El programa, antes que los hombres
Como consecuencia de los resultados electorales del pasado 28 de octubre, ha quedado constituido un nuevo Gobierno socialista. Resulta absurdo repetir aqu¨ª las argumentaciones vertidas durante el ¨²ltimo debate de investidura; lo que deb¨ªa decirse ya se dijo y ahora corresponde entrar en una nueva fase en la que el protagonismo se centra en la acci¨®n del Ejecutivo. Esta es, sin lugar a dudas, la primera y gran responsabilidad del nuevo Gobierno: la de responder desde las medidas concretas en que se traduzca su acci¨®n pol¨ªtica a las expectativas que ha suscitado entre sus electores, e incluso entre aquellos que no habi¨¦ndoles votado depositan hoy su confianza en los nuevos titulares del poder ejecutivo.Una serie de opiniones encontradas intentar¨¢ manifestarse al valorar la composici¨®n del nuevo Gobierno. Por un lado, estar¨¢n los que querr¨¢n destacar las excelentes cualidades de los nuevos miembros del Gobierno, y querr¨¢n descansar en ¨¦stas las expectativas positivas de su acci¨®n. Por otro, estar¨¢n aquellos que, con las cr¨ªticas m¨¢s o menos veladas a los integrantes del Gobierno, tender¨¢n a disminuir' el valor de su acci¨®n. Ambas posiciones me parecen igualmente improcedentes; los ministros nombrados re¨²nen las condiciones suficientes para desempe?ar el cometido que el presidente del Gobierno les ha confiado, y su acierto o desacierto depender¨¢ m¨¢s de la, propia. bondad del programa que van a servir que de sus cualidades personales. Este es un pa¨ªs en el que todo se personaliza y ya va siendo hora de empezar a situar las cosas en su sitio; son, los programas los principales responsables de que a veces los hombres no acierten en su ejecuci¨®n.
Porque lo cierto es que con este Gobierno se incorpora a las tareas del Ejecutivo una serie de personas que vienen a romper con una cierta imagen tradicional de la. clase pol¨ªtica. M¨¢s economistas que abogados; gente sin experiencia en el campo de la Administraci¨®n central; no vinculados a los poderosos cuerpos nacionales; gente cuya competencia en todo caso se ha manifestado, bien en el sector privado, bien en el campo de: su acci¨®n profesional. Este es ya un paso importante; no lo es todo, pero es algo. Y ser¨ªa malo que el apasionamiento pol¨ªtico r os hiciera minusvalorar este dato. Estamos asistiendo a una cierta transformaci¨®n en profundidad de los h¨¢bitos del Ejecutivo y ser¨ªa malo que esta l¨ªnea no se mantuviera para ir incidiendo nuevamente en aquellas viejas concesiones que se han traducido en pr¨¢cticas paralizantes y, encarecedoras de nuestra Administraci¨®n p¨²blica.
A su vez, este Gobierno tiene el derecho a reclamar los tradicionales meses iniciales de tranquilidad. Dejemos que cada cual aterrice en lo suyo y que no se inicie una cr¨ªtica desordenada aun antes de que se hayan podido poner a prueba las propuestas que los socialistas pretenden desarrollar. Tiempo habr¨¢ para la cr¨ªtica, y la propia mayor¨ªa obtenida por el actual partido mayoritario impondr¨¢ en contraprestaci¨®n una cr¨ªtica m¨¢s dura e incluso m¨¢s exigente en el cumplimiento de unas promesas electorales que un cierto realismo-tiende a hacer desaparecer. Pero todo Gobierno tiene derecho a reclamar un cierto comp¨¢s de espera y ser¨ªa malo que se les negase a los socialistas lo que incluso se le otorg¨® a Calvo Sotelo.
A partir de aqu¨ª el problema es otro. El problema es conocer en qu¨¦ medida la acci¨®n de gobierno resolver¨¢, como es su obligaci¨®n, el c¨²mulo de crisis que gravitan encima de la sociedad espa?ola; en qu¨¦ medida las soluciones adoptadas se corresponder¨¢n con la oferta electoral de los socialistas; en qu¨¦ medida el realismo se mantendr¨¢ o dejar¨¢ paso a la enervaci¨®n de la impotencia; en qu¨¦ medida los gestos ser¨¢n sustituidos por actos y los actos no perder¨¢n la ilusi¨®n del gesto. Este es el problema y esta es una cuesti¨®n de tiempo, no tanto como desear¨ªan los socialistas, ni tan poco como la precipitaci¨®n de ciertas cr¨ªticas pudiera poner de manifiesto. Cr¨ªtica que deber¨¢ ser a t¨ªtulo de advertencia en el inicio, m¨¢s denunciante despu¨¦s, acusadora finalmente si se mantienen los desaciertos. Pero una cr¨ªtica que, con sinceridad, sepa tambi¨¦n reconocer los aciertos, si los hubiere.
En mi consideraci¨®n inicial, una cr¨ªtica: no ten¨ªa que haberse hurtado al Parlamento un espont¨¢neo e inmediato conocimiento de la composici¨®n del nuevo Gobierno. Pero tambi¨¦n un acierto: la propia composici¨®n del Gobierno.
A partir de aqu¨ª se ha terminado la etapa en que se ha estado celebrando la victoria electoral. Aun con resaca, ahora empieza la hora de la verdad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.