La pol¨ªtica cultural iberoamericana de cara al futuro / 1
Para empezar, habr¨ªa que decir que la concepci¨®n de Hispanoam¨¦rica, Iberoam¨¦rica o Latinoam¨¦rica, que ha presidido la acci¨®n espa?ola durante los ¨²ltimos cuarenta a?os, ha sido fundamentalmente err¨®nea. Y ¨¦sa ser¨ªa, por tanto, una primera correcci¨®n que habr¨ªa que hacer. La pol¨ªtica hispanoamericanista de estos a?os, llevada de la mano por ciertos historiadores y diplom¨¢ticos miopes, ha querido ver en la Am¨¦rica de habla espa?ola una unidad cultural casi monol¨ªtica, semejante en cierta medida a la unitaria Espa?a de los Reyes Cat¨®licos. Nada m¨¢s lejos de la realidad.Cabr¨ªa decir, quiz¨¢ con una visi¨®n excesivamente simplista, que Iberoam¨¦rica es el resultado de un proceso de mestizaje biol¨®gico y cultural en el que intervienen dos componentes o tradiciones distintos: la ind¨ªgena y la ib¨¦rica. Pero debemos precisar m¨¢s, ya que se trata de un subcontinente de enormes dimensiones y de una gran variedad interna.
Cuando nos referimos al componente ind¨ªgena que hallaron los descubridores del Nuevo Mundo, nos estamos refiriendo a un conjunto absolutamente heterog¨¦neo desde el punto de vista racial y tambi¨¦n desde el punto de vista cultural. Desde esta ¨²ltima perspectiva hab¨ªa, en la Am¨¦rica que colonizaron los pueblos ib¨¦ricos, multitud de pueblos que se hallaban en una etapa de cazadores o de agricultores incipientes; otros muchos se encontraban en el nivel de se?or¨ªos o jefaturas, y muy pocos hab¨ªan alcanzado el rango de los verdaderos Estados, con urbanismo, diferenciaci¨®n social y un alto grado de civilizaci¨®n.
Los pueblos que proced¨ªan de la Pen¨ªnsula ib¨¦rica, aunque aportaban una cultura mucho m¨¢s homog¨¦nea, ¨¦sta presentaba a su vez matices diferenciales notables, ya que la cultura de los catalanes, andaluces, gallegos o portugueses ofrec¨ªa aportes singulares que se prolongar¨ªan a trav¨¦s de sus respectivos procesos de aculturaci¨®n con las diferentes etnias ind¨ªgenas.
El mestizaje biol¨®gico y los procesos de aculturaci¨®n que se producen como consecuencia de la conquista entre ambas poblaciones va a conducir a resultados diferentes, seg¨²n los casos: la mayor parte de las poblaciones de cazadores-recolectores -pescadores y agricultores incipientes quedar¨ªan pr¨¢cticamente extinguidas, porque no fueron capaces de adaptarse a los sistemas de producci¨®n impuestos por los colonizadores; mientras que los grupos ind¨ªgenas organizados en reinos o imperios, aunque fueron diezmados -especialmente por las enfermedades aportadas por los europeos-, se adaptaron con relativa facilidad a los sistemas de trabajo y a la ideolog¨ªa de los invasores, produci¨¦ndose una verdadera integraci¨®n cultural que perdura hasta nuestros d¨ªas a trav¨¦s de la cultura campesina del ¨¢rea nuclear de Am¨¦rica: desde el suroeste de Estados Unidos hasta Chile.
Un mundo singular
Las consideraciones mencionadas dan, de por s¨ª, raz¨®n suficiente a la heterogeneidad del mundo iberoamericano, pero a ello hay que a?adir otros dos factores muy importantes: por una parte, una geograf¨ªa tan diversa por sus condiciones altitudinales y latitudinales que conduce a una regionalizaci¨®n enormemente marcada; y por otra, la superposici¨®n de agregados poblacionales tan variados como son el de los africanos incorporados a algunas regiones -especialmente del Caribe y del este de Suram¨¦rica- y el de poblaciones europeas -italianos, alemanes, etc¨¦tera- o asi¨¢ticas en los ¨²ltimos cien a?os.
El resultado de todo ello es, quer¨¢moslo o no: Iberoam¨¦rica. No se trata, pues, de una simple prolongaci¨®n de Espa?a y Portugal, sino de algo muy diferente y muy heterog¨¦neo a la vez. Tal heterogeneidad puede tener su explicaci¨®n en ¨¦pocas muy antiguas o en tiempos recientes; pero esa raz¨®n es fundamental: la raz¨®n del mestizaje biol¨®gico y cultural. Su desvertebraci¨®n o desuni¨®n en tantas nacionalidades como existen hoy en esa regi¨®n, no es algo caprichoso o que haya que atribuir exclusivamente a los pol¨ªticos que intervinieron en la independencia de la metr¨®poli, sino a razones m¨¢s profundas y complejas.
Por eso, cuando se plantea el tema de la identidad cultural de Iberoam¨¦rica, este concepto hay que contemplarlo en tres planos o dimensiones diferentes: la identidad cultural de Iberoam¨¦rica como un ¨¢rea global; la identidad cultural de cada una de las naciones que forman parte de esa ¨¢rea y, quiz¨¢, como un concepto intermedio, habr¨ªa que a?adir el de identidad cultural regional: en este caso se hallar¨ªan las Antillas, Centroam¨¦rica, el ¨¢rea andina o el cono sur, para cuyos habitantes existen ciertos v¨ªnculos culturales que les permiten identificarse como miembros de la regi¨®n en cuesti¨®n.
La identidad por negaci¨®n
La identidad de Iberoam¨¦rica como un ¨¢rea global es un concepto abstracto que s¨®lo se logra por su oposici¨®n a otra entidad fundamentalmente: diversa desde el punto de vista cultural, Angloam¨¦rica o la Am¨¦rica anglosajona, que viene a representar el antiguo esp¨ªritu colonialista, redivivo en una forma moderna, de car¨¢cter econ¨®mico, cultural y, obviamente, pol¨ªtico.
Sin entrar hoy en la pol¨¦mica utilizaci¨®n de los t¨¦rminos Hispanoam¨¦rica, Iberoam¨¦rica y Latinoam¨¦rica, yo dir¨ªa que esta ¨²ltima expresi¨®n, ya, tan popular y real en este momento, e incluso con tanta cargaz¨®n ideol¨®gica, tiene su justificaci¨®n, al menos parcialmente, en raz¨®n de esa evidente oposici¨®n entre el mundo anglosaj¨®n y el mundo iberoamericano. Creo que esa latente oposici¨®n se ha universalizado y puesto en evidencia para la mayor parte de los iberoamericanos de todas las clases sociales, ¨¦tnicas y culturales a partir del conflicto b¨¦lico de las Malvinas.
Esa expresa oposici¨®n entre Latinoam¨¦rica y Angloam¨¦rica, corresponde a la m¨¢s universal oposici¨®n entre los pueblos o culturas del Norte y del Sur, las naciones de Occidente y los pueblos del Tercer Munido.
En realidad, se trata de una lucha aparenternente incruenta -el caso de las Malvinas es excepcional por su evidencia-, en la que lo que realmente se halla en oposici¨®n son dos concepciones del mundo totalmente distintas, dos modos de vivir, de comportarse social y culturalmente, etc¨¦tera; dos filosof¨ªas de la vida que son radicalmente diferentes e incompatibles, y de las cuales, la que representa el desarrollo econ¨®mico es la heredera del puritanismo reformista germ¨¢nico y anglosaj¨®n y se muestra imperialista, racista y colonialista frente al Tercer Mundo, que, en cierta medida, representa a su vez la herencia del cl¨¢sico humanismo mediterr¨¢neo y el relativismo cultural que implica su heterogeneidad ¨¦tnica y cultural.
Esa lucha de Latinoam¨¦rica versus Angloam¨¦rica se plantea hoy en todos los terrenos: en la guerra musical, el rock norteamericano tiene poco que hacer frente a la m¨²sica tradicional latina, ya sea la cumbia o el merengue del Caribe, la samba brasile?a o el huaino andino; pero la dependencia del gran vecino del Norte en el plano industrial, comercial y econ¨®mico en general, es de tal naturaleza que, en ocasiones, lo que podr¨ªa ser interpretado por algunos como un necesario proceso de modernizaci¨®n de la cultura nacional o una intensiva industrializaci¨®n de los pa¨ªses iberoamericanos es un proceso de colonizaci¨®n econ¨®mica y cultural de esos pa¨ªses.
La evidente heterogeneidad interna de muchas de las naciones latinoamericanas, con grupos campesinos mestizos o ind¨ªgenas, poseedores de lenguajes y culturas diferentes de la nacional, y en ocasiones incluso con grupos ind¨ªgenas selv¨¢ticos junto a masas urbanas, en las que el subdesarrollo y la pobreza m¨¢s absolutos se entremezclan con una potente industrializaci¨®n y con la riqueza de las tradicionales minor¨ªas de viejos latifundistas a los que se han agregado recientemente plut¨®cratas de la nueva sociedad industrial: pol¨ªticos, bur¨®cratas, financieros e industriales, etc¨¦tera, todo ello hace que el conflicto cultural est¨¦, de hecho, planteado en el interior de las comunidades nacionales, de modo que las plutocracias asumen el papel de modernizadores del pa¨ªs, siendo en realidad verdaderos agentes quintacolumnistas del desarrollo norteamericano.
Es precisamente en ese terreno en el que Espa?a empieza a jugar un papel importante y puede jugarlo de manera mucho m¨¢s destacada en el futuro, ya que si la industrializaci¨®n y el desarrollo por s¨ª mismos causan, obviamente, da?os irreparables en la cultura tradicional, la manera en que se produzca tal industrializaci¨®n no ser¨¢ tan cruenta, como en el caso de la desarrollada por las multinacionales de base anglosajona.
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