El a?o en que empez¨® la crisis / 1
La situaci¨®n no es desconocida: siempre ha habido pa¨ªses incapaces de hacer frente a los vencimientos de su deuda externa y necesitados de un aplazamiento de la misma. Lo que de verdad es nuevo es la cifra astron¨®mica de endeudamiento, el riesgo asumido en esta fase por los bancos comerciales -unos dos tercios del total- y el elevado n¨²mero de pa¨ªses -desarrollados y subdesarrollados, de econom¨ªa de mercado y de planificaci¨®n central- que soportan esa deuda.Una deuda que constituye hoy la pesadilla de muchos grandes banqueros internacionales y que, de confirmarse las tendencias predominantes en la econom¨ªa mundial, puede provocar un estallido de tal magnitud que reduzca a cenizas el sistema financiero internacional y encrespe hasta l¨ªmites desconocidos las tensiones de nuestro planeta.
Este art¨ªculo pretende analizar, de forma muy resumida, las g¨¦nesis de esta situaci¨®n, sus efectos inmediatos y las medidas que deber¨ªan adoptarse para lograr una soluci¨®n duradera del problema.
Desde finales de la segunda guerra mundial hasta principios de los a?os setenta, el desarrollo econ¨®mico de los pa¨ªses occidentales se mantuvo a ritmos elevados, pero fue un crecimiento polarizado: la distancia entre pa¨ªses industrializados -la mayor¨ªa de los que forman parte de la OCDE- y pa¨ªses subdesarrollados se fue haciendo cada vez mayor.
Un comercio internacional sesgado en favor de los, primeros, su absoluto monopolio de la t¨¦cnica y el mayor crecimiento demogr¨¢fico d¨¦ los subdesarrollados son tres causas importantes, aunque no sean las ¨²nicas, de ese fen¨®meno. De ah¨ª que los pa¨ªses subdesarrollados se vieran obligados a incurrir en un creciente endeudamiento externo que les permitiera resolver sus problemas de balanza de pagos, de un lado, y mantener un ritmo de crecimiento aceptable, del otro.
A finales de 1973, la deuda externa de ese grupo de pa¨ªses supon¨ªa algo m¨¢s de 100.000 millones de d¨®lares. La deuda externa de los pa¨ªses capitalistas desarrollados y de los pa¨ªses socialistas apenas ten¨ªa entidad por esas fechas. La balanza por cuenta corriente positiva del primer conjunto hac¨ªa innecesario el endeudamiento externo; los pa¨ªses socialistas apelaban muy espor¨¢dicamente a los mercados; financieros mundiales: su corta deuda exterior era, sobre todo, una deuda comercial.
El panorama descrito cambi¨® radicalmente a partir de 1973. Desde ese a?o hasta el momento presente, el precio del petr¨®leo, la materia prima por excelencia, se ha multiplicado por diecis¨¦is, lo que ha provocado una brutal transferencia de renta hacia los pa¨ªses exportadores de petr¨®leo, brutal por la rapidez y envergadura de la misma. Uno de los efectos fundamentales de esa transferencia puede advertirse en el cuadro siguiente:
El inicio de la depresi¨®n
Esa ingente succi¨®n de renta efectuada por los pa¨ªses exportadores de petr¨®leo agrav¨® los desequilibrios de numerosas econom¨ªas y, de forma general, aviv¨® el ritmo de inflaci¨®n de los principales pa¨ªses del mundo y deprimi¨® la econom¨ªa mundial.
La situaci¨®n es suficientemente conocida y no precisa de m¨¢s comentarios. Lo que aqu¨ª deseamos a?adir es el punto que directamente enlaza con el problema espec¨ªfico que estamos analizando. Nos referirnos, claro est¨¢, al reciclaje de ese per¨ªodo: la forma en que los pa¨ªses deficitarios pudieron hacer uso de los fondos de los pa¨ªses excedentarios.
Dado que el gasto de los pa¨ªses exportadores de petr¨®leo no pod¨ªa absorber con rapidez el super¨¢vit generado por sus exportaciones de petr¨®leo, buena parte de esos fondos qued¨® depositada en los principales bancos de los pa¨ªses industrializados -americanos, ingleses, suizos, alemanes, etc¨¦tera-, que se vieron as¨ª inundados de liqu¨ªdez, especialmente en el per¨ªodo 1979-1980, cuando tiene lugar la segunda crisis energ¨¦tica, desencadenada por la revoluci¨®n iran¨ª.
Los pa¨ªses consumidores de petr¨®leo, por su parte, desarrollados o no, capitalistas y socialistas, iniciaron la carrera del endeudamiento externo para pagar la factura del petr¨®leo, primero, y en muchos casos tambi¨¦n para financiar procesos de inversi¨®n. Parte de esos cr¨¦ditos los obtuvieron de los organismos ¨ªnternaci¨®nales, en condiciones favorables de plazo y tipo de inter¨¦s. El resto se solicit¨® de la banca comercial, en condiciones mucho m¨¢s duras; banca comercial deseosa de invertir su sobrante de liquidez y, por tal raz¨®n, poco atenta a los cambios de calidad de los prestatarios: no se olvide, por otro lado, que parte de esos cr¨¦ditos se conced¨ªan a los Estados o estaban avalados por ellos. As¨ª, la monta?a del endeudamiento fue creciendo con notable rapidez.
El coste de la deuda
Tambi¨¦n el coste de la deuda: buena parte de los pr¨¦stamos privados soportaban un inter¨¦s variable, lo que supuso en el lapso 1979-1981, por efecto de la pol¨ªtica econ¨®mica de Reagan, un aumento considerable del coste de la misma: los intereses de los pa¨ªses de moneda clave subieron igualmente, para evitar las salidas masivas de capital hacia los mercados estadounidenses.
Para hacer frente a las deudas internac¨ªonales sin que se disuelvan a corto plazo sus reservas, los pa¨ªses tienen que exportar mercanc¨ªas o servicios, o importar capital. S¨®lo el primer camino ofrece una soluci¨®n real, puesto que el capital importado por los diversos procedimientos posibles aumenta el servicio de la deuda exterior. Pero es dif¨ªcil dilatar la exportaci¨®n en un mundo deprimido, un mundo que en el bienio 1980-1981 ha crecido a menos de la mitad del ritmo del per¨ªodo 1976-1979, lo que ha dado como resultado, para ese mismo lapso, el casi total estancamiento del comercio internacional.
Pero hay algo m¨¢s: la depresi¨®n mundial, iniciada en 1974, no s¨®lo ha ido reduciendo los flujos comerciales, sino que tambi¨¦n ha afectado a los precios mundiales de buen n¨²mero de productos, especialmente de los productos primarios, que constituyen el grueso de la exportaci¨®n de los pa¨ªses subdesarrollados; dicho de otra forma, ha hecho empeorar la relaci¨®n real de intercambio de tales productos con respecto a las manufacturas y al petr¨®leo. Las Naciones Unidas estiman, por ejemplo, que tan s¨®lo en el per¨ªodo 1978-1981 los pa¨ªses subdesarrollados importadores de petr¨®leo sufrieron un deterioro en su relaci¨®n de intercambio de un 20%: su exportaci¨®n perdi¨® en esos tres a?os una quinta parte de su poder adquisitivo exterior.
Creemos, con estas breves notas, haber esquematiz¨¢do la explicaci¨®n del fen¨®meno del endeudamiento masivo.
De un lado, los pa¨ªses exportadores de petr¨®leo se han visto obligados a colocar sus excedentes de divisas en el sistema financiero mundial; del otro, los pa¨ªses consumidores de petr¨®leo, muchos de los cuales ya soportaban una deuda extema elevada, recurrieron al endeudamiento acelerado para equilibrar sus cuentas exteriores y financiar, en parte, su formaci¨®n de capital; un endeudamiento en el que el componente comercial resultaba cada vez m¨¢s gravoso, un endeudamiento que crec¨ªa mientras se estancaba el comercio mundial y, consecuentemente, las exportaciones de muchos de esos pa¨ªses.
Hay que a?adir tan s¨®lo que, al haberse estabilizado el precio del petr¨®leo en los dos ¨²ltimos a?os, a consecuencia de la depresi¨®n mundial, varios pa¨ªses exportadores de petr¨®leo, que hab¨ªan presupuestado sus gastos en funci¨®n de un precio continuamente creciente del hidrocarburo y que tambi¨¦n hab¨ªan contra¨ªdo deudas elevadas en los mercados financieros internacionales, se han visto agobiados por el peso de la deuda externa y han debido solicitar la refinanciaci¨®n de la misma. Tal es el caso de M¨¦xico.
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