Thomson firm¨® la opci¨®n de compra del 75,5% de Grundig
El futuro inmediato de la industria espa?ola de televisores en color, alta fidelidad y v¨ªdeo, que proporciona empleo a unas 12.000 personas y factur¨® el a?o pasado por valor de 69.000 millones de pesetas, puede quedar hipotecado con la compra de la firma alemana Grundig por la francesa Thomson. La operaci¨®n, todav¨ªa no culminada (ayer se formaliz¨® la opci¨®n formal de compra del 75,5% del capital de Grundig), incide de pleno en la guerra comercial sin cuartel que Estados Unidos, Jap¨®n y Europa libran desde la d¨¦cada de los setenta por el control del mercado mundial de la electr¨®nica de consumo. En el caso espa?ol, la concentraci¨®n de firmas europeas dejar¨ªa el 65% de nuestra producci¨®n en manos de este grupo, y el resto, mayoritariamente en manos japonesas.
La concentraci¨®n de los fabricantes europeos supondr¨¢, sin duda, una profunda reestructuraci¨®n de las instalaciones que las diferentes firmas integradas mantienen actualmente en distintos pa¨ªses europeos, entre ellos Espa?a. Previsiblemente, se potenciar¨¢n unas cadenas de producci¨®n y se suprimir¨¢n otras, lo que supone un grave riesgo para Espa?a, que, en principio, puede verse afectada por decisiones que se tomen en Par¨ªs o Bonn sin contar con nuestros intereses.La televisi¨®n en color, el v¨ªdeo y la alta fidelidad han desencadenado a partir de los a?os setenta una guerra comercial sin precedentes, s¨®lo equiparable a la que paralelamente se est¨¢ desarrollando en tomo al autom¨®vil, entre Jap¨®n, Estados Unidos y Europa.
Jap¨®n, con un inmenso mercado interno inaccesible al exterior como punto de partida, program¨® hace diez o quince a?os un ambicioso plan de inversiones en el sector con el objetivo de apoderarse, por la v¨ªa de menores precios, mejor tecnolog¨ªa y nuevos productos, del apetitoso mercado norteamericano (doscientos millones de consumidores).
Ofensiva japonesa
El mercado de EE UU, mucho m¨¢s liberalizado que el europeo, cedi¨® con facilidad a la ofensiva japonesa, y en pocos a?os, la industria norteamericana de la electr¨®nica de consumo se vio seriamente amenazada. La situaci¨®n lleg¨® a ser tan delicada, que el propio Gobierno de Estados Unidos, a la vista de las cotas de mercado perdidas, presion¨® a sus aliados japoneses y les oblig¨®, en 1976, a invertir e instalar sus f¨¢bricas en el pa¨ªs si quer¨ªan seguir presentes en su mercado.
En 1977, con las inversiones internas previstas para la conquista del mercado estadounidense colgadas, Jap¨®n desvi¨® su ofensiva exportadora hacia el segundo mercado mundial en importancia: Europa (trescientos millones de consumidores y una industria muy fraccionada entre las diversas naciones). Alemania, el pa¨ªs menos proteccionista del Viejo Continente, fue la playa de desembarco, y desde all¨ª, los televisores en color, v¨ªdeos y alta fidelidad made ?n Japan se expanden por Europa. La Comunidad Econ¨®mica Europea, realmente alarmada, celebra peri¨®dicamente cumbres monogr¨¢ficas sobre este peligro japon¨¦s, y distinguidos embajadores -presidentes y primeros ministros de la Europa de los diez- viajan de cuando en cuando a Tokio para tratar de convencer a las autoridades de aquel pa¨ªs, sin el m¨¢s m¨ªnimo ¨¦xito hasta el momento, de la conveniencia de: que limiten voluntariamente sus exportaciones de electr¨®nica de consumo a Europa.
Las posturas estrictamente nacionales en el seno de la CEE, donde en buena medida cada d¨ªa son mayores los pronunciamientos de proteccionismo individual, explican la debilidad de Europa, como conjunto, para hacer frente a Jap¨®n. La reciente sentencia en Estados Unidos contra las pr¨¢cticas monopolistas de la ATT, primera firma mundial de telecomunicaciones, y el posterior acuerdo -todav¨ªa no desvelado en su totalidad- entre la citada compa?¨ªa y la holandesa Philips para su actuaci¨®n internacional conjunta -hay un inmenso mercado en perspectiva que: surge de la combinaci¨®n de telecomunicaciones y electr¨®nica de consumo (videotexto, teletexto, entre otros productos)- acrecientan todav¨ªa m¨¢s la guerra comercial mencionada.
La actual operaci¨®n de compra de Grundig por la empresa nacionalizada francesa Thomson, para muchos observadores, es el ¨²ltimo intento de Europa para competir, de la mano de la reinventada pol¨ªtica de grandeur del presidente Mitterrand, con Jap¨®n y Estados Unidos en la industria electr¨®nica mundial. Esta opci¨®n europea, dados las reticencias que ha despertado en Alemania y Holanda y el peso de los otros dos competidores, tiene una viabilidad incierta. Si fracasa, el mercado europeo caer¨¢ en manos japonesas y, en menor medida, norteamericanas.
Espa?a, entre dos fuegos
Espa?a, con una producci¨®n de televisores en color, v¨ªdeo y alta fidelidad por valor de 69.000 millones y un consumo interno por valor de 95.000 millones, tiene el 65% de su industria (Philips, Grundig, Telefunken y Thomson) dependiente de las firmas europeas que est¨¢n negociando su concentraci¨®n, y el resto -a excepci¨®n de una peque?a parte (ITT y otras)-, en manos de los japoneses (Sanyo). Doce mil puestos de trabajo en nuestro pa¨ªs est¨¢n en juego en esta batalla mundial por el control de este sector. Si triunfa la opci¨®n europea y se decide sin tener en cuenta nuestros intereses, pueden desaparecer de aqu¨ª la totalidad o buena parte de las instalaciones. Si fracasa esta opci¨®n y permanecemos con los brazos cruzados en esta pugna, habremos desaprovechado tal vez la oportunidad hist¨®rica de convertirnos en el caballo de Troya de Jap¨®n que puede introducir a trav¨¦s de nuestro pa¨ªs, con las contrapartidas que ello supone, sus productos en Europa.
Ambas posturas son mantenidas por fuentes del sector, que coinciden en criticar nuestro actual papel de convidados de piedra en esta batalla de futuro. Como punto de partida, el mercado espa?ol -en cifras de 1981- ofrece un consumo sostenido de un mill¨®n de unidades anuales de televisi¨®n en color, otro en ascenso de 200.000 unidades de v¨ªdeo (la tendencia es a 500.000 unidades), aparte de importantes cifras de consumo en el terreno del audio y la alta fidelidad.
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