¨®n de consumo energ¨¦tico, por parte de los pa¨ªses desarrollados, est¨¢n alejando, por lo dispares, el suministro desfalleciente de unos pa¨ªses y la demanda creciente de coberturas por parte de otros.
En medio de tales posiciones se est¨¢ abriendo un foso lleno de riesgos que reclama ahora, con mayor o menor convicci¨®n, un puente de solidaridad y entendimiento. Sin embargo, si retrocedemos en el tiempo, nos encontramos con actitudes y comportamientos cuya validez y continuidad se est¨¢n revelando muy discutibles. ?Qu¨¦ decir sobre planteamientos hist¨®ricos de pa¨ªses desarrollados basados en el dominio directo o indirecto de las fuentes primarias de otros pa¨ªses poco avanzados? Estos intercambios, que han alcanzado a veces proporciones de maquila gigantesca y de tremendo margen, utilizando materias primas baratas y abundantes, llevaban dentro de s¨ª el germen de sus limitaciones reales y financieras.
?Ha sido razonable financiar o partir de una liquidez internacional amplia, pero no controlada y fr¨¢gil, las necesidades poco productivas de pa¨ªses con potencial de riqueza, sin antes atender a sus infraestructuras y a su disciplina? ?Cabe apostar por tal tipo de posiciones? Pienso que la interdependencia ha volado con las alas del desarrollo, pero puede ser un lastre en los momentos dif¨ªciles si no ha servido para acercar, no ya en el tiempo, sino en los niveles, a los pa¨ªses dominantes y a los dominados. En finanzas hay una m¨¢xima que dice que no hay mejor receta para la prosperidad del prestamista que cuidar la prosperidad del prestatario. De modo que el corolario es claro: no parece serio cualquier empe?o de soluci¨®n que no tenga muy en cuenta esta interdependencia y sus exigencias de solidaridad.
El impacto sobre Espa?a
Estas reflexiones me sugieren unos comentarios a escala de nuestro pa¨ªs, cada vez m¨¢s influyente y sobre todo influido por los avatares internacionales. Nada de lo que ocurre en nuestro derredor nos es ya ajeno, y por lo mismo debemos extraer ciertas consecuencias, m¨¢xime cuando se nos considera incluidos, no s¨¦ si cada vez con menor convicci¨®n, entre el grupo de los nuevos pa¨ªses din¨¢micos.
Se nos mira desde fuera con recelo y expectaci¨®n, en orden a clasificarnos como posible pa¨ªs-finca a utilizar o como pa¨ªs con proyecci¨®n propia a vigilar. De nosotros depende el proyecto de identidad. En este sentido, no est¨¢ de m¨¢s un peque?o ejercicio acad¨¦mico que refleje nuestra ordenaci¨®n econ¨®mica y que comprender¨ªa los siguientes estadios, de mayor o menor componente pol¨ªtica: el marco, los objetivos, las estrategias y las actuaciones.
Contamos, desde luego, con las suficientes infraestructuras (entendidas como tecnolog¨ªas) b¨¢sicas y, por tanto, con habilidad para desarrollar actuaciones. Se supone que somos capaces de dise?ar unas estrategias, variables por naturaleza, pero ?ay!, con un m¨ªnimo de estabilidad en el medio plazo y, por tanto, encauzadas dentro de un marco definido. Y aqu¨ª ya empiezan los problemas: un marco definido.
Por doquier se oye decir a boca llena que hemos de movernos en una econom¨ªa de mercado, en un clima de libertad de movimiento y negociaci¨®n entre los agentes de la producci¨®n, etc¨¦tera... Es decir, m¨¢s o menos, las proclamaciones de nuestro ordenamiento fundamental. Dudo de que los sujetos implicados sientan y operen (o est¨¦n dispuestos a hacerlo) en estas coordenadas. Dudo tambi¨¦n de que el desarrollo normativo se ajuste suficientemente a estos postulados. Dudo, en fin, de que se hayan precisado las funciones y el campo del sector p¨²blico en materia econ¨®mica. Pero la definici¨®n del marco no puede estar sujeta a interpretaciones ni transgresiones, y precisa de una convicci¨®n fruto de un compromiso solidario com¨²n que le confiera caracteres de permanencia.
El se?alamiento de objetivos es otra materia muy necesitada de identificaci¨®n, por cuanto aqu¨¦llos deben ser consistentes y realistas y por lo mismo han de establecerse prioridades y tener en cuenta las interacciones que interfieren en su consecuci¨®n.
Es muy raro o¨ªr o leer programas que apunten a que nuestro pa¨ªs, en equis a?os, debe situarse en una estructura de balanza cuya importaci¨®n suponga un y% del PIB y cuya exportaci¨®n un z%. Y que nuestro abanico de intercambios geogr¨¢ficos sea de tal tenor, nuestro valor a?adido en comercio exterior sea cual y nuestra poblaci¨®n activa empleada se distribuya de una forma determinada entre los tres grandes sectores econ¨®micos. Tampoco es frecuente el reflejo de tendencias de nuestra oferta industrial, seg¨²n ciertas ramas de actividad, habida cuenta de nuestra condici¨®n de nuevo pa¨ªs din¨¢mico en el concierto mundial, o el de la estructura por regiones, etc¨¦tera.
Estas elecciones, interrelacionadas dentro de un marco definido, est¨¢n en la base de nuestro futuro a medio plazo, y hay que manejarlas para conducir la soluci¨®n de las grandes cuestiones que nos abruman. No basta, por ejemplo, para atajar el grave problema del paro, distribuir el trabajo entre m¨¢s personas o frenar, en aras de preservar fisicamente el puesto, la mejor asignaci¨®n de los factores. Todo ello operar¨¢ en mayores costes e ineficiencias y en una p¨¦rdida de competitividad. De nada sirve tampoco ignorar lo que de estructural tiene nuestra inflaci¨®n y la rigidez de una econom¨ªa tan intervenida como la nuestra. Cualquier animaci¨®n de actividad sobre estas bases devendr¨¢ en una debilidad de nuestra voluta y, en definitiva, en un recrudecimiento de la inflaci¨®n v¨ªa importaciones, en una p¨¦rdida de competitividad de nuevo...
Es claro que existen postulados seguros en la lucha contra el paro: la inversi¨®n p¨²blica es necesaria, aunque no suficiente; debe descentralizarse el gasto p¨²blico; es vital por su dimensi¨®n la inversi¨®n privada; hay que fomentar el ahorro productivo y la exportaci¨®n, etc¨¦tera... Todo ello es di¨¢fano, as¨ª como que lo que se haga se haga bien: incremento de la productividad, disciplina del sector p¨²blico, financiaci¨®n ortodoxa del d¨¦ficit p¨²blico, depuraci¨®n de actividades sin futuro, etc¨¦tera.
Pero seguimos movi¨¦ndonos en el terreno de los grandes enunciados y agregados, sin concretar los verdaderos objetivos que implica la asunci¨®n de opciones. Si hay que invertir (¨²nica f¨®rmula para crear puestos de trabajo), y suponiendo que se ha definido el marco, habr¨¢ que tener en cuenta conceptos tales como el hecho de que a¨²n sobra poblaci¨®n en el sector primario; que la industria tiene una capacidad limitada de creaci¨®n de empleo; que muchas empresas no se han modernizado o que tienen capacidad de producci¨®n no utilizada; que nuestros esquemas de gesti¨®n y organizaci¨®n est¨¢n anticuados en muchos casos; que ha de contarse con el criterio del consumidor (tanto de bienes de tipo colectivo propios de la inversi¨®n p¨²blica como de tipo privado); que nos movemos en un contexto internacional cada vez m¨¢s competitivo y a la defensiva; que tenemos h¨¢bitos de pa¨ªs desarrollado, etc¨¦tera.
De tales condicionamientos surgir¨¢n consecuencias del tipo de: es necesario volcarse en actividades en las que ostentemos ventajas comparativas internacionales; hay que acceder al sector servicios, lo que exigir¨¢ integrar verticalmente muchos procesos productivos; tiene que insistirse en el marquismo, la calidad, los controles, las redes de distribuci¨®n; han de abordarse los productos no maduros, etc¨¦tera.
Volviendo al fondo de la cuesti¨®n, se trata de desagregar, elegir, relacionar y establecer construcciones que clarifiquen los verdaderos objetivos: en qu¨¦ actividades se ha de invertir, a qu¨¦ pa¨ªs se ha de exportar, qu¨¦ regi¨®n debe desarrollarse, ...en orden a conseguir una plena identidad y un principio de soluci¨®n de los grandes problemas finales.
Dec¨ªamos que vivimos en un mundo interdependiente. Ello hace que hayamos de contemplar nuestros planteamientos, no s¨®lo interior, sino exteriormente. Si importante es el problema del paro, no lo es menos el cuidado de nuestra solidez ante el exterior en nuestra condici¨®n de prestatarios. Y no olvidemos que los pa¨ªses dominantes y los flujos que manejan est¨¢n hoy muy sensibilizados ante la calidad de los riesgos asumidos. Tampoco hay que despreciar el hecho de que la liquidez internacional puede resentirse como consecuencia de las necesarias consolidaciones de deudas, reducci¨®n de excedentes de rentas de petr¨®leo y otras materias primas, as¨ª como de la posible menor generaci¨®n de dep¨®sitos primarios por parte de bancos centrales y multinacionales.
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