Don Juan
Se anuncia homenaje (un d¨ªa lo apunt¨¦ aqu¨ª) a S.A.R. Don Juan de Borb¨®n, Conde de Barcelona. No es un protocolo ¨¢ulico. Es la Historia de Espa?a reflexionando sobre s¨ª misma. Hay que ir.En el com¨ªt¨¦ de honor est¨¢ Vicente Aleixandre, premio Nobel. La Resistencia antifranquista y el surrealismo, con un ri?¨®n de menos, republicanamente arin a una Espa?a mon¨¢rquica y errante. Areilza, presidente del Consejo de Europa, que se fue decantando hacia el donjuanismo, entre Bradom¨ªn y Montesquieu, como un legitimista de lo entonces ileg¨ªtimo. Severo Ochoa, premio Nobel que sabe cient¨ªficamente que puede haber coronas reales interiores, en los l¨®bulos frontales. Juli¨¢n Mar¨ªas, a quien le ha tocado un mejor borbonismo soc¨ªal y cultural que a su maestro Ortega. Y as¨ª m¨¢s gente. Don Juan vuelve a tener casa en Madrid tras 51 a?os con los muebles en la calle por voluntad del ¨²ltimo pronunciado del XIX. No s¨®lo se adhiere uno a este homenaje desde un cierto escepticismo entusiasta y esquinero, sino que toma uno conciencia (a veces el protocolo, como el teatro, se hace verdad) de que cuando las democracias hamietianas y burguesas pasaban del pueblo espa?ol, dem¨®crata y m¨¢rtir, hab¨ªa un Borb¨®n que renunciaba a borbonear a su pueblo, ni con los caballos detr¨¢s ni delante. Don Juan, Don Juan. La cosa ser¨¢ a media dos de diciembre, con asistencia de do?a M? de los Mercedes, en cuyo nombre hay ya un eco atarde cido de plazuelas madrile?as. Se dir¨ªa que el borbonismo ha venido a encontrarse largamente, a trav¨¦s del confundidor populis¨ªpo, con el pueblo.
Dicen que avise uno antes del 15 de este mes (ya se ha pasado el 15) para saber detalles. Yo aviso mediante el presente libelo de que s¨ª, de que voy. Voy a conocer y re conocer a un exiliado m¨¢s de la dictadura, a un hombre que, rodeado de malos escritores y buenos amigos, se constituy¨® en alm¨¦na antifranquista. (Otras almenas caen ahora por capricho versicolor de la Historia, la t¨ªa.)
Los republicanos no dogm¨¢ticos enlazaron en seguida (tardofranquismo) con don Juan de Borb¨®n, por su ¨¢nima liberal. Hoy, el viejo Borb¨®n tiene en el pecho un hueco en el que cabe el pu?o de un amigo. Es operaci¨®n, pero pod¨ªa haber sido ob¨²s de guerra. Cela ha metido la mano en la llaga de ese costado. Ra¨²l Morodo, en su recent¨ªsimo y veraz libro Por una sociedad democr¨¢tica y progresista, dice: "M¨¢s claramente (se trataba de) elegir a don Juan o a otro pretendiente, incluyendo a su hijo". Hoy sabemos que don Juan lo ten¨ªa claro. La revista vecinal Participamos, de la ciudad o barrio Los Angeles, me solicita colaboraci¨®n. Todos los movimientos vecinales, toda la asunci¨®n democr¨¢tica y libre del pueblo espa?ol, han encontrado espacio en el hueco (inmenso, hist¨®ricamente) que dejara don Juan de Borb¨®n, durante medio siglo, para crear ese "vac¨ªo de poder" de que tanto se habla ahora, y en el cual quer¨ªa ¨¦l que se despe?a se la dictadura. Me invitan a una mesa redonda en Barcelona con Oscar Tusquets, Oriol Bohigas y Ricardo Bofill. Las culturas de nuestra cultura han aflorado tambi¨¦n en el espacio intangible que dejaron unos cuantos hombres, de la izquierda a la Monarqu¨ªa. El pec¨¦ hac¨ªa galer¨ªas subterr¨¢neas para el hundimiento en seco del Titanic franquista y don Juan creaba inmensas plazas de silencio y ausencia, por aquello de que "el Estado se expresa siempre mediante el vac¨ªo". Ten¨ªa que venir el pueblo espa?ol a llenar esas plazas. Le dan en Valencia el Premio a la libertad de expresi¨®n al militar Pitarch, compartido con Eduardo de Guzm¨¢n. Mejor que un legitimismo decadescente, don Juan cre¨® durante medio siglo una legitimidad otra por la que el centro geom¨¦trico estaba fuera de la circunferencia de hierro. Ahora, sencillamente, pone piso en Madrid.
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