Unos ojos demasiado abiertos
?Qu¨¦ recuerdan de Feldman, qu¨¦ imagen es la que nos queda de ¨¦l? Y el titular es la respuesta: Marty Feldman eran unos ojos exagerados, demasiado abiertos, unos ojos que, como los Ben Turpin, borraban un rostro. Pero hay otra raz¨®n por la que se explica que nos sea dif¨ªcil acordamos de alguna de sus pel¨ªculas, de esos filmes de Mel Brooks que le hicieron famoso.Los c¨®micos modernos trabajan muy directamente sobre el mito, sobre el cine en muchas ocasiones, y optan casi siempre por el camino de la parodia. Su personaje es un doble, una correcci¨®n ridiculizadora del que otro actor, hace muchos a?os, convirti¨® en mito. En su mejor t¨ªtulo, El jovencito Frankestein, Feldman retomaba una expresi¨®n patibularia de un Karloff para exagerarla, forzando al m¨¢ximo las convenciones del terror.
Que su talento se concentraba especialmente en la parodia es algo que resulta, evidente, que se descubre con el simple recordatorio de los t¨ªtulos que le tuvieron como actor dirigido por Brooks, por s¨ª mismo o por su compa?ero de fortuna Gene Wilder, con quien lleg¨® a rizar el rizo de la obsesi¨®n cin¨¦fila al rodar un remake de Beau geste. Su atractivo como actor, como tipo y personaje, es tambi¨¦n el atractivo del cine c¨®mico moderno, es decir, un atractivo muy limitado.
No pretendi¨® crear un personaje universal como Chaplin; ni hablar, como ¨¦l, de lo humano y lo divino; tampoco pretendi¨® emular a Buster Keaton como tranquilo e impasible provocador de cat¨¢strofes, ni con Gene Wilder intent¨® reconstruir una pareja a lo Lauren y Hardy. Su humor, aunque a veces utilizaba gags que f¨¢cilmente podemos calificar de surrealistas, nunca trabaj¨® directamente sobre la realidad, sino que admiti¨® el sue?o previo de la imagen filmada como referente obligatorio, ese sue?o previo que los hermanos Marx despreciaban.
Marty Feldman ten¨ªa t¨¦cnica y sab¨ªa utilizarla; calculaba los riesgos al m¨¢ximo y, a pesar de su rostro de mirada enloquecida, no hay nada de loco en su trayectoria profesional, basada en la repetici¨®n de una f¨®rmula. Una de las primeras pel¨ªculas de Brooks con Feldman, titulada Los productores, part¨ªa de una historia estupenda: se trataba de estrenar el peor y m¨¢s catastr¨®fico musical de la historia del espect¨¢culo para poder cobrar un seguro.
Lo que sucedi¨® con Los productores puede servir como met¨¢fora de la carrera de Feldman, hecha de genio, talento y superficialidad a partes iguales. Sus ojos Ie permitieron triunfar, pero nunca m¨¢s pudo hacer otra cosa que seguir manteni¨¦ndolos muy abiertos.
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