?Demos gracias?
Versi¨®n moderna de la proclamaci¨®n del d¨ªa de Acci¨®n de Gracias: Por todo lo que vamos a recibir -nuevos misiles nucleares para mantener la paz en Wyoming, la tasa de desempleo m¨¢s alta desde la gran depresi¨®n y el d¨¦ficit presupuestario m¨¢s alto desde la ¨²ltima guerra mundial- demos gracias.Por todo lo que hemos recibido -vida, libertad y la obtenci¨®n de ganancias- demos gracias reduciendo los impuestos.
Por todo lo que queremos recibir -salarios m¨¢s altos y precios m¨¢s bajos- vayamos a la huelga.
Por todo lo que no es probable que recibamos -un poco de paz y tranquilidad, el control de las armas nucleares, el uso racional de los bienes de la tierra y un futuro de esperanza para nuestros hijos- recemos y echemos la culpa a alg¨²n otro.
La primera proclamaci¨®n del d¨ªa de Acci¨®n de Gracias en Estados Unidos fue algo diferente. Fue le¨ªda a los peregrinos por el gobernador William Bradford, de Massachusetts, el 23 de noviembre de 1623, y su mensaje consist¨ªa en que los peregrinos deb¨ªan sentirse afortunados por estar vivos y deber¨ªan dar las gracias por lo que ten¨ªan antes que quejarse por lo que no ten¨ªan.
Puede sonar extra?o en esta era secular, pero no estar¨ªa de m¨¢s recordar de donde venimos:
"Como quiera que el Gran Padre nos ha dado este a?o una abundante cosecha... y ha llenado nuestros bosques de caza y nuestros mares de peces y almejas; y como quiera que nos ha protegido de los ataques de los salvajes, nos ha eximido de las enfermedades, nos ha concedido la libertad de rezar a Dios seg¨²n los dictados de nuestra conciencia:
Ahora yo, vuestro magistrado, proclamo que todos los peregrinos con sus mujeres y sus peque?os, se congreguen en la casa de reuniones de la colina, entre las horas novena y duod¨¦cima del d¨ªa, el jueves veintinueve de noviembre... para oir a su pastor y rendir acci¨®n de gracias a Dios Todopoderoso por todas estas bendiciones".
Naturalmente, nuestros bienes son diferentes ahora. La "abundante cosecha" viene del departamento de Agricultura y la abundancia de los bosques en caza y del mar en peces y almejas a trav¨¦s del buen sentido y la compasi¨®n del secretario del Interior Watt; y estamos protegidos de los "ataques de los salvajes" por el Pent¨¢gono y nos congregamos en la colina para dar gracias al presidente de la C¨¢mara de Representantes, Tip O'Neill.
Pero de alguna manera no nos mostramos muy agradecidos este d¨ªa de Acci¨®n de Gracias, aunque, a pesar de nuestras dificultades, tenemos algunas cosas por las que sentir agradecimiento. Tenemos m¨¢s de once millones de desempleados, pero casi 100 millones de personas con trabajo, la cifra m¨¢s alta que nunca hemos tenido. Hubo solamente veinte a?os entre las dos b¨¢rbaras guerras de este siglo y sin embargo he mos evitado una tercera durante m¨¢s de dos generaciones.
La tragedia de nuestra ¨¦poca es que la mitad de la familia humana se va a la cama cada noche con hambre, mientras las naciones gastan m¨¢s de 800.000 millones de d¨®lares al a?o en armas. Pero a pesar de todo, tambi¨¦n es verdad que el nivel de vida es mejor para m¨¢s gente que nunca en la histo ria y que existe m¨¢s libertad en el mundo y una mejor comunicaci¨®n de ideas que en ninguna generaci¨®n anterior; no mucho mejor, pero s¨ª algo.
Hay otra cosa que merece la pena consi derar en la fiesta de Acci¨®n de Gracias de este a?o. Puede que la teolog¨ªa del gobernador Bradford no haya sobrevivido al bombardeo de una ¨¦poca materialista, pero la ideolog¨ªa de los modemos pol¨ªt¨ªcos y econo mistas tampoco ha tenido un gran ¨¦xito.
Hoy en d¨ªa, en casi todas las modernas naciones, con algunas notables excepciones los l¨ªderes pol¨ªticos est¨¢n comenzando a cuestionar sus pasados supuestos y prejuicios, por la sencilla raz¨®n de que sus ideolog¨ªa pol¨ªticas no sirven para el bienestar de sus pueblos.
Esto es verdad en el caso de los comunismos sovi¨¦tico y chino -incluso m¨¢s verdad-, pero lo es tambi¨¦n en el caso del so cialismo franc¨¦s de Fran?ois Mitterrand del nuevo conservadurismo brit¨¢nico de Margaret Thatcher, que se enfrenta ahora a cuatro millones de parados, o de las teor¨ªas de Ronald Reagan, o del impulso exporta dor de Jap¨®n o de la defensa militar de Me najem Beeguin en favor de su b¨ªblica visi¨®n de Israel.
Todos ellos tienen problemas y se enfren tan por primera vez en la historia a un eco nom¨ªa mundial interdependiente en la que el nacionalismo y el proteccionismo no hacen sino empeorar la cosas para todas las partes interesadas. Pero un s¨ªntoma esperanzador es que los gobiernos est¨¢n comenzando aunque demasiado lentamente, a ajustarse a las nuevas realidades o est¨¢n siendo forzados al compromiso por la gente que quiere paz y puestos de trabajo.
La carrera de armamentos y las guerras comerciales est¨¢n provocando un aumento de la intranquilidad y est¨¢n suscitando la oposici¨®n del pueblo en todo el mundo industrializado, donde existen en estos momentos m¨¢s de 30 millones de personas sin trabajo.
Los rusos tienen problemas con sus s¨²bditos coloniales del este de Europa, que todav¨ªa escuchan los lamentos en favor de la piedad y la misericordia por parte de la Iglesia. La administraci¨®n Reagan tiene problema con sus aliados de fuera y se enfrenta a una crisis de confianza en el interior.
Entonces ?por qu¨¦ dar gracias? Porque una cantidad de bellas teor¨ªas est¨¢n siendo liquidadas por una sucesi¨®n de hechos brutales. Pero tambi¨¦n porque los viejos hombres y las viejas teor¨ªas de la extrema derecha y de la izquierda est¨¢n agot¨¢ndose y existen nuevos gobiemos, o al menos nuevas l¨ªneas de actuaci¨®n, en la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en China, en Alemania Occidental, en Espa?a, en M¨¦xico y pronto en Jap¨®n.
?Ser¨¢n mejores o peores? Nadie lo sabe, pero la esperanza es una forma de dar gracias y, como el gobernador Bradford dijo, siempre podemos rezar.
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